Gracias por tu Aliento

Manuel Valero.- Confieso que escribir de poesía, sobre la poesía, me no resulta fácil. Hay teóricos y críticos muy cualificados, aunque mantengo la opinión de que la esencia, experiencia y vivencias que llevan a un poeta a plasmar su interioridad lírica, deja aflorar apenas la punta de su propio iceberg sentimental, o todo el volcán que lo abrasa, depende. Y dicho sea, lo de sentimental, en sentido estricto.

Pues yendo a lo simple y si alguien me dijera qué es la poesía no tendría una imaginación desbordante como para hacer una definición de la misma brillante y original, alejada de la corrección académica. Puro sentimiento, eso es la poesía y por eso se alimenta del cogollo puro de la condición humana: el amor, la desesperación, el tiempo, la muerte, el latido de las cosas simples, lo perdido, la dicha a la esquina del dolor, la inevitabilidad de las cosas …   pero con afán de elevarlo todo hacia la verdad y la belleza. Desde los poetas medievales a los modernistas y cualquiera de los movimientos que en la Historia Literaria han sido.

Y es aliento, ya lo creo, que es el título del exquisito poemario de Alfonso González-Calero: Aliento. Sentimiento y aliento, y luego que cada cual, cada lector, la disfrute a su manera. Ya sabemos que la verdad como la belleza está en los ojos del espectador. Añado a lo anterior, la natural sencillez y hondura de los versos del poeta ciudarrealeño. El sentimiento, el aliento y la sinceridad, siempre, tan antagónicos del  retorcimiento artificioso e impostado como lo es el agua del aceite. En el poema dedicado a otro poeta de la tierra, Francisco Caro, Alfonso G. Calero escribe:

Si buscas la verdad

Harás bien en contar los pasos que te faltan

Que serán muchos

…..

Será entonces cuando vayas

A agarrarla y plasmarla

A encerrarla en los versos de un poema

Cuando de nuevo se te escape de los dedos

Como el agua

Puro sentimiento.  Flujo libre, sencillez y hondura.

El librito de Alfonso, como todos los buenos poemarios hay que leerlo varias veces para gozar lo que el poeta padeció para escribirlo. Hay un alivio de equipaje y oropel en todo poeta sincero, que deja entrever cierta desnudez.

El ruido de mi vida es áspero

Como la duda en la noche

El silencio de mi vida es corto y cálido

Como el abrazo de un niño

No se necesitan forzadas celosías para retratarse con la naturalidad de un hombre solo, que es otra cara de la poesía en pleno llamamiento. Se requiere la soledad para hilvanar poemas, como es inevitable la soledad para otros asuntos. Quienes conocemos a Alfonso tenemos el camino expedito para hallar el hueso de melocotón que transpira un poco más allá del verso. Por que la poesía se construye  en la intimidad del poeta y su imaginario. He de parar para no acabar con una definición sobreadjetivada que me acredite como contradictorio impenitente.

¿Y qué necesitamos sino alientos en estos tiempos que avanzan a más velocidad que las horas?

A mi me lo ha reportado el poeta de Ciudad Real, bien armado de cultura como desarmado de pedantería:

Media lágrima

Se esfuerza por salir

Resbala y cae

Dejando un rostro de dolor

Demediado y amargo

La otra media es el vacío que deja

El hondo hueco de la pérdida

que está llamado a llenarse de olvido

….

Tal vez y por una cuestión estrictamente sentimental de añoranza por los años locos y vitales de la juventud me estremeció la definición política de Gabriel Celaya: la poseía es un arma carga de futuro. Y lo es. Pero yo añado que también lo es preñada de pasado que se rescata en el instante mismo de la escritura en que estalla el presente lirico. Y Alfonso tiene las alforjas plenas de ayeres y luces y sombras propias. Es a la reflexión y el repaso sobre uno mismo frente al mundo y el propio camino andado a lo que obliga la poesía.

No sé si este latido es de mi pecho

No sé si surge de mi propia sombra

Ignoro si confundo su llamada

con estas telarañas de mi sueño.

Alientos, algunos dedicados a sus amigos, que son como una agradecida invitación a una calma de luminosa melancolía en estos días ruidosos y enredados en los que si algo ha de sobrevivir, inevitablemente, es la búsqueda de la verdad y la belleza, de la manera en que cada poeta ha entendido o entiende el modo de urdirla, se sea simbolista, parnasiano, modernista, beat, romántico o ripioso de barrio. Vale más un ripio escrito con el corazón de un pensionista, que un rococó de escorzo imposible escrito desde una torre de marfil.

Aliento es el segundo poemario que firma Alfonso, un hombre en el buen sentido de la palabra, bueno, ratón de biblioteca, critico, fundador de quimeras literarias, referente intelectual de Castilla-La Mancha y ahora, poeta. Gracias por tu Aliento.

Aliento

Alfonso González-Calero García

Prologado por Federico Gallego Ripoll

Ediciones Mahalta

74 páginas

Tapa blanda

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3 COMENTARIOS

  1. Sale caro, señores, ser poeta.

    La gente va y se acuesta tan tranquila

    -que después del trabajo da buen sueño-.

    Trabajo como esclavo llego a casa,

    me siento ante la mesa sin cocina,

    me pongo a meditar lo que sucede.

    La duda me acribilla todo espanta;

    comienzo a ser comida por las sombras

    las horas se me pasan sin bostezo

    el dormir se me asusta se me huye

    -escribiendo me da la madrugada-.

    Y luego los amigos me organizan recitales,

    a los que acudo y leo como tonta,

    y la gente no sabe de esto nada.

    Que me dejo la linfa en lo que escribo,

    me caigo de la rama de la rima

    asalto las trincheras de la angustia

    me nombran su héroe los fantasmas,

    me cuesta respirar cuando termino.

    Sale caro señores ser poeta.

    Gloria Fuertes.

  2. Es dificil expresar un sentimiento a través de las letras y ademàs hacer que
    el que lee sea también protagonista al leer. Sin duda, Alfonso lo consiguió….

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