Kissinger contra la Hispanidad: El magnicidio de Carrero Blanco

A las 9 horas y 27 minutos del 20 de Diciembre de 1973, el Almirante Carrero Blanco era asesinado. Han pasado 50 años del magnicidio del entonces presidente del Gobierno español. Este hecho cambió, no sólo la historia de España, sino de toda la Hispanidad.

Carrero Blanco sabía la importancia de ser una potencia nuclear; que el poder se gana, no se mendiga. El día antes de su asesinato, a pocos metros de la embajada de EE.UU., tuvo una tensa y larguísima conversación (6 horas en total, según la investigadora Cristina Jiménez) con Henry Kissinger. Carrero se negaba a firmar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares; era consciente de que hacerlo convertiría a España en una potencia de tercera clase. De Gaulle, presidente entonces de Francia, tampoco lo firmaría, de ahí que el país transpirenaico siguiera contando en el concierto internacional; también apoyaba la postura española; De Gaulle siempre trató de reducir el enorme poder que EE.UU. quería atesorar en el llamado mundo occidental.

Aquella conversación sigue clasificada; no obstante, hubo filtraciones de enorme trascendencia, como la siguiente frase lapidaria y conmovedora: “Cuando España es fuerte es peligrosa”. La pregunta inmediata es: ¿peligrosa, para quién? Para el Nuevo Orden Mundial que la entente anglosajona buscaba consolidar tras la II Guerra Mundial. Por ese orden brindó el Mº de Exteriores español, Laureano López Rodó, levantando su copa ante Kissinger, mencionando literalmente las palabras citadas: “Nuevo Orden Mundial”. Podemos ver que la obsesión viene de lejos.

¿Por qué España podía ser peligrosa si ganaba poder? España, en sí, es poca cosa, pero la Hispanidad es un gigante despedazado, pendiente de que alguien lo reacomode. Carrero lo sabía; era un hombre culto con un profundo conocimiento de la historia; sabía que la mala política es resultado de la falsa historia -como Marcelo Gullo suele repetir, parafraseando al Juan Bautista Alberdi de la senectud-.

No se trataba, sólo, de evitar que España fuera una potencia nuclear; había que evitar el efecto contagio en el resto del mundo hispano y frenar a toda costa lo que podría ser el inicio de un proceso de insubordinación del patio trasero de EE.UU. y la posible transferencia de tecnología de España a los países hermanos.

Kissinger cruzó corriendo nuestras fronteras sin dar explicaciones. 24 horas después, el Almirante Carrero Blanco moría asesinado junto con su chofer y escolta en un Dodge Dart sin blindaje fabricado en España; salía de misa.

La historia oficial, por tanto, poco fiable, se encargó de esparcir un relato aún dominante, sospechoso de haberse dictado o redactado en centros de poder foráneos. El Régimen no era monolítico y algunos, como el impulsor del brindis a favor del NOM, preferían una España posfranquista totalmente subordinada a EE.UU., que con cierto margen de soberanía.

Uno de los pilares del relato fue que el asesinato de Carrero dinamitaba la continuidad del franquismo. La cruda realidad fue que tras el magnicidio España firmó su inexorable decadencia de la mano de otro Régimen al que le importaba poco la soberanía de su país. Es cierto que España había permitido el establecimiento de bases militares de utilización conjunta. Suele olvidarse que Carrero no permitió a la fuerza aérea estadounidense repostar en territorio español durante la guerra del Yom-Kipur (del 6 al 25 de Octubre de 1973) Negativa muy reciente a la fecha de la visita de Kissinger y el consiguiente magnicidio ¿Se imaginan a cualquier gobierno “democrático” negar nuestro suelo a la aviación militar de EE.UU. en una guerra?  ¿Se imaginan a González o a Aznar actuando así? El Almirante no era un hueso fácil de roer.

El Régimen del 78 nació de rodillas, pero no frente a los poderes fácticos internos, como aun se empeñan algunos para desviar la atención; porque los únicos poderes de verdad estaban afuera, con terminales españolas perfectamente establecidas: en el mundo de los negocios, político, militar, incluso en la propia Iglesia: podríamos hablar del cardenal Tarancón.

“La llegada del PSOE al poder supone la normalización del funcionamiento democrático”, transmitían los medios de comunicación con estas o parecidas palabras. El R-78 necesitaba homologarse -palabra muy utilizada en vez de arrastrarse, mucho más veraz-, y se repartió los papeles: La OTAN le corresponderá a la derecha, el desmantelamiento industrial a la izquierda.

Calvo Sotelo presidió el Gobierno 22 meses; su principal legado fue meter a España en la Alianza Atlántica, pero de a poco, gradualmente, con vaselina.

Es decir, fuera de la estructura militar. “OTAN, de entrada, no”, respondió el PSOE; la teatralización de la política marchaba a toda vela. Kissinger podía estar tranquilo; con esta gente, España nunca sería peligrosa. El 30 de Mayo de 1982, España ya era miembro de la OTAN. Calvo Sotelo evitó este trance a Felipe González, que 6 meses después ganaría por mayoría absoluta. Comenzaba el mayor latrocinio y subordinación nacional de nuestra historia.

