Puertollano: La copla perdida del vagonero Josito

Santos G. Monroy.- Sus padres no le dejaron otra herencia que «la calle para correr», pero José Aguilar ‘Josito’ (Puertollano, 1922-2010) supo capear una vida que reflejó la de tantos otros mineros que cantaron frente al terror de las tinieblas. Este domingo, 13 de junio, se ha recordado la perdida verbena de San Antonio, que Josito convirtió en toda una tradición. Pionero y transgresor de tantas cosas, su figura también marcó las señas de identidad de Puertollano.

A los 16 años trabajaba en el Terri. A los 17 se encontraba de vagonero, primero, y de entibador, después, en el legendario Pozo Norte. Durante 30 años pasó allí momentos terribles en una época en la que algunos se veían obligados a comerse las ratas. La caída de un liso y una operación en el tobillo le rescataron de la oscuridad para darle un puesto de jardinero. A pesar de todo, Josito supo vivir la vida, aunque fuera sin un duro.

Famosos fueron sus recitales de canción española. Gran animador, Josito inoculó a los puertollaneros la devoción por San Antonio, que a él le vino de pequeño, cuando encontró una figurilla del santo abandonada en el cementerio. Su imagen de San Antonio y la campana del Pozo Norte fueron durante décadas reclamo para las mozas que pedían novio a las alturas.

Josito también fue el gran impulsor de la verbena, en la que instauró la costumbre de quemar fallas. Carnavalero de aquellos que se la jugaban con la represión franquista, instauró otra tradición: dar de comer a los pobres una vez al año con motivo de una promesa.

El incendio que acabó con la imagen de su santo y dañó su casa fue uno de los episodios más tristes de su vida, pero también el que le dio la satisfacción de ver cómo el pueblo se volcaba para ayudarle.

En sus últimos años de vida era fácil verle sentado en la puerta de su casa, recordando viejas historias y orgulloso de su pasado. Tan sólo le pinchaban dos espinas: perder su capa en el incendio y no haber podido ser sastre.

José Aguilar “Josito” falleció en Puertollano el 15 de diciembre de 2010 a los 87 años de edad. Con él se evaporó una parte, y no poca, de aquella ciudad brutal y apasionada.

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2 COMENTARIOS

  1. Recuerdo, de niño, la verbena de San Antonio, y los juegos que se organizaban por el barrio: carreras de sacos, competiciones en bici para «pescar» los aros con un boli, el escenario que montaban, las fallas de Josito, el puesto de los juguetes… en fin, una época de la que guardo muy buenos recuerdos.

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