El Santo Oficio de Ciudad Real

Posiblemente la calle más famosa de Ciudad Real sea la actual calle de la Libertad cuyo nombre le viene por ser abolida la Inquisición en 1834 antes conocida con el nombre de calle de la Inquisición. Nunca una calle de nuestra capital ha tenido tanto simbolismo y tanta mala realidad.

En el año de 1483 se estableció en Ciudad Real, concretamente en la calle Libertad, el temido, triste y despreciado Tribunal de la Santa Inquisición que tanto daño causó a personas y haciendas de toda España y por supuesto de Ciudad Real. El Santo Oficio tuvo dos sedes en la capital, la primera en la calle Libertad, como hemos indicado  y cuyo edificio  fue derruido en 1990 y la segunda haciendo esquina entre la calle Libertad y calle Lirio, este edificio se destruyó en 1980 y en el sótano aparecieron huesos humanos.

Muchos piensan que este invento de tortura contra las conciencias de los seres humanos nació en España, y hay que decir, con toda claridad, que ya en 1224 el Emperador Federico II, coronado Emperador del Sacro Imperio Romano por Inocencio III  en 1220,  implantó la Ley de la Hoguera  que fue bien vista  por el Papa Gregorio IX tres años después. El concilio de Narbona estableció que los obispos eran los únicos encargados de constituir comisiones con el objetivo de investigar y denunciar a las personas que consideraban herejes o tenían alguna tendencia contra la fe.

Dos años después en 1229 en el Concilio de Tolosa es donde se reglamenta e institucionaliza la inquisición con la Constitución de Tribunales encargados de juzgar a los herejes señalando a los obispos  para que fueran los únicos responsables de los procesos llevados a cabo por el tribunal. El mismo Gregorio IX dictaminó que los condenados por herejía, por los altos Tribunales de la inquisición, deberían ser entregados a la justicia civil  para ser quemados en la hoguera y sus cuerpos no tendrían derecho a reposar en los cementerios cristianos.

Parece cierto que en Aragón la inquisición tuvo cierto auge de la mano de Raimundo de Peñafort allá por los años de 1235 unos ocho años después de ser implantada en el Sacro Imperio Romano. Por el contrario en Castilla la única referencia contra los judíos herejes la tenemos de la mano de Fernando III el Santo que impuso a los herejes la confiscalización  de sus bienes y a ser marcados en la cara con un hierro candente y en algunos casos al destierro.

En 1245 Inocencio IV promulga la Bula “Ad Extirpenda”  estableciendo  que la herejía debía considerarse como una razón de estado de todos los cristianos.  A continuación publica la bula “Super Extirpactione” estableciendo la creación de las Provincias Inquisitoriales de tal manera que con esta norma papal la inquisición se convirtió en una institución jurídica en los territorios cristianos.

Pero es el Papa Sixto IV en 1478 cuando, al promulgar la Bula “Exigit Sinceras Devotionis Affectus”, autoriza a los Reyes Católicos a introducir el Santo Oficio en Catilla y León. El primer tribunal inquisitorial que se constituye es el de Sevilla, después el de Córdoba y Jaén y el cuarto el de Ciudad Real (Villarreal). El 17 de octubre de 1483 por bula papal de Sixto IV y con el beneplácito de los reyes católicos es nombrado Inquisidor General de Castilla y León a Pedro Fernández de Torquemada. Así pues los cuatro tribunales permanentes fueron el de Sevilla, Córdoba, Jaén y Villarreal.

El Santo Oficio en Ciudad Real no tuvo una larga vida ya que, como hemos señalado fue implantado en el año de 1483 y  solamente dos años después, en  junio de 1485, fue trasladado a Toledo, entre otras cosas porque, según parece, en Ciudad Real no había “mucha actividad”. El primer tribunal estuvo compuesto por los  jueces siguientes:  el Licenciado Pedro Díaz de Costana, licenciado y Canónigo de Burgos y el doctor D. Francisco Sánchez de la Fuente, Canónigo de Zaragoza, un asesor el Licenciado Juan Gutiérrez de Baltanás, cuatro pesquisidores (Juan González, Juan Ruiz de Córdoba, Juan Martínez de Villarreal y Juan de Hoces), Secretarios, Notarios, Fiscal, Comisarios, Alguacil Mayor y Ministros subalternos.

Siguiendo a Beinart en su obra: Records of the Trials os the Spanish in Ciudad Real quien nos relata magníficamente todo lo concerniente al famoso y gran barrio judío que existía en nuestra capital, el Santo Oficio o Inquisición actuaba todos los días salvo domingos y fiestas de guardar; hubo sesiones con más de 40 implicados por diferentes motivos pero el que más se repite es el de herejía. Antes de comenzar su terrible andadura de persecución de los llamados herejes, se  habilitó, por parte del tribunal, un periodo de treinta días para que los infractores   pudieran presentarse  y arrepentirse sin procedimiento sancionador. Según nos cuenta el profesor antes mencionado, el primero en presentarse ante el tribunal, el 1 de octubre de 1483, fue Juan de la Sierra y al siguiente día lo hizo su mujer Beatriz Alonso. Con estas declaraciones prácticamente el tribunal conoció cómo era la situación en toda la judería y se encontró con una amplia documentación que después usaría en contra de todos los judíos.

