Ptahhotep y las Instrucciones de Ptahhotep

Jesús Millán Muñoz.– Dentro de la literatura sapiencial antigua, destaca en el Antiguo Egipto Las Instrucciones de Ptahhotep son unas máximas o proverbios morales de la quinta dinastía, 2.500 a2.350 a. C.

Esta obra entra dentro de la denominada literatura sapiencial o libros de sabiduría, algunos los denominan libros protofilosóficos, son una serie de consejos de un padre a su hijo.

– En la introducción de este texto narra su nieto, la sabiduría de su abuelo, destaca entre otros conceptos, que su abuelo intentó encontrar la sabiduría pero que nunca alcanzó el pleno saber o conocimiento. Experiencia, que toda persona, ahora denominaríamos intelectual, siente que le sucede lo mismo. Es un elemento a mi modo de ver a tener en cuenta, la realidad interior y exterior nos supera, por tanto, la humanidad siempre estará alcanzando y buscando, lo que los escolásticos denominaban trascendentales, es decir, el ansia completa de verdad, bondad, belleza…

Creo que lo mejor, además de que seamos conscientes, que el mundo y la cultura y la sabiduría empieza antes de Grecia, antes incluso del mundo hebraico, es citar algunas de sus frases:

“La verdad es grandiosa y su eficacia perdura” (Máxima, 5).

El problema de la verdad es diríamos el problema humano por antonomasia, porque es el problema de la realidad, como entender lo real y la realidad, es decir, lo de dentro y lo de fuera.

“Observa la verdad y no la traspases, / […] No calumnies a gente alguna, grande o pequeña”.

¿Qué decir, si diríamos que este es el gran problema, la adulación y la calumnia, error moral y psicológico que atraviesa la historia y todos los imperios. Cuántas personas habrán muerto por estas conductas de unos y de otros…

“No te vanaglories de tu conocimiento / ni te enorgullezcas porque eres un sabio. / toma consejo del ignorante / del mismo modo que del sabio/ pues no se han alcanzado los límites del arte, / ni existe un artesano que haya alcanzado su perfección”. (Máxima, 1).

Este pequeño poema o frase aforística pienso que es esencial para hoy. Hoy, que percibimos que tantos intelectuales, escritores, artistas, científicos creen que tienen la última palabra. Ya en el antiguo Egipto, este autor, supuestamente visir, daba este consejo a su hijo, recogido por su nieto.

“Si eres bienhechor y puedes mantener tu hogar, ama a tu esposa y tu hogar como indican las buenas costumbres… hazla feliz mientras vivas, ya que ella es tierra productiva para su amo”. (Máxima, 21).

En tiempos de tanta crisis familiar, al menos en Occidente, este aforismo o máxima parece pertinente. Quizás, parafraseando el cuarto mandato de Moisés, habría que indicar: “Honra a tu padre y a tu madre, honra a tu hijo y a tu hija, honra a tu esposa o a tu esposa, honra a tu hermano y a tu hermana…”.

“Cuídate mientras vivas”. (Máxima, 34).

Hoy diríamos cuídate, a y en todos los sentidos, a nivel físico o biológico, pero también material o económico, sin olvidar la salud psicológica, salud moral, salud espiritual. Cuidarse de forma correcta a ti mismo, quizás sea una de las realidades más difíciles, porque creemos que nos queremos y amamos a nosotros mismos de forma adecuada y conveniente, pero no es así. Y, este es uno de los problemas eternos de la humanidad.

– Este conjunto de máximas, diríamos uno de los libros más antiguos que se conservan de la historia humana, nos enseñan, entre otros muchas perspectivas, que el problema de la realidad y de la verdad, no es cuestión de hace unos siglos, sino de miles de años. En segundo lugar, deberíamos ser conscientes, que los problemas morales y espirituales y antropológicos y…, llevan con nosotros milenios. Tercero, que muchas soluciones de la ética y moral, no solo son respuestas del judeocristianismo, ni solo del mundo griego, sino que tienen sus raíces en civilizaciones anteriores, quizás, desde la noche de los tiempos, pero si, desde luego desde el Neolítico. Cuarto, que bien haríamos en ir leyendo, aunque sea de vez en cuando, los pequeños textos que se conservan de la literaturas antiguas, orientales y occidentales, las hebraicas, las sumerias, las egipcias, las chinas, las hindúes…, porque nos darían una perspectiva más amplia de la vida, del hoy.

Podríamos terminar, con el consejo que dicta a su hijo en la Introducción de esta obra: “[…] Háblale, ya que nadie ha nacido sabio”.

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