Brillante ponencia del profesor universitario José Cuesta sobre ‘Juan de Ávila y el poder’

Con motivo del noveno aniversario de la proclamación de san Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal, el 7 de octubre de 2012, su localidad natal, Almodóvar del Campo, compartía el pasado sábado la que ha sido ya VI Jornada Avilista, para seguir profundizando en su figura y legado doctrinal y humano.

La Hermandad de los Santos Juan de Ávila y Juan Bautista de la Concepción planteó una temática de gran actualidad por la realidad del contexto político y su reflejo en la sociedad hoy día, ‘Juan de Ávila y el poder’, que fue magistralmente expuesta por José Cuesta Revilla, profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Granada.

Felipe II, ministros, funcionarios públicos de alto rango, obispos, asistentes de Osuna de Utrera o de Sevilla, corregidores o la propia doña Sancha Carrillo a la que dedicada su profundo tratado ‘Audi Filia’, fueron algunas de estas figuras poderosas coetáneas a las que el maestro Ávila dio muestra de sus ‘auctoritas’.

Porque, como expuso el profesor Cuesta en su brillante conferencia, lejos del actual concepto de autoridad, el término en su sentido clásico denotaba en el santo y doctor de la Iglesia una legitimidad reconocida social entre lo que decía y lo que practicaba, algo que junto, a lo pragmático de sus prédicas, invitaba a seguirle y a respetarle.

Y citando uno de sus escritos, los presentes supieron que Juan de Ávila proclamaba que “el buen gobernante es aquel que no quiere gobernar a otros, pues ya tiene bastante con el gobierno de sí mismo. El buen gobernante debe tener la misma disposición de Cristo para con su Padre y posponer todo, hacienda, honra y vida, en favor del bien público”.

También, que “el buen gobernante es aquel que sabe rodearse de ayudantes expertos, curtidos en años y no mancebos. El buen gobernante es aquel que sabe preguntar a quien sabe más que él y es manso pues la ira priva de razón. El buen gobernante debe ser riguroso en obras, dulce en palabras, largo en deliberar y breve en la ejecución”.

Además, “el buen gobernante es el hombre capacitado para tratar a cada uno como merece y es justo no solo con su persona, pues esto no basta a quien tiene cargo de otros ya que debe ser derecho como la lengua del peso que acá ni acullá se acuesta para que lleve a cada uno lo suyo”.

Y advertía también el santo almodovareño, en definitiva, como todo “gobernante debe saber que es el espejo donde muchos se miran y puesto que los grandes llevan las varas del palio y ocupan los puestos próximos al Señor, que gobiernen con tal arte que no vayan a ser alejados de Dios en la otra vida”.

Por eso recomendaba, también en términos cristianos, “mirar” a los gobernados, “como entrañables pedazos del cuerpo de Cristo, pues ‘quien quiere a Beltrán bien quiera a su can’. Mirar a los demás como deudores que somos de Dios y de Cristo. Y como nada podemos volver a Dios en paga por lo que ha hecho por nosotros, el mejor modo de devolvérselo es dándoselo a los prójimos”.

Incluso a un alcalde de la época le dice “aprended regidores y jueces de pueblo a buscar el bien común, aunque sea con vuestras pérdidas de haciendas y muerte”. Palabras que en todo caso traslada “enormemente educado, enormemente exquisito a quienes en la sociedad estamental en que vivían tenían un enorme rango, pero luego les habla con absoluta claridad, sinceridad y sin cortarse nada”, apostillaba el profesor.

Consejos que llevaron por ejemplo a Pedro Fernández de Córdoba, conde de Feria, a decir que “si me preguntasen quién sería bueno para rey, diría que el maestro Ávila; si me dijeran quien fuera bueno para papa, diría el maestro Ávila; si me dijeran quién fuera bueno para capitán, diría el maestro Ávila; y quién bueno para asistente, el maestro Ávila”.

Incluso el célebre biógrafo de Juan de Ávila, fray Luis de Granada, como expuso minuciosamente Cuesta Revilla, también dijo de esta doctrina tan terrenal y necesaria, que “de haberse conservado sus escritos políticos [los escritos de san Juan de Ávila], tendríamos una república más bien ordenada de la que trazó Platón”.