En 1985 se firmó la adhesión a la CEE; paralelamente había comenzado el desmantelamiento del sector industrial patrio; a eso llamo el mayor latrocinio de la historia: privar a unas generaciones del patrimonio, del conocimiento y de las habilidades que sólo permite la industria, creada con el enorme esfuerzo de sus predecesores. Semejante atropello debía ejecutarse por los “defensores” de la clase obrera. Felipe González demostró el acierto de quienes lo eligieron: tanto la inteligencia de EE.UU. como sus monaguillos aventajados del SPD alemán y su red de fundaciones filantrópicas.

Los “defensores” de la clase obrera, los del puño y la rosa, aceptaron encantados que España se convirtiera en un país de tercera categoría en la división europea del trabajo. Unos países centrales se quedaron con las actividades de alto valor agregado y a España se la pateó a la periferia a tratar de sobrevivir con las actividades descartadas, todas ellas de pésimo valor añadido. Así, la industria paso de un 30% del PIB a un 16%. Hay que reconocer mucho mérito al Partido Sometido a la Oligarquía Extranjera, como lo llama Santiago Armesilla, para convencer a sus votantes que todo lo hizo por su bien y que el culpable es un fantasma llamado Franco -curiosamente responsable de la industrialización- y una ultraderecha que quiere acabar……..¿con qué?; ¿queda todavía algo? Sí queda, sí. Acabará con ello esta nueva generación de los Sometidos a la Oligarquía Extrajera, capitaneada por un androide político que atiende al nombre de Pedro Sánchez.

En 1987, el obediente Partido Sometido a la Oligarquía Extranjera firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, aceptando que arrodillado se podía vivir bien. A quienes les recordaban que Carrero Blanco había sido un patriota, les respondían con la lógica propia de los encefalogramas planos: Carrero fue un fascista, franquista, retrógrado y meapilas ultracatólico; como podrá verse, todo muy racional, propio de mentes brillantes y cultivadas.

Un año antes -1986- el Gobierno de González estableció relaciones diplomáticas con Israel. Nada que objetar; ahora bien, no hay que ser muy avispado para entender que el PSOE de Suresnes regresó a España con una chuleta en el bolsillo de los asuntos urgentes a realizar cuando lo auparan al Gobierno, si quería homologarse a las “democracias occidentales”.

Todo tiene su fin, incluso para un hipnotizador como Felipe González. El PP de Aznar estaba listo para el relevo; además había que atar más en corto a España, no fuera a adquirir cierta fuerza y se volviera peligrosa. El paso siguiente fue meternos en la estructura militar de la OTAN.

Para dar vaselina a esta nueva tomadura de pelo, se nombró Secretario General de la misma a Javier Solana (1995-1999) ¿Cómo no estar en la estructura militar si un español había estado al frente? Antes del nombramiento, Solana pasó las pruebas pertinentes ante el Council on Foreign Relations, clave de bóveda de la política exterior estadounidense. Al parecer, salió con nota, de lo contrario no se le habría nombrado Alto Representante para la Política Exterior y Seguridad Común de la UE nada más finalizar su mandato en la Alianza Atlántica. Aznar tenía el camino expedito para empujar a España a la estructura militar. Nuestros soldados recorrerían el mundo sin saber qué se les había perdido en aquellos rincones y asistirían a los cursos de adoctrinamiento correspondientes: La patria es la OTAN, o sea, el “mundo libre”, lo demás, localismos trasnochados; eso sí, Ceuta y Melilla que se defiendan solas.

Para quienes piensen que el magnicidio de Carrero fue un hecho doméstico sin trascendencia geopolítica, habrá que recordar que en 1976 fue derrocada María Estela Martínez de Perón; “vienen por las fábricas”, diría la presidente antes de su derrocamiento, refiriéndose al mayor delito que un país podía cometer a los ojos de los amos del NOM: El desarrollo industrial. Era la época de las dictaduras militares promovidas por el propio Kissinger en Iberoamérica.

En 1978 correría idéntica suerte Aldo Moro, un año después del histórico encuentro entre el propio Moro y el secretario general del Partido Comunista italiano, Enrico Berlingüer, que abría las puertas a un posible pacto de gobierno. Un Berlinguer de comunismo edulcorado, tras presentar oficialmente el eurocomunismo en marzo de 1977 con Carrillo y Marchais en la capital de España.

En 1981 fallecerían Omar Torrijos, presidente de Panamá, en un accidente de aviación y el presidente de Ecuador, Jaime Roldós Aguilera.

En su libro Confesiones de un sicario económico, John Perkins afirmó que la razón de la muerte de Roldós habría sido su plan de reestructuración de los hidrocarburos, que atentaba contra los intereses de EE.UU. En cuanto a la muerte de Torrijos, el mismo autor la vincula con sus medidas de gobierno y los intereses estadounidenses.

