La Máquina de trabajar recuerdos

Jorge Meneses, uno de los heterónimos de Antonio Machado arrastrado a su vez por Juan de Mairena, fue el inventor de la Máquina de hacer versos, según informaba Pedro G. Romero. Si es posible inventar una Máquina de hacer versos, ¿por qué no intentar otra Máquina capaz de trabajar recuerdos?

Viendo días pasados en Sevilla, la exposición La máquina española (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, CAAC) no pude sino establecer comparaciones con otros derroteros próximos de galerismos y de galeristas de estos siglos atribulados. Ahora que todo se agrisalla, se abandona y se amazacota. Pepe Cobo, fundador y director de la galería La máquina española, asentada –inicialmente– en la sevillana calle de Pastor y Landero entre 1984 y 1987, ha practicado una donación al CAAC de 47 piezas, de las que se exhiben 40 en sus salas, para resumir su trayectoria entre Sevilla y Madrid –aquí brevemente entre 1988 y 1990–. Resumir como un colofón y como un postrer homenaje, si es que aún se producen tales hechos y reconocimientos.

Cobo y La Máquina, aparecidos diez años después que lo hiciera la almagreña Galería Fúcares de la mano de Norberto Dotor –ésta lo hizo en 1974– ha tenido, finalmente, ese reconocimiento institucional por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, mientras que Galería Fúcares y Dotor –camino, si las fuerzas dan juego y llegan los recursos materiales, de los cincuenta años de actividad galerística– apenas cuenta para el sanedrín administrativo de la cultura regional y provincial. Y bien que echamos en falta algo parecido a lo ocurrido en el CAAC por parte de nuestros rectores culturales. Ocupados, como están, en otras menudencias de ligas internas partidarias y de obnubilaciones modernas; recorridos por espacios cerrados –como el CEX–, el inefable Proyecto Titanes y el ombliguismo yoísta de la red de Museos Provinciales. Como, por demás, mostró la incomprensión manifiesta de los eventos celebrados en 2019 con motivo del 45 aniversario y la exposición homenaje a Marcel Duchamp 45 museos en 45 maletas. Con protagonismo ausente de la Viceconsejera de Cultura, Ana Muñoz, que amagó con su presencia en una mesa redonda y al final no dio, y todo quedó en agua evaporada y en agua de borrajas.

Como ha ocurrido aún este año con la muestra El cardo, homenaje a Sánchez Cotán –histórico creador de estos lares– que ha merecido más atenciones fuera que dentro de la región y que no han sabido captar –los del sanedrín cultural– la posibilidad de una itinerancia del trabajo verificada en torno a ese bodegón tan significativo como melancólico. Interesados en exclusividad, en la colección de Arte moderno y contemporáneo de Roberto Polo (CORPO) como buque insignia de las artes plásticas regionales. Por más que los buques pinten mal en tierras de secano y naveguen peor que un zapato en la mar.

Y todo ello, pese a ciertos paralelismos de ambos protagonistas, como son la ida y vuelta a Madrid de ambos: Cobo y Dotor. Y el posterior regreso a los orígenes. Sevilla y Almagro. Cobo ha tenido a su favor la conexión con el grupo conocido como sevillana Generación de los ochenta: Agredano, Cabrera, Cadenas, Espaliú, Guzmán y Paneque. Mientras que Dotor ha ido construyendo su historia a base de esfuerzo, conocimiento, trabajo e intuición. Sin contar, por demás, con el premio de la relación privilegiada sostenida con la Escuela de Bellas Artes de Sevilla –como Cobo–, en la medida en que la Facultad de Bellas Artes de Cuenca creada en 1986, contaba con un desarrollo lento y volcado a otros campos visuales: es decir que aparece la Facultad de Cuenca, cuando Fúcares llevaba ya veinte trabajados. Años de travesía y maduración, se disponía a verificar el desembarco madrileño culminado en 1987.

La máquina española, contó además entre los años 1983 a 1986 con el apoyo de la difusión de la revista Figura, que funciona en paralelo  a la galería y permitió otro campo de ensayos y estudios complementarios. Una revista que retomaba el legado de otra revista sevillana como fuera Separata, aparecida entre 1979 y 1981. Vinculada a la galería Juana de Aizpuru y a los artistas de su entorno, como Gerardo Delgado Juan Suárez y José Ramón Sierra; con Jacobo Cortines y Vicente Lleó  en el frente lietario. Es decir Figura era a Separata lo que  La máquina española  era a Juana de Aizpuru. Mientras que Fúcares entre 1980 y 1982, contaría con el dispositivo de los periodicos –casi en formato tabloide– que acompañaban las diferentes exposiciones y que componen –vistos desde hoy– un significativo medio de comunicación y documentación. Igual –aunque con otras diversidades  y otros recursos– que ocurriera con la citada revista Figura. En el nº 1, de la primavera de 1984, aparecen textos y obras de Agredano, Paneque, Kevin Power, Gonzalo Puch, Espaliu, Federico Guzmán, Pedro Simón y Félix de Cárdenas. Y la entrevista con  Guillermo Pérez Villalta: el discreto encanto de no ser vanguardista, por Ana Cortijo y Paneque. En el  nº 2 se dedicaba la atención a Miquel Barceló, con quien Fúcares ya había  expuesto en 1982 y lo había mostrado en Arco-83. Los textos de ese número fueron Barceló-nómada de Kevin Power y Riesgo y perversión en la pintura de M.Barceló, por Espaliu y Paneque. Fúcares aparece como punto de distribución junto con otras galerias cimeras como Buades, Vijande, Juana de Aizpuru y Val y 30. Finalmente, y esa es otra coincidencia sutil, en el número 3 de Figura aparece un trabajo sobre Markus Oehlen, con quien Fucares abriría la etapa de Conde de Xiquena en febrero de 1987, y otra pieza de Curro González “El pasado es Gordillo y Guerrero”. Además de dos textos de alguien que había sido un hombre puente entre ambos momentos, como fuera Gerardo Delgado, “En Nápoles después del terremoto. Conversación con Longobardi” y “Entrevista con Bonito Oliva”.

La fertilidad de esos lejanos años ¿imaginarios? quedaría plasmada en la única excepción de estas reglas últimas. Y es que Norberto Dotor en 1984 organiza y monta para la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, dos exposiciones memorables: Benjamín Palencia surrealista. Obras sobre papel 1917-1939 y Otra pintura de Castilla La Mancha (Dirección, coordinación y diseño Norberto. Dotor y textos de Francisco Calvo Serraller y José Ramón Danvila). Pero  pese a todo parecido inverso con la actualidad, no es un recuerdo inventado.

Periferia sentimental
José Rivero


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