Tras su ponencia, el profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Granada, quien providencialmente hace unos años tuvo la oportunidad de conocer y dejarse atrapar por san Juan de Ávila en una visita a Montilla, donde descansan sus restos mortales, se mostró complacido de conocer ahora la cuna de esta gran figura.

“Ha sido una experiencia maravillosa, la verdad”, significaba para recalcar la “mucha generosidad” recibida por los almodovareños que le acompañaron y reconociendo que “me ha emocionado sobremanera entrar en su casa [natal de San Juan de Ávila]” y, en particular, “estar en la cueva, en la que tanto tiempo pasó discerniendo qué quería hacer”.

Y abundó que “este señor que tanto se preocupa por los pobres me ha hecho descubrir que, en realidad, su relación con los poderosos era también una función clarísimamente evangelizadora. Entendía que, desde el poder, desde los cargos públicos, eclesiásticos o políticos, se podía hacer mucho y mucho bien”.

La también profesora en la Universidad de Jaén y ponente hace tres años en la Jornada Avilista de entonces, María Dolores Rincón regresó a Almodóvar del Campo para saber de esta faceta del maestro Ávila y se mostró satisfecha “porque ha habido aspectos que desconocía y el especialista en Derecho que ha intervenido los ha puesto de relieve”.

A su juicio, además de profundizar en cuanto a toda la espiritualidad que rodea al santo almodovareño, “también es importante destacar otros aspectos porque es un gran humanista y como tal tiene muchísimas facetas que no han estado estudiada hasta ahora con la profundidad que se requiere”.

“Pensemos que no hace tanto, una gran especialista en literatura del Siglo de Oro, Luisa López Grigera, catedrática de la Universidad de Michigan, comentaba de él que ha sido una de las grandes figuras de la prosa del siglo XVI y, sin embargo, hemos pasado de puntillas incluso en ese aspecto de escritor”, aportaba la profesora Rincón.

Por eso, “que estas cosas se vayan descubriendo es fundamental” y por eso valoraba el trabajo que en este sentido hacen la Hermandad de los Santos al igual que la Parroquia”, augurando un largo camino en esta línea por recorrer “porque están ayudando a dar a conocer facetas importantes del santo”, valorando las aportaciones que en este sentido aporta el sector laico de la Iglesia.

Precisamente la presidenta del colectivo que cada mes de octubre organiza estas jornadas en torno a uno de sus santos almodovenses mentores, Isabel Fernández, quien junto al párroco Juan Carlos Torres introdujo a los presentes en el sentido de esta edición y en la semblanza del ponente, felicitó con entusiasmo a José Cuesta Revilla.

“Me ha parecido muy interesante porque, al final, aunque haya tenido esa relación, se nos queda la imagen de ese Juan de Ávila humilde que es el que nosotros hemos conocido y hemos tratado y que de verdad nos llega al corazón”, refería la responsable de la Hermandad de los Santos.

“Don José es un hombre muy ilustrado en este tema y además hemos tenido el privilegio de que nos ha contado su testimonio personal y hemos de darnos cuenta de que toda la gente que venera a Juan de Ávila es porque le ha tocado el corazón por alguna razón”, agradeciendo la oportunidad al Señor que, tras lo peor de la pandemia, “podamos seguir aprendiendo de las muchas facetas del santo”.

Y por su parte, uno de los aludidos indirectamente en la charla, el alcalde de Almodóvar del Campo, José Lozano, señalaba sobre la temática abordada este año que era “muy de actualidad”, considerando “la influencia que seguramente tuvo en su época san Juan de Ávila entre todo el ámbito político de su época”.

El regidor expresaba que estas jornadas son “una manera de enriquecernos en el conocimiento de la figura de san Juan de Ávila, persona que ha traído a este pueblo tanta riqueza cultural y, a tenor de visitas y peregrinaciones, también económica y creo que es algo que tenemos que poner en valor”.

Agradeciendo a la Hermandad de los Santos y a su directiva el afán por traer a especialistas con conocimientos amplios en el maestro Ávila, significaba desde su “modesta opinión”, que merced a jornadas así “en los últimos años vamos conociendo la figura y faceta de nuestro santo paisano en sus diferentes vertientes”.

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