Honestamente, creo que para entender el asesinato de Carrero Blanco debemos dejar de mirarnos al ombligo, levantar la vista y observar el tiro al blanco promovido en toda la Hispanidad ¿Cuál fue el denominador común de las muertes o derrocamientos en el mundo hispano durante ese período? Tratar de elevar la condición de los países en el concierto internacional. La industrialización es un delito; va en contra de la división internacional del trabajo impuesta por la Pax anglosajona. El otro delito, esta vez a la italiana, estuvo en un posible pacto entre la democracia cristiana y el PCI, por mucho que este último se hubiera diluido en el proyecto eurocomunista.

El Régimen del 78 es una farsa magníficamente teatralizada al servicio, sin contraprestación alguna, de un Nuevo Orden Mundial que, como hemos visto, no comenzó antes de ayer.

Marcelino Lastra Muñiz

mlastramuniz@hotmail.com

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4 COMENTARIOS

  1. Son las 3:30 AM en Manila (Filipinas) del 24 Dic. 2023, me hago mi primer cafe del dia y me tropiezo con su marravilloso articulo! …. y hasta ahora estoy anonadado, con la boca abierta …. no se siquiera si respiro …. !

    Un filipino insignificante, en su primer curso en la facultad de Medicina de la Complutense, temprano, oye el magnicidio del almirante, y «pasmao» de nuevo, como si fuera ayer o lo mas anteayer.

    En aquellos años, España con el Caudillo, España era un paraiso, idilico.

    Le doy las gracias por brindarme la luz – mas bien la lucidez – de aquella mañana de 1973 …. casi una maquina del tiempo continuada por esta mañana del 2023 en segundo capitulo.

    ¡Felices fiestas a Vd., su familia y a todos los amigos de «nuestro» maravilloso pais!

    Muy agradecido …. Un fuerte abrazo,
    Francisco Morato Lim

  2. Gran y realista artícvlo. Por desgracia es la realidad que nos toca vivir con la profunda anestesia de gran parte de la sociedad española
    Desconocer la historia normaliza la falsa política que padecemos.

  3. Una joya de artículo, don Marcelino. Pleno de honestidad, ausente de complejos. Ojalá y sus escritos sirvan para abrir los ojos a tantos que habitan la mentira oficial. La historia no es como nos la han contado. La historia no es como acaece actualmente ante nuestros ojos.

    No es una destrucción de nuestra soberanía, es el sometimiento a una tiranía. Qué cómodo es hacer guerras a distancias oceánicas mientras en tu país se vive seguro y en paz a cuerpo de rey, a costa de las vidas y el dinero ajeno. Y el resto del continente, sometido al subdesarrollo y a la desestabilización perpetua para que nadie nos fastidie la fiesta. Y si necesitamos dinero, pues otra guerra, y vuelta a empezar.

    Efectivamente, no queda mucho que esquilmar en España: sólo queda la Nación. Y van a por ella, a por todos nosotros. Y van izquierdas y derechas, progresistas y conservadores; miembros todos de la misma farsa. Un reparto de papeles para mantener la ficción de una supuesta diferencia ideológica. El votante podrá elegir entre una opción y su opuesta; realmente es lo mismo. Ya le dijo Zapatero a Rajoy, que no iba a derogar ninguna de sus leyes. Recientemente se lo repitió Sánchez a Feijó, que nada de lo que ha hecho se iba a cambiar.

    En fin, como dijo Laurence Fink en el Foro de Davos: «Hay que educar al pueblo para que vote al líder correcto». Añado yo, y si esto no es posible, se hunde el Maine o se manda a los cielos a Carrero Blanco.

    Feliz Navidad, don Marcelino, para usted y todos sus seres queridos. Vaya pensando en compendiar sus artículos en un libro. Sería un bonito regalo de reyes.

  4. Todo es verosímil y estoy seguro que es así. Me siento muy mal por la poca dignidad que mostramos en España, apoyando un país como los EE.UU. y Europa, que ambos nos han hecho mucho daño.
    Esta versión seguro que es de sobra conocida por nuestros servicios de inteligencia y todos los presidentes de gobierno que ha habido desde la transición hasta hoy.
    Delata la miseria moral y la cobardía de todos ellos, porque además de no contarnos la verdad, se han sometido a las directrices económicas que nos han marcado esta banda de criminales.
    Opino que, ¿Por qué no nos revelamos ante estos juegos de poder tan sucios? Queda un largo trabajo por hacer, en primer lugar, reconocer a patriotas honestos como Carrero Blanco y Franco. VOX debe aparcar los miedos y revelarse como un partido que, aunque minoritario plante cara de verdad a toda esta CHUSMA PEPERA Y DE IZQUIERDA.
    Enhorabuena Marcelino Lastra por tu valiente y magnífico artículo.

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