Cospedal, persona “non grata”

José García Molina. Secretario General de Podemos-CLM.- No creo descubrir nada nuevo si afirmo que la corrupción en la política, en los negocios o en los demás ámbitos de la vida organizativa e institucional, supone una amenaza para la estabilidad y la seguridad de las sociedades que la padecen. Y, desafortunadamente, desde hace muchos años la sociedad española padece de forma especialmente sangrante y vergonzante de este mal.
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El fraude, la corrupción institucionalizada o el uso ilícito de los instrumentos del Estado de Derecho pisotean los valores fundamentales de la democracia e impiden el libre desarrollo de su ejercicio. Hay gente en política para quienes la ética política y social sobre la que se sustentan dichos valores carece de importancia y de valor.

No es de extrañar que la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en la clase política marque records negativos. Pero, más allá de las cuestiones morales, los efectos en nuestra vida cotidiana se dejan sentir también en los derechos, la economía y la confianza en el futuro de nuestros pueblos, de nuestra región y de nuestro país.

Las grabaciones y noticias que hemos escuchado en las últimas semanas, esas que vinculan a la expresidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, y a su marido, con el infame excomisario Villarejo, son la gota que colma el vaso de la inmoralidad política. Corrupción, desaparición de pruebas en causas judiciales, obstaculización del trabajo de la justicia, trabajos extraordinarios de dudosa legalidad, espionaje, etc. Las cloacas del Estado llevan, en ocasiones, tanta inmundicia como las cloacas del Chicago de los años veinte.

Los comportamientos vinculados al fraude y la corrupción encuentran su reflejo en el padecimiento causado a la población castellano-manchega en los años de su gobierno.

Ahora se entiende perfectamente la simbiosis entre los recortes de derechos y servicios y el abuso de poder. La política económica y social desarrollada en la región llevó deliberadamente a un importante segmento de la población a la pobreza. Se colocó a Castilla-La Mancha entre las tres regiones más pobres de España, la segunda con mayor riesgo de exclusión social, la Comunidad Autónoma con mayor tasa de pobreza infantil, la que se disponía de menos ayuda a las familias (sólo a una de cada 2.000 familias); en definitiva, el laboratorio de los recortes de todo tipo. A modo de ejemplo, sólo en Servicios Sociales se recortó más que otras diez Comunidades Autónomas juntas.

Cospedal nos desprecia; desprecia a esta tierra y a sus gentes, y por tanto no se merece ni nuestro respeto ni el respeto de las instituciones democráticas de nuestra región. Cospedal ha demostrado ser una Presidenta regional ingrata, es decir; no solo nunca ha agradecido a los y las catellanomanchegas su trabajo y esfuerzo diarios, sino que los ha insultado y menospreciado continuamente.

Por todo ello, por su más que cuestionable y deplorable comportamiento político, por las prácticas de espionaje, por las formas de proceder encubriendo actos ilegales, por escuchas ilícitas, por las medidas políticas desfavorables para la mayoría social, tomadas con intención de menoscabar los servicios públicos en nuestra región haciendo de ellos una fuente de negocio personal; por todo esto, y por la necesidad de reparar el daño simbólico y moral a la imagen y la autoestima de nuestra tierra, Cospedal debe ser declarada persona “non grata” en Castilla-La Mancha.

Cospedal no es bienvenida en nuestra Región. Y yo, como la mayoría de la gente, no quiero tener que avergonzarme de su presencia en cualquier acto institucional. No creo que deba representar a nuestra tierra bajo ningún concepto. No se trata solo de una declaración de intenciones. Se trata, sobre todo, de una declaración de principios sobre lo que es y debe ser la representación política en nuestra región y en nuestro país. Es puro sentido común, excepto quizás para quien carece de principios.

Que Cospedal es ya socialmente persona «non grata» en Castilla-La Mancha es un hecho comprobado en las urnas, ahora toca conseguir que, además, lo sea de derecho.

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25 COMENTARIOS

  1. Tras su renuncia, Atila de Cospedal ha pedido la reincorporación a su puesto de funcionaria, otra liberal más que vuelve a casa por Navidad.

    Todos los ultraliberales igual. Quieren joder al Estado, pero cobrando.

    Vaya si os fueseis un poco a la mierda todos.

    Por qué no se va a una empresa privada y deja en ese puesto a alguien que crea en el Estado?

