Fuencaliente: Buscan a la familia de Mamerto Redondo, fallecido en la terrible prisión de Valdenoceda, para identificar sus restos

La Agrupación de Represaliados en Valdenoceda busca a a la familia de Mamerto Redondo Muñoz, fallecido en 1941 en la terrible prisión de Valdenoceda (Burgos), para identificar sus restos. La agrupación ha pedido ayuda para encontrar a los descendientes del represaliado, que era de Fuencaliente. Murió en la cárcel el 9 de agosto de 1941, hace 74 años. Estaba casado con Ana María Mata Duque y dejó, según consta en las copias del expediente penitenciario, dos hijos y dos hijas, aparentemente fáciles de localizar por los apellidos.
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La agrupación lo ha intentado con voluntarios que han colaborado en Ciudad Real, pero sin éxito hasta el momento.

Las antiguas dependencias del penal de Valdenoceda (Burgos) aún presentan el desolado y pavoroso aspecto de los lugares marcados por la desgracia y la crueldad. Allí, en la más espantosa de las prisiones de castigo del régimen franquista, murieron de maltrato, hambre y frío 154 personas. Aún hoy buscan el descanso de la memoria los restos de varios ciudadrealeños que esperan su identificación de la mano de la Agrupación de Familiares y Amigos de Represaliados en Valdenoceda.

Desde 2005, esta asociación coordina una campaña de búsqueda de familiares con los que practicar las pruebas de ADN de los restos encontrados y proceder a la devolución de los cuerpos. En Valdenoceda murieron oficialmente 154 personas, 61 de la provincia de Ciudad Real.

Según relatan los responsables de la agrupación en su página web, la tarea de localizar familias comenzó comenzó a gestarse a finales de los años 90, con los primeros contactos entre familiares de aquellos represaliados. Tras la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, y conseguida una primera subvención, en febrero de 2007 se inició la excavación del solar del cementerio y la exhumación de 116 cuerpos a cargo de un equipo de arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de la Universidad Autónoma de Madrid.

Un infierno en vida

Lo que fuera una fábrica de sedas se convirtió en una de las más temibles prisiones del régimen franqusita, desde 1938 hasta 1943. Según relatan los supervivientes, allí eran trasladados presos de toda España condenados en la mayor parte de los casos, por “adhesión a la rebelión”. Por la cárcel pasaron varios miles de personas y el edificio de tres plantas y con capacidad para menos de 300 personas, llegó a albergar a casi 1.600 presos de una sola vez.
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Un caldo aderezado con una sola alubia se convertía en el primer y único plato del día. “La alubia siempre estaba podrida y alojaba un gorgojo en su interior”, han recordado años después algunos presos. Uno de ellos recuerda en sus memorias que, cuando dormía, sus mejores sueños estaban protagonizados “por un simple trozo de pan”. El hambre y las malas condiciones del agua provocaban enfermedades entre los penados. La práctica totalidad de los presos de los que se tiene noticia fallecieron de “colitis epidémica” o “tuberculosis”.

Los castigos del sótano

A las malas condiciones de vida y al hambre se unían los castigos físicos. Cualquier mal comportamiento era merecedor de un traslado a la celda de castigo. Ésta estaba situada en los sótanos de la cárcel, junto al canal del río Ebro, que antaño sirviera para mover las aspas de la maquinaria de la fábrica textil. La celda siempre tenía agua, y se inundaba cuando el río se desbordaba. El preso debía permanecer quieto, helado de frío y con el agua al cuello, sin ni siquiera poder dormir.

También eran habituales los insectos. “Los presos que sobrevivieron han recordado siempre las manchas oscuras sobre el techo durante el día. Al inicio de la noche, las manchas comenzaban a descender por las columnas y se dirigían en masa hacia los presos. Eran chinches”, relatan.

Según la Agrupación de Familiares y Amigos de Fallecidos en el Penal de Valdenoceda, “muchos penados fueron sacados de madrugada de su interior y nunca más fueron encontrados”. “En los alrededores se encuentran numerosas cuevas y se cree que muchos presos fueron asesinados y arrojados a su interior, sin dejar rastro para nadie y sin que su ejecución fuera comunicada siquiera a la familia”, aseguran.

En el caso de los fallecidos por hambre o enfermedades, eran los propios presos los que los enterraban. “Durante años, la Agrupación creyó que las condiciones del enterramiento eran muy precarias. Sin embargo, los estudios antropológicos y los trabajos realizados durante la exhumación han confirmado que los presos construían, con sus propios medios, ataúdes de madera. Metían en cada uno de ellos al preso fallecido”,explica la asociación. Tras el cierre de la cárcel, el solar fue abandonado. En 1989, la parroquia se hizo con la propiedad del solar, que fue cedido por Instituciones Penitenciarias para ampliar el cementerio parroquial original.

Contactos: valdenoceda.exhumacion@gmail.com / web http://www.exhumacionvaldenoceda.wordpress.com

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2 COMENTARIOS

  1. en la calle calvario de fuencaliente tienen un archivo de esa época. Preguntar a las personas mayores del pueblo seguro q lo saben. Y en el ayuntamiento de Almodóvar q en esa época era cabeza de partido

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