La calumnia

La rebelión de los gorriones@eusebiogarcia.-El mérito es un bien económico, escaso -por desgracia- y sustituible por el demérito cuando el primero es parco y propio y, el segundo, ajeno e indeleble. Necios y psicópatas subliman el arte de difamar. Conjugan dolo, maldad, ego y miseria, encontrando acomodo en la ponzoña de la militancia, cual especie endémica de la ciénaga política.

La honestidad, la integridad o cualquier otra elevada dignidad se manifiestan con tan excepcional infrecuencia que resultan extravagantes. Improductivas prerrogativas en el arco parlamentario.

La vileza sí es rentable. La vileza; y la calumnia, su principal fuente de beneficios. Un arma de destrucción masiva como explica Don Basilio, profesor de música en la bufa El Barbero de Sevilla de Gioachino Rossini:

La calumnia es un vientecillo,
es un aura muy gentil,
que insensible, sutil,
con ligereza, suavemente,
empieza,
empieza a murmurar.
Poco a poco, a ras de suelo,
en voz baja, sibilando
va corriendo, va zumbando,
va corriendo, va zumbando;
y en el oído de la gente
se introduce
se introduce hábilmente
y a las cabezas y cerebros,
y a las cabezas y cerebros
aturde, aturde e hincha.
Una vez fuera de la boca
el alboroto va creciendo,
gana fuerza poco a poco
y vuela de un lugar a otro;
parece el trueno, la tempestad
que en medio de los bosques
va silbando
y atronando y nos hiela de horror.
Al fin se desborda y estalla,
se propaga y se redobla
y produce una explosión,
como un disparo de cañón,
como un disparo de cañón.
Un terremoto, un temporal,
que hace temblar el aire.
Y el infeliz calumniado,
envilecido, aplastado,
bajo el azote público podrá
considerarse afortunado si muere.
Y el infeliz calumniado,
envilecido, aplastado,
bajo el azote público podrá
considerarse afortunado si muere.
¿Qué os parece?       
Y el infeliz calumniado,
envilecido, aplastado,
bajo el azote público podrá
considerarse afortunado si muere.
Y el infeliz calumniado,
envilecido, aplastado,
bajo el azote público podrá
considerarse afortunado si muere.
¿Qué os parece?    

La calumnia es la retórica del majadero, el argumento del mentecato; de ahí su difusión y fuerza. Cualquiera la domestica o la libera asilvestrada, desatando su gran poder de devastación. Salvaje devora en vida al calumniado que, hundido y humillado, aún palpita deshonrado cuando los carroñeros dan cuenta de sus despojos.

No es difícil dominarla: ante la falta de aptitud, calumnia; contra un triunfo rival, calumnia; si hablan, calumnia; si callan, calumnia; si dudan, más calumnias; para la promoción personal, calumnia; una vez al día, calumnia; la mejor defensa, una calumnia; a la prensa, calumnias; una sentencia, una calumnia; si llueve, calumnia; si no llueve, más calumnia; un renuncio, ¡calumnia!

La calumnia goza de divina omnipresencia. Si se crea no se destruye, siempre se transforma. La calumnia se hereda; la calumnia se contagia. Es crónica y no tiene paliativos. ¿Qué sería de Occidente sin la calumnia? La calumnia es universal, es atemporal, exclusivamente humana, es fatídica y fatal.

Y ante este dechado de virtudes, si una carnicería como la tauromaquia alcanzará el rango de Bien de Interés Cultural, qué menos, para la calumnia, que el título de Patrimonio de la Humanidad.

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