​Manos Unidas proclamó su manifiesto en la Plaza Mayor de Ciudad Real

Eduardo Muñoz Martínez.- Aunque la campaña se seguirá haciendo patente durante todo el año, mediante actividades diversas, el pasado sábado, día doce, Manos Unidas-Campaña contra el Hambre, cerraba «oficialmente» en nuestra capital los actos de presentación de su sesenta y tres Campaña contra el Hambre en el mundo, bajo el lema «Nuestra indiferencia los condena al olvido».

Y lo hacía en nuestra Plaza Mayor, con la Casa Consistorial de fondo, ante un público numeroso, que tuvo la oportunidad de escuchar el «manifiesto», -idéntico para todas las delegaciones-, en el que denuncian, comprten su esperanza y se comprometen.

Y es que, transmiten su desacuerdo denunciando que nuestro mundo es injustamente desigual, privando a millones de personas de las oportunidades y las condiciones necesarias para tener una vida digna; que, a pesar de los enormes progresos tecnológicos y de la abundancia de bienes y alimentos, aumentan las desigualdades entre unos países y otros, y que el bienestar de los más ricos se mantiene a costa del olvido de los más pobres; Que la situación privilegiada de los más afortunados, unida a los mayores efectos negativos de la pandemia en las personas más vulnerables, están aumentando la desigualdad en todo el planeta; qué, mientras las mayores fortunas del mundo han tardado solo unos meses en recuperar su nivel de riqueza previo a la pandemia, ha aumentado el número de personas pobres y necesitarán años para recuperar o empezar a tener unas condiciones de vida dignas; que el hambre agrede la vida de más de ochocientos millones de personas en nuestro mundo, donde cada día mueren de desnutrición dieciocho mil niños de entre uno y cuatro años; que tras las escandalosas cifras del hambre hay rostros de personas pobres del mundo rural; nuevos pobres urbanos, sin empleo o con sueldos de miseria; mujeres esclavizadas o empleadas en sectores marginales; migrantes víctimas de una eterna vulnerabilidad; que en el contexto general que el Papa Francisco llamó «cultura de la indiferencia», el modelo económico dominante, denominado economía de libre mercado, junto a la escasez de políticas públicas en los países más empobrecidos, son dos de los factores estructurales de la desigualdad que impiden una vida digna y alimentan el hambre.

Nuestra esperanza es

Que la injusticia de la desigualdad nos conmueva y nos mueva al compromiso por transformar este mundo en un lugar donde cada ser humano pueda vivir según su dignidad; Que, tanto en el norte como en el sur global, entendamos que el mundo tiene que volver a ser la casa común, que todos corremos la misma suerte y que unos pocos privilegiados no podemos seguir acaparando los recursos y los remedios que son de todos; que todos los actors implicados (gobiernos, instituciones internacionales, sociedad civil, sector privado), favorezcan vías para un desarrollo integral, sostenible, inclusivo  y solidario, basado en la dignidad de las personas, y para todas las personas y pueblos del mundo.

Nos comprometemos a​               

Trabajar para que la igualdad desaparezca de nuestro mundo y así lograr la erradicación del hambre y la pobreza; Promover, mediante la educación para el desarrollo de una ciudadanía global, los valores de la cultura del encuentro y el cuidado de la casa común y de todos los que la habitan, y fomentar el respeto a la dignidad de las personas, la convivencia, la compasión y la ayuda mutua; Impulsar estilos de vida sostenible, cultivando valores de paz, austeridad, consumo responsable, cuidado de la naturaleza, donación y entrega a los demás.

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