Manila, una perrita de Argamasilla de Calatrava símbolo del abandono: su hallazgo, enferma y atada, urge a mejorar la Ley de Bienestar Animal

Las protectoras de animales, que subsisten gracias a una red de solidaridad y apoyo mutuo, solicitan a la Administración medios económicos y un mayor control del cumplimiento de la ley por parte de los particulares.

Aún cuesta mirar de frente a Manila. Su cara y sus patas sin pelo y con la piel afectada por una leishmaniosis severa dan la sensación de estar en carne viva. Sus orejas están carcomidas por la enfermedad, y sus patas, recién cortadas las uñas después de años de dejadez, están atrofiadas, algo deformadas, también sin pelo en las pezuñas.

El pasado mes de marzo esta perra joven, que calculan no ha vivido más de tres primaveras, fue encontrada en condiciones de salud extremas atada a un valla en la localidad ciudadrealeña de Argamasilla de Calatrava.

«La persona que la encontró me avisó y nos hicimos cargo al ver que estaba en muy mal estado», narra Elena García Galán, miembro de la organización ArgAnimal, que asegura que el procedimiento normal hubiese sido que la Policía Local la entregara a la residencia canina con la que el Ayuntamiento tiene el convenio de recogida, aunque reconoce que «en esos lugares no suelen acabar bien los perros».

Por su parte, el Consistorio de Argamasilla de Calatrava no ha querido hacer declaraciones sobre este caso.

No se sabe nada de la anterior vida de Manila, ni dónde, ni cómo ni a cargo de quién sobrevivió hasta su abandono. «Se encontró en un paraje de campo, es mestiza de pastoreo, así que imaginamos que es de algún ganadero de la zona que la dejó morir», afirma García Galán.

Mientras habla, Manila no se aleja de sus caricias; se muestra curiosa y cariñosa con todas las personas y convive con otros perros y gatos en la casa en la que está acogida.

Un mes después la perra va sanando lentamente, ganando peso y agilidad. La voluntaria de ArgAminal asegura que en cuanto ha tenido su medicamento y su atención veterinaria, «ha mejorado muchísimo». También afirma que ha tenido suerte de que la encontraran a tiempo en la valla donde alguien la dejó atada. «Y menos mal que salió de donde estuvo, que si no…».

Los próximos pasos son acabar el tratamiento y ofrecer a Manila los cuidados y el cariño que no ha tenido hasta ahora. Una vez le den el alta y su enfermedad esté controlada, «se pondrá en adopción, como todos los demás, para que encuentre la mejor familia».

LEY DE BIENESTAR ANIMAL Y RESPONSABILIDAD PENAL

Cuando encontraron a Manila, desde ArgAminal se realizó un llamamiento a través de redes sociales tanto a los vecinos como al Ayuntamiento de Argamasilla de Calatrava para que, si tenían información sobre la persona que tenía a su cargo a la perra, denunciaran al responsable de una atrocidad que constituye además un delito.

Sin embargo, Elena explica que, como ocurrió con Manila, «al no tener microchip, la denuncia no va a ningún lado, porque se necesita saber de quién es».

En los casos en los que hay microchip, la asociación puede interponer una denuncia al dueño: «Si la justicia sale bien, hay una multa económica y si no, pues nos quedamos igual, pero el perro se quedaría siempre con nosotras, casi nunca se devuelve al dueño».

Respecto al perfil general de perros que suelen recoger desde ArgAnimal, asegura que la mayoría «son perros grandes, el típico perro que dejas en el campo para que te lo cuide, o típico de ganadería; mastines y mestizos de pastor alemán, eso tenemos un montón. Luego también hay de caza, bracos, podencos».

Muchos de estos animales no están amparados por la Ley de Bienestar Animal, que excluye de su ámbito de aplicación a los perros de caza y demás animales auxiliares para la actividad cinegética y todas las actividades deportivas con animales amparadas por el Consejo Superior de Deportes.

Además, García Galán comenta que a raíz de la aprobación de esta nueva ley, los consistorios necesitan contar con una empresa que se encargue de la recogida de animales abandonados, y afirma que suele suceder que «la empresa que cogen es la más barata y no miran por nada más. Puede ser que eso al final salga mal y los que pagan son los perros y los gatos».

Escasos medios en una red sostenida por la solidaridad Casos como el de Manila son el día a día para las protectoras de animales en Castilla-La Mancha, que están desbordadas en la segunda comunidad autónoma con más casos anuales de abandono de perros.

Faltan lugares donde acoger a los animales y dinero para hacer frente a los gastos. En esta ocasión, «como vimos que estaba en muy malas condiciones, pusimos una publicación [en redes sociales] rápido para que la gente donase». Entre otros tratamientos, Manila necesitó una transfusión de sangre y tratamiento contra la leishmania y los parásitos intestinales.

Elena afirma que, normalmente, si no se necesitan cuidados veterinarios, «no pedimos nada, solo una adopción o una casa de acogida, pero en este caso sí que los necesitábamos para que mejorase lo antes posible».

Las protectoras de animales no cuentan con ningún tipo de ayuda pública, dependen de las donaciones particulares y de los propios medios económicos de los voluntarios de cada organización.

«Nada, no hay nada. Si no tienes un convenio con un ayuntamiento, que en ese caso ofrecerá lo que se pacte en el convenio, nada». Entre las solicitudes a las distintas administraciones, la portavoz de ArgAnimal asegura que les hace falta «más presupuesto siempre, porque falta dinero por todos los sitios».

«Y también controlar la implantación del microchip –obligatorio por ley–, gestionar las vacunas, la castración, muy importante, porque al final es que todos los cachorros los da al vecino, al primo, al abuelo, y eso no va a ningún lado», ha apuntado.

REDES SOCIALES COMO ALIADAS

Ante la falta de apoyo institucional, las redes sociales son una potente herramienta para estas organizaciones, tanto para la comunicación entre ellas como para conseguir hogar a los animales.

«Entre protectoras siempre tenemos comunicación. para buscar hogar a los animales, por si necesitan ayuda o por si a mí me sobra pienso, dárselo a quien lo necesite. Y ya no sólo de Castilla-La Mancha, también hay de otras comunidades, sobre todo por el norte», detalla la portavoz.

Las organizaciones que trabajan por los derechos y el bienestar de los animales crean así una red de solidaridad y apoyo mutuo que sostiene su trabajo diario.

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