Exposición de Juan Ugalde, La nave de los locos, en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, en León

Por José Belló Aliaga

La nave de los locos es la primera exposición antológica del artista Juan Ugalde (Bilbao, 1958). A través de más de noventa obras, vemos desplegadas cuatro décadas (1982-2022) de su polifacética trayectoria, que convoca no solamente la pintura sino también el vídeo, la instalación, la performance, lo digital, o su participación en distintos colectivos artísticos de índole socio-político, tales como el histórico Estrujenbank (1989-1993) o el actual y ecologista Imagina escorial, en la que el collage constituye el núcleo, por no decir la verdadera idiosincrasia de la obra.

Recorrido por la exposición de Juan Ugalde, La nave de los locos, en el Museo Arte Contemporáneo de Castilla y León

Cuando Ugalde empieza a trabajar en los años ochenta en el Madrid de la Movida, el artista desarrolla una obra pictórica nutrida por influencias diversas tales como el pop anglosajón teñido de referencias a los cómics de Francisco Ibáñez, entre otros, donde también interviene el gesto de tipo expresionista con colores ácidos y saturados. Utiliza el collage de modo experimental, a fin de explorar la organización de las formas en el lienzo. Durante los años en los que Ugalde participa en el grupo de carácter sociopolítico Estrujenbank, el collage se convierte en una práctica relevante, pues permite la elaboración de una obra colectiva parodiando la imprenta de lo publicitario en el ámbito de la política. Al separarse Estrujenbank, a partir de 1993, y durante una década, Ugalde empezará a construir una obra totalmente personal con una gramática pictórica específica: el artista pega sobre el lienzo fotografías en blanco y negro, generalmente tomadas por él con una cámara Minox de bolsillo, a veces intencionadamente borrosas y mal encuadradas, que arropa con grandes pinceladas gestuales o de tipo dripping. En ocasiones, la pintura sirve para prolongar las formas que aparecen en la imagen. En contrapunto de la composición, Ugalde coloca otro collage, esta vez minúsculo y con entornos precisos, una suerte de Pepito Grillo, procediendo a la interrogación dialéctica de la composición o por lo menos a su malicioso distanciamiento.

El collage como principio de realidad y experiencia de la vorágine

Para Ugalde, el collage representa su vínculo con la realidad, su principio de realidad por así decirlo. El collage —cromos, postales, piezas de madera, tejidos, fotografías cubiertas de pintura y retocadas por Photoshop, serigrafías y baldosines pegados en el lienzo, así como sus vídeos, que son fundamentalmente un conglomerado de elementos heterogéneos—, es en definitiva el medio de expresión con que el artista se ancla en la realidad de lo cotidiano a fin de reconfigurar el mundo.

Toda la estética ugaldiana esta nutrida por una reflexión sobre el exceso en los distintos sentidos de la palabra. Puede tratarse del exceso en las múltiples influencias y experiencias vividas durante la Movida madrileña, o bien los excesos debidos a la industrialización y mercantilización del mundo, la urbanización galopante, la avalancha de imágenes y datos procedentes de los mass media y sobre todo de las nuevas tecnologías etc. En los años noventa, cuando empieza el nuevo corpus de obras con fotografías en blanco y negro, el artista se refiere principalmente a la sobreabundancia del consumo derivada de la sociedad industrializada, y los desastres urbanísticos provocados por tal desarrollo. Sus composiciones ponen en escena grandes bloques, autopistas, urbanizaciones de ladrillo de las que proliferan en toda España con su imprescindible piscina, cementerios de coches, electrodomésticos en desguaces, etc. Los personajes que pueblan la composición podrían calificarse de “los sin nombre”, para retomar una expresión del filósofo alemán Walter Benjamín, transeúntes de su propia vida a los que el artista retribuye un protagonismo, con una benevolencia matizada por el humor, cercana a la ternura berlanguiana en Bienvenido, Mister Marshall (1953).

Pero el collage también puede ser considerado por Ugalde como un modo de canalizar las distintas vorágines de nuestra época. En particular en sus obras más recientes, en las que el artista procede a una verdadera ecología de su propio ecosistema, situando el collage en estrecha conexión con su experiencia existencial impregnada de inquietudes ambientales; aquí, el artista reutiliza antiguos lienzos suyos, piezas ya expuestas y por lo tanto referenciadas, que recompone y transforma, yuxtaponiendo collages antiguos con otros más recientes, de modo que incardinan la obra en un nuevo relato, asignándole un nuevo destino. Sirva de ejemplo la pieza titulada Desguace (2021), una inmensa fotografía en blanco y negro de la carrocería de un coche abandonado en un descampado pegada en un lienzo y bordada de amplias pinceladas de pintura, mientras que en el centro figura el collage de un cromo representando un personaje con sombrero puntiagudo y paraguas. En 2001, durante su etapa anterior, esta composición se titulaba La carrera del siglo. Veinte años más tarde, el artista añade nuevos collages, pequeños cuadros enmarcados y todo un abanico de motivos ugaldianos en una construcción ordenada y circunscrita por los diferentes marcos, dándole a la composición un ritmo casi constructivista.

La exposición Juan Ugalde. La nave de los locos, en alusión a la obra de El Bosco del Museo del Louvre (París), es una muestra antológica de la polifacética obra del artista, basada en el collage. El montaje, autoría de Ugalde, consiste en un collage de sus collages, suerte de mise en abyme o “meta obra” ugaldiana. Una presentación por acumulación respetando la configuración de las salas del MUSAC en forma de nave, reminiscencia de la histórica vocación museística que tenía a bien presentar y enfatizar un saber patrimonial clasificado y cuantificable, tal y como lo había formulado la Ilustración con su utópica noción de archivo universal puesta al servicio del progreso humano.

Por el contrario, en el museo imaginario de su propia obra, y lejos de cualquiera rigidez propiamente cronológica, Ugalde se refiere, con humor y poesía, a la dantesca desmesura de nuestra época tecnológica, que nos asalta y solicita ininterrumpidamente, como si en esta estética de la abundancia y del consumo el artista se preguntara: ¿qué vamos a hacer con todas estas imágenes? Y ponga en marcha este montaje-collage actuando como mecánica de la acción y de reconfiguración del mundo.

La Nave de los locos, exposición Juan Ugalde en el Museo Arte Contemporáneo de Castilla y León. De León

La muestra se acompaña de una publicación que incluye imágenes de todas las obras expuestas y varios textos realizados por la comisaria de la exposición, Nathalie Pariente, el poeta y ensayista Roger Wolfe, el historiador Horacio Fernández y el crítico de arte Quico Rivas, así como una selección de textos del propio Juan Ugalde.

José Belló Aliaga

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