Cambalache (1)

Ese es el nombre de un tango –ahora tan devaluado con Milei y como Milei, pero a la espera de otras voces y otros ámbitos– pero con observaciones contundentes, de la mano de Santos Discépolo.

Observaciones sobre lo que cambia y sobre lo que permanece.

Letreas que en parte prolongan la afirmación de Tomasso di Lampedusa: “Que todo cambie para que todo siga igual”.

El mundo fue y será una porquería, ya lo sé/
En el quinientos seis y en el dos mil también
”.

Incluso, señala:

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/
Ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”.

“Todo es igual, nada es mejor/No hay aplazaos ni escalafón”.

Y lo de escalafón viene al pelo con lo que comentamos.

“Siglo veinte, cambalache, problemático y febril/
El que no llora no mama y el que no afana es un gil/
Dale nomás, dale que va”.

No sólo Cambalache por el cambio de principios, estrategias, valores y opiniones.

También por los cambios personales y de personas.

Que en Ciudad Real se produzcan movimientos encadenados y superpuestos en la política de nombramientos oficiales no tiene nada de anómalo.

Aunque siempre sean inexplicados e inexplicables

Visto lo visto, y visto lo que ocurre a nivel nacional.

O si  ir más lejos en Toledo, con Milagros Tolón: ahora Delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, antes diputada al Congreso y concejala, y un poco antes alcaldesa de Toledo. Sin citar la presidencia del Comité Federal del PSOE.

Pura repetición y desfile interminable.

Toda una norma.

Como ha pasado el Albacete con Emilio Sáez Cruz, perdida la condición de alcalde por la de diputado al Congreso.

Si la delegada provincial de Desarrollo Sostenible en Ciudad Real, Cristina López Zamora deja de serlo, no es por pérdida de confianza.

Tiene que ver con la renuncia de Isabel Rodríguez al escaño provincial del Congreso, para mejor desempeño de sus tareas ministeriales reasignados en el nuevo esquema de gobierno.

Esos movimientos previos y acelerados tuvieron que ver con el resultado de las elecciones del mes de marzo.

Que fueron rectificadas con el resultado de las elecciones de julio.

 Así, Blanca Fernández, perdió la portavocía y la Consejería de Igualdad, para pasar a desempeñar la Delegación Provincial de la Junta de Comunidades en Ciudad Real.

Que venía ocupando Carmen Teresa Olmedo ahora promovida a Viceconsejería de Educación y Cultura.

De igual forma que Inmaculada Jiménez, exalcaldesa de Tomelloso, asumió las riendas de la delegación provincial de Economía y Hacienda.

O que Manuel López Alcorocho asumió la delegación de Fomento, tras su paso como vicepresidente de la Diputación.

O el mismo José Manuel Caballero, perdida su condición de Presidente de la Diputación, fue nombrado Vicepresidente Segundo del gobierno regional.

O Eulalio Díaz Cano Olmedo, que pierde su condición de alcalde de La Solana, para pasar a ser delegado provincial de Bienestar Social.

Con ello, López Zamora, que fuera diputada a Cortes, en la legislatura anterior junto a Miguel Ángel González, vuelve a la Carrera de San Jerónimo.

Volver a empezar.

Volver sin haberse ido.

Por no hablar de los presidentes autonómicos y alcaldes que mandan al Senado en la cuota autonómica, desde Juan Espadas a Ximo Puig y Fernández Varas.

Y ese es un salto muy reputado y repetido: de la alcaldía al Senado, como muestra Pilar Zamora.

Como fueron, también, los casos de Selas, Gil Ortega, Romero.

Para dejar sitio ahora López Zamora a Casto Sánchez, que ya había sido delegado de Fomento, luego incluido en la lista municipal de Puertollano y ahora de nuevo delegado de Desarrollo Sostenible.

Y es este un hecho remarcable y claramente insostenible: la repetición de nombres en torno a un cargo.

 O a varios cargos.

Sin incompatibilidad posible.

Sin especialización  deseable.

Como si no hubiera banquillo suficiente.

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