Las tribulaciones de una paloma herida… y de quien intenta salvarla

Luis Mario Sobrino Simal.– Crónica de una pequeña odisea: ayer al ir a sacar a Cooper veo una paloma junto al coche. Intento cogerla pero se mete debajo. Al volver aún estaba ahí por lo que deduzco que no puede volar. Una vecina frente a mi casa al no poder cogerla, le puso un pequeño cuenco con agua para que besiese. La cojo y la llevo a casa.

La refresco por posible golpe de calor y se mueve pero poco. Creo que tiene una patilla rota pero no hay sangre. Le pongo agua y comida y la dejo en el patio por si echa a volar…

Hoy por la mañana sigue ahí. Llamo al Chaparrillo. No lo cogen. Cojo la bici y la llevo. Nadie. Y el móvil que aparece en el cartel no contesta…

Me voy a la Guardia Civil y pregunto por alguien del Seprona. Después de un rato y tras pedirme el DNI me dicen que El Chaparrillo no abre en fin de semana y que si no es una especie protegida va a ser complicado (eso fue lo que entendí)..

En vista de que no puedo dejarla allí, llamo a un amigo ornitólogo, le explico la situación y a las dos horas se presenta en mi casa a recoger la paloma.

Otra opción hubiera sido dejarla a su suerte en el campo y que Pachamama siguiera su ciclo natural… Pero me dio pena pensar que alguien la atropellara o algún depredador le diera «un viaje».

Después de esta experiencia me pregunto qué hacer en fin de semana si alguien encuentra un animal que no sea especie protegida… Esto es todo.

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