Eduardo Muñoz Martínez.– Con la participación de un elevado número de fieles, que ocupaban el templo, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad celebró este miércoles la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, cuyos orígenes parecen remontarse, aproximadamente, al siglo V. Lo hicieron con una eucaristía solemne, presidida por Rafael Melgar Martín-Fontecha, concelebrando Antonio Guzmán Martínez. Para la distribución de la comunión ayudó, igualmente, el también sacerdote, Antonio Ruiz García.
Durante la Santa Misa, el acompañamiento musical corrió a cargo de la Coral Universitaria, que interpretó piezas de Haendel, Byrd, Shubert, Parry, Gjeilo, Marzo, Morricone, además de algún canto de la Comunidad Ecuménica Francesa de Taize, o de alguna coral inglesa. Al término de la celebración litúrgica, dicha coral nos deleitó con el himno al Santísimo Cristo de la Caridad con letra, musicalizada, del ya referenciado Antonio Guzmán Martínez.
En su homilía, Rafael Melgar comenzó con un recuerdo a Santa Elena de Constantinopla, ya que todo apunta a que gracias al descubrimiento, por ella, de la Cruz de Cristo, en el siglo IV, podemos datar esta fiesta de su Exaltación, siendo entonces, de acuerdo con lo que se sabe al respecto, cuando comenzamos a reconocer a Jesús con distintos «títulos cristológicos».
Centrándose en la hermandad del Cristo de la Caridad, aprovechaba el presbítero para incidir en que hoy la Caridad está en desuso; hoy no entendemos del todo el Amor, y el Amor es Caridad. El origen de la Caridad, decía, del Amor…, es el mismo Dios, porque Dios es Amor.
La principal razón del Amor cristiano, continuaba Rafael, es la Cantidad, entendida cómo el amor a los demás. Por eso hemos de atender a la revelación que nos hace Cristo.
Terminaba su alocución recalcando que un hermano, o una hermana, del Cristo de la Caridad, debe ser alguien que se caracterice por su entrega total a Dios.