El Santo Oficio de Ciudad Real (Villarreal)  se ubicó en nuestra capital por varios motivos entre los que cabe señalar: 1.- Como un ensayo  y, dependiendo del resultado, pasarlo  a Toledo. 2.-Villarreal tenía una posición geográfica excelente entre Andalucía y la Castilla del norte, siempre se ha considerado a la  Mancha como tierra de paso hacia Andalucía; en estas tierras estuvo durante muchos años estancada la reconquista. 3.-Se poseía una importante comunidad de cristianos nuevos. No podemos olvidar el barrio de la judería uno de los más importantes económicamente hablando y más poblado. 4.-Podía ser un buen modelo, dependiendo de los resultados, para, después exportarlo al resto de Castilla.

Podríamos decir que el Santo Oficio en Ciudad Real (Villarreal) tuvo una vida muy efímera no sólo por el tiempo que duró  sino también en cuanto a los casos enjuiciados. En total hubo once Actos de Fe que se celebraron en la Plaza Mayor y en la parroquia de San Pedro. Unas cuarenta y cuatro personas  (herejes) fueron condenadas a morir en la hoguera; el quemadero estaba localizado muy cerca de la calle La Mata;  durante el año 1484, 22 en  Efigie  y durante los años 1483 al 1485,  370 fueron condenados a penitencia. En total, según nos dice  Beinart, entre los años 1483 al 1485 hubo 88 procesos; de 1485 a 1512  fueron procesados unos 21 herejes y desde el año 1512 hasta 1527 solamente 16. Es evidente que estos últimos procesos eran enviados a Toledo donde se había trasladado el Tribunal de la Santa  Inquisición.

Dos ideas fundamentales me han llevado a recordar el Santo Oficio en Ciudad Real: La primera, como muchos de ustedes ya saben o intuyen, es sencillamente el poco o nulo sentimiento que han poseído las autoridades locales para mantener en el tiempo el recuerdo de los edificios donde estuvo ubicada la Inquisión. Posiblemente, era complicado mantener en pie los edificios pero es muy sencillo colocar una placa conmemorativa que recuerde para siempre a los habitantes y a los visitantes el lugar donde estuvo este instrumento tan horrendo para las libertades; La otra, para mi fundamental, es el respeto a las creencias propias y ajenas y más en estos tiempos en los que por parte de algunos que  parece que juegan a la política, se oyen, se leen y se escriben cosas que atentan contra la libertad de prensa, de acción y, casi de pensamiento, de los ciudadanos que queremos vivir en sociedad y especialmente en libertad.

Así pues el Santo Tribunal de la Inquisición estuvo y ejerció sus funciones en Ciudad Real ubicado a los pies de San Pedro causando mucho dolor a personas y haciendas por el mero hecho de creer o no creer en la religión de los otros cuando ellos mantenían y creían en la suya. Es muy importante tener en consideración  que la libertad de creencia, de pensamiento están perfectamente amparadas en la Constitución Española de 1978 y que a nadie se le puede juzgar por sus creencias y por sus pensamientos. Parece también oportuno señalar que es momento de colocar esas placas conmemorativas que por doquier deberían recordar nuestra historia pasada porque como bien dice la mismas historia aquel pueblo que olvida su pasado  ha perdido su historia.

Emilio Nieto López

Primer Decano de la Facultad de Educación de Ciudad Real

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7 COMENTARIOS

  1. Interesante artículo donde se relata la llegada de la Inquisición a Ciudad Real y su posterior traslado a Toledo, remontándose a los orígenes de la propia institución más allá del ámbito peninsular.
    Sólo cabría reseñar una pequeña puntualización en cuanto a un término usado: Haim Beinart NO RELATÓ los procesos de la Inquisición en sus «Records of de Trials of the Spanish Inquisition in Ciudad Real», sino que TRANSCRIBIÓ los documentos originales, siendo publicados en el pasado siglo por la Universidad Hebrea de Jerusalén.
    Gracias igualmente, Sr. Nieto, por su aportación a la reinvidicación de quién le escribe sobre una más necesaria señalética que rescate el pasado judío del más triste de los olvidos en nuestra ciudad. Ojalá llegue el día de que sea cumplida como ocurre en otros casos.

  2. En esta ocasión, tengo que felicitarle por su excelente Artículo. Realmente me ha gustado muchísimo, y es justo, reconocerlo.
    Enhorabuena, Sr. Nieto.

  3. Valiente artículo de don Emilio, aunque haya que matizar la conveniencia de escribir Villa Real en vez de Villarreal, indicar que la inquisición parece que se dispuso por primera vez (al menos directamente por Roma) para acabar con los cátaros y que el quemadero de la ya Ciudad Real estuvo fuera de la calle de la Mata en extramuros. La novela ‘Limpieza de sangre’ de Arturo Pérez Reverte, que tiene de fondo este asunto, termina reflexionando sobre si fue obra de Dios o más bien del Diablo. Por cierto, que la Constitución de Cádiz la abolió con la contrariedad de una amplia mayoría de la jerarquía católica de la época.

  4. Esto, ESTÁ ESCRITO Y AHORMADO. SÓLO HAY QUE DAR CON EL LIBRO QUE LO CONTIENE. QUE NO SERÁ UNO SOLO. ES INTERESANTE PONER LA BIBLIOGRAFÍA DE DONDE ESTÁ SACADO. COMO TODA PUBLICACIÓN.

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