Me gusta mi región. Y llevo con naturalidad la obstinada presencia de Castilla-La Mancha en los fondos de saco de las estadísticas desde que sólo la comparo con nosotros mismos. Hace años viajaba de Ciudad Real a Puertollano por una carretera de país en desarrollo y hoy, apenas, un paseo, pese a los eternos baches. Basta comparar el punto del que partimos con el lugar donde nos encontramos para reconocer que de la CLM que nació hace 26 años no queda sino un pálido reflejo. Sin embargo, en estos días de discretos fastos indentitarios descubrimos que los reflejos siguen existiendo y que no son tan pálidos. Que haya más y mejores servicios, centros de salud, bibliotecas, infraestructuras, carreteras, colegios, empresas, iniciativas que nos hacen pioneros, la farragosa lucha por el agua (y su utilización política) significa que todo estaba por hacer, que se ha evolucionado favorablemente y que la Junta y su Administración no tienen más mérito que el de cumplir con el mandato que les hemos dado. Castilla-La Mancha necesita una nueva ley electoral que refleje la verdadera pluralidad de la región, que remineralice y revitalice la democracia, que lleve transparencia a la gestión pública y privada y donde las iniciativas se hagan de manera seria, calculada. Bien.
En el otro extremo del fasto se encuentra la familia de La Venta de la Inés, que anda todavia componiