Campo de Montiel: valor universal

Salvador Carlos Dueñas Serrano.- Me aburre bastante leer por demasiados sitios e incluso escuchar a muchos ponentes la reiterativa frase que asegura que el Campo de Montiel es una de las zonas más deprimidas de la provincia, de la región o de lo que cada cual encuentre oportuno. Incluso todavía se debate tediosamente sin ponerse nadie de acuerdo ante la delimitación geográfica, histórica, o ambos conceptos a la vez.
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Todo un laberinto del absurdo que no hace más que dejarlo en ese limbo social y cultural, que parece excluir a esta magnífica comarca de todas partes.

El colmo de lo inadmisible es que además se pretenda ignorarla de su legítimo protagonismo como espacio cervantino que originó y dio fin a las aventuras de don Quijote.

Ya es demasiado tiempo el que tantas personas han abundado en la idea de comarca deprimida, no precisamente para sacarla del ostracismo, más bien como reafirmando que fuera esta su única razón de ser. Transmitiendo de paso de forma subliminal su insignificancia o falta de relevancia con respecto al resto de territorios colindantes.

El paso del tiempo y los hechos demuestran sobradamente que no se siente la más mínima intención de atención hacia aquello o aquellos incapaces de llamarla, demandarla o exigirla.

Como ciudadano de hecho y de derecho de un sistema que al parecer promueve la igualdad de oportunidades entre los mismos y entre los propios territorios que conforman la totalidad de un país comprometido con este aspecto a través de la norma fundamental del Estado en la Constitución, pongo de manifiesto la necesidad de reclamar ante las instituciones y organismos competentes la inclusión pública, oficial y legítima del Campo de Montiel, como territorio natural, cultural e histórico generador de gran parte de inspiración que dio lugar a la creación de uno de los monumentos literarios de la historia del arte, con la carga de aportes que dan fama a La Mancha y a España. Suponiendo un valor añadido que suma importancia al Quijote, contribuyendo a la marca España, transmitiendo en la figura del Quijote uno de los iconos mundiales de todos los tiempos que revierte directamente en la difusión positiva de nuestro país, que sin embargo poco o nada, llega al Campo de Montiel. Lugar de origen de los primeros pasos de Rocinante. De la descripción del primer amanecer que sacó al caballero manchego a aventurarse al mundo cruzando el umbral de la puerta falsa del corral.

Aquí comenzó todo y por fortuna bien claro y bien descrito por Miguel de Cervantes, sin el más mínimo indicio de confusión que dé lugar a ese tipo de debates infructuosos que no sirven más que para perder tiempo y dar protagonismo a aquellos que distraen la mejor razón de ser del Campo de Montiel. Que no es otra que la de haber tenido el honor de honrar a Cervantes, sirviéndole de motivo para haber legado al mundo y sobre todo a España, uno de los grandes personajes míticos de la creación de todos los tiempos. Un ente inmortal sin precisar la realidad de existir. Genialidad surgida de este increíble paisaje legendario, de estos mundos cuajados de vidas atrincheradas en los surcos de los barbechos, aposentadas en los privilegios nobiliarios, temidas bajo los roquetes, desperdiciadas en la pobreza y derrochadas en la riqueza.

Mundos que dieron al mundo una de las más inteligentes críticas de la injusticia. Bien demostrado habiendo superado la férrea censura que como a veces hoy, impide incluso la queja del débil sobre el cobarde que abusa del poder.

El Campo de Montiel, no quiere nada que no le corresponda. Pone de manifiesto a través de estas palabras que a título personal poseen la validez del ciudadano que compone el Pueblo Soberano en un Estado de Derecho, por medio del cual se supone que es posible activar los necesarios mecanismos que permitan dar cabida, voz, voto y oportunidad para comunicar al resto de conciudadanos la reivindicación de una evidente marginación que a todos los niveles y desde todas las instituciones ha ignorado desde hace tanto, que ni recordamos, al Campo de Montiel.

Poseemos suficiente dignidad como para no pretender anteponer nuestro derecho, nuestra esencia, nuestra legitimidad, nuestra razón de ser, nuestra identidad y nuestra autenticidad como para no mendigar nada a nadie. No pedimos nada que no demos.

Somos por nosotros mismos, uno de los gérmenes que dieron lugar al Quijote y no hay lugar a dudas a este respecto.

Poseemos además la imagen más genuina que ahora mismo existe en todo el mundo en cuanto a mostrar el paisaje más aproximado a lo que vieron los ojos del escritor a lo largo de sus repetidos tránsitos por estas tierras, entre la Corte y Andalucía.

Nuestros pueblos, son todavía los que mejor conservan la tradicional configuración de lo que se espera de una población manchega.

Nuestro paisaje agrario, rural y natural, se mantiene exento de elementos que invadan la visión pura y auténtica de los viejos campos manchegos, surcados de cereales, olivares y viñas.

Enriquecidos además con la magnífica Reserva de la Biosfera que contiene el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.

Disfrutamos de una de las más emblemáticas ciudades del Siglo de Oro español en Villanueva de los Infantes.

Una villa rural manchega con toda la trama viaria que erige las viejas casas de labranza evolucionadas a viviendas actuales fieles a nuestro estilo arquitectónico.

El pasado milenario de un santuario de la Edad del Bronce. La Vía Augusta, Laminium, Mentesa, Almedina…

En todos nuestros pueblos perdura el trazado original y más del ochenta por ciento de su volumetría.
Aquí existe el conjunto de iglesias fortalezas más interesante de la región. Frontera andalusí. Castillo de la Estrella, lugar que cambió la historia de España. Castillo de Montizón con Jorge Manrique. Quevedo, Yáñez de Almedina, Jiménez Patón, Yáñez de Almedina, Sto. Tomás de Villanueva…

Arte por los cuatro costados. Literatura universal. Naturaleza intacta. Paisajes auténticos. Pueblos ancestrales…

¿Qué más se puede pedir? Qué más se debe pedir, diría yo.

Por supuesto que todo este ingente patrimonio se ponga en valor al servicio de la sociedad. Para beneficio de la comarca, la región y el país. Que algo tan verdadero sea preservado para disfrute de la humanidad.
Por eso trabajamos y nos esforzamos para que nos conozcáis y nos valoren. Conocer para intervenir.

Nuestra demanda para ser atendidos como candidatos a la protección y puesta en valor como Patrimonio de la Humanidad, parte de unas premisas reales y tangibles a la vista de todos. Venid a vernos y lo comprobaréis por vosotros mismos. No estamos deprimidos en absoluto. Estamos esperanzados e ilusionados y en nuestro derecho para mejorar el entorno que habitamos y legaremos a la próximas generaciones. Sin mayor ni mejor pretensión que dignificar una tierra que lo merece.

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