  2. He dudado en entrar en los comentarios porque el grado de desencanto personal es algo que voy sedimentando sin aspavientos, serenamente. Pero jamás, a mis años y luego de 40 años de democracia imperfecta, pero democracia al fin y al cabo, he asistido a tanto encanallamiento de la política, a tanta lucha entre partidos rayana en lo tóxico, a un rebrote de sentimientos jaleados por unos y por otros, a una sensación de día de la marmota que recuerda otros tiempos no tan remotos. Se ha pasado de vencer al adversario político a destruirlo, a odiarlo, a considerar que su ruina moral debe ser su lugar natural: en la cárcel, en el paro, en el olvido. Una muerte civil como corresponde. La corrupción ha sido el campo de batalla en el que se han batido los «enemigos» -porque ninguno está inmaculado en este asunto-, no para regenerar y fortalecer la democracia sino para tratar de dejarlo herido de muerte y de esa manera acceder al puesto de mando. Hay un ambiente enrarecido, un enfurecido encono contra el otro que va más allá de lo razonable y a veces democrático. En democracia, las organizaciones políticas tratan de ofrecer a los ciudadanos una gestión más eficaz de lo público, en teoría, pero en España después de un largo periodo de aparente normalidad, la democracia se ha convertido en un guerra civil sin armas en las que no vale vencer electoralmente sino humillar y hacer picadillo al perdedor. Los políticos o personajes públicos que han actuado incorrectamente o delictivamente y han sido denunciados por los medios, han sido juzgados y condenados y hoy muchos de ellos cumplen prisión por condena firme o preventiva a la espera de juicio. Como es el caso, en parte, de María Dolores de Cospedal que a día de hoy es una simple ciudadana tras sus dimisiones y renuncias por un determinado comportamiento político que ha sido desvelado y no negado. Pero de ahí a considerarla una apestada va un largo trecho. El propio Barreda tuvo consideración de ella en unas declaraciones a los medios. Creo que los dirigentes deberían reflexionar sobre el grado de cólera que se expande en gran medida avivado en la hoguera de las redes que a veces recuerdan a las viejas que hacían punto viendo desfilar a los nobles camino de la guillotina en la Revolución Francesa. Tal vez nuestra democracia sea imperfecta, nuestra Constitución aprobada en referendum también, pero es imposible sanearlas desde la pasión, la aversión y una visión insalubre del adversario político. Los políticos al fin y al cabo con todos sus pecados han salido de nosotros y como decía aquel es imposible contar con políticos honestos y honrados si el cuerpo social no lo es y si ha habido tantos corruptos o felones es porque la sociedad es porosa a comportamientos que censuramos si los protagonizan y justificamos si se trata de los nuestros. Deberíamos pensar si la España que queremos no para nosotros sino para quienes nos sucedan es esta u otra. A mi ésta, dialécticamente fratricida, obsesa, pasional, de las dos figuras goyescas hundiéndose en la tierra a garrotazos, no me gusta. Tal vez sea por eso que hace años que no voto. Saludos.

  3. Valero, dile eso de Cospedal a los que murieron esperando lo que les correspondía por ley. Ya sea en discapacidad o sanidad en Castilla La Mancha.

    Dile eso a todos los que sufrieron sus recortes y su llegada a Castilla La Mancha a salvarnos de la dictadura socialista.

    Quieres piedad para Cospedal, muy bien, en tu derecho estás. No seré yo quien lo discuta, pero no silencies a los que han sufrido, y bien, con su política de Atila.

    Quien siembra odio, desprecia, mira por encima, miente en diferido, ataca como hace ella, no puede esperar una estatua para que luego le caguen las palomas. Y ella lo ha hecho por donde ha pasado. Acompañada de su marido, que da más miedo que la niña del exorcista.

  4. La muerte civil de una persona por su ideología es un acto despreciable en una sociedad del siglo XXI.

    Un acto totalitario.

    La izquierda no posee ninguna superioridad moral para marcar a nadie.

    El miedo y la mentira no son herramientas políticas de nadie verdaderamente demócrata.

    La izquierda, como siempre lo ha hecho ETA y el nazionalismo catalán, se pretenden imponer inspirando el miedo al ostracismo social a sus oponentes, a través de la mentira, que es la ocultación de sus vergüenzas y el acoso al contrario.

    Y esto merece una resistencia activa.

    NO AL TERROR IQUIERDISTA.

    En este país cada cual es libre de tener sus ideas, pero no de imponerlas.

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