Paladines del desfase y épica de bareto en el Puertollano Winter Festival

Texto: Santos G. Monroy. Fotos: José Ramón García-Carpintero.- Más que un tributo a la nostalgia ha sido una reivindicación de la transgresión perdida de los ochenta y la épica de barrio de las bandas de culto de influencia anglosajona. La segunda edición del Puertollano Winter Festival se ha consolidado como el último reducto de los arqueólogos musicales, paladines del garaje y el desfase, al rescate de aquella bendita y depravada dama de la movida.
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Que los artífices del proyecto, el Ayuntamiento de Puertollano y la Asociación Puerto Rock, recurrieran al vídeo de aquella fascinante ciudad que fue el Puertollano ochentero, con la banda sonora de Jim Tonic y las Hienas, era ya toda una declaración de intenciones que agradeció un público maduro que sigue viviendo el ocio con un ideal casi caballeresco.

Pero no todo fue concesión al pasado. Las tablas del pabellón ferial La Central recibieron a la nueva hornada de grupos locales, fruto del renacimiento de la música en directo que experimenta la ciudad industrial: los solventes Pantalikes y sus referencias a la historia del rock; The Ruinas Band y su furia femenina; y Sufre Mamón Covers, con sus milimétricas versiones de Hombres G, calentaron motores en la primera mitad de la jornada.

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Después vendría el mítico Johnny Cifuentes, fundador de Burning en 1974 y, junto con el desaparecido Pepe Risi, genuino embajador español del sonido Rolling Stones. En Puertollano condujo a su banda, ahora totalmente renovada, por los oscuros callejones de aquellos barrios de la Transición, rock de leyenda y vértigo de bareto, invocando los genuinos sonidos del rock and blues.

Los puertollaneros The Buyakers, con Sergio Gonález «Suko» al frente, volvieron a demostrar que conforman uno de los grupos con más personalidad de la escena emergente, a caballo entre el spaghetti western, la banda sonora de Cotton Club o la música incidental de una pesadilla de Tarantino.

El colofón llegaría con Javier Gurruchaga y su Orquesta Mondrágon, ahora convertida en una soberbia banda que actualiza los clásicos de la formación al tiempo que recupera los grandes temas del pop y del rock del último medio siglo. Su sentido burlesco y circense del espectáculo atrapó al público hasta llevarlo, literalmente, al escenario. Todo, bajo la enloquecida mirada de Gurruchaga, que sigue siendo ese sacerdote diabólico que invita, incitante, a atravesar las cortinas de la gazmoñería que ahora parece dominarlo todo.

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18 COMENTARIOS

    • Uno muy colocado en el ay-untamiento según parece ( hizo prácticas y … colocado)… psoe local .. generando trabajo para bajar el padrón.

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