“La lengua del cielo”, de Manuel Zuloaga, una obra altamente recomendable

M. Teresa Sánchez Ruiz.- Componen “La lengua del cielo” de Manuel Zuloaga Jiménez cuarenta relatos narrados con una naturalidad sorprendente, naturalidad y sencillez que manifiesta lo esencial sin prescindir de un léxico poético y cultivado.

El conjunto de narraciones tiene un carácter íntimo, de acción verosímil, con la introducción de elementos multidimensionales, psicofónicos, impregnaciones fantasmales, etc., unidos a una búsqueda de los distintos personajes por su propia impronta, y por su orientación sexual.

Los ‘Nombres perdidos’ es un relato que busca precisamente la autoafirmación en la identidad sexual. También la conexión con la esencia del propio nombre.

Por otra parte, el autor desafía los convencionalismos sociales en este cerezo que florece a su antojo y a contracorriente del resto del arbolado.

El tema de la duda innata al ser humano, la inseguridad y el titubeo se trata en el relato de ‘La lengua del cielo’ cuando el bebé Lucas no se arriesga, si quiera, a balbucear hasta que no arranca con concreción su primera palabra, su primera frase en una familia purista y amante de la lengua.

Manuel nos plantea una estructura lineal perfecta del tiempo en su relato ‘Detrás de las cortinas’, donde los efectos sobrenaturales influyen en el mundo real, comunicándose con él. Lo inexplicable, lo extraordinario y misterioso se ambientan en varios relatos, y, a través de un gran lirismo.

La prosa de Manuel Zuloaga en este sentido es sensorial y pictórica, y sitúa al lector directamente en la trama, ya sea en una comisaría o en una negación de la esencia del alma y los dotes naturales, en pro de una convivencia mediocre como sucede en ‘Pavito real’. Así, el autor adopta un tono didáctico y alienta al lector a tomar las riendas de su vida, y a no ceder el poder a los demás.

A veces suceden estos mundos intangibles, objetos de la imaginación en un realismo literario que busca y consigue la verosimilitud del relato.

El mundo del cine se describe con mucho ritmo y dinamismo en nociones de tiempo que transcurren entre el amanecer y el alba, y muestra un abanico abundante de matices cromáticos y plásticos donde los personajes del celuloide desfilan con toda naturalidad hasta enloquecer al autor.

Conoceremos también a otra serie de personajes recatados o impulsivos, gregarios o héroes y heroínas, todos ellos descritos con gran profundidad psicológica y con excelente acierto estilístico.

El lector llegará incluso a preguntarse si es su propio yo interior el que le habla porque cada personaje lo vinculará a una parte de su esencia.

Cada relato de Manuel Zuloaga está contado con una imaginación poderosa; la atracción y la tensión para con el libro no decae en ningún momento en este compendio que puedes acabar en una tarde, pero que seguramente vuelvas a leer. Se trata sin duda de un conjunto de tramas interesantísimas que pocos autores consiguen a este nivel de evocaciones realistas y fantásticas, en argumentos novedosos y fascinantes, y que no dejan de guiñar un ojo a Gustavo Adolfo Bécquer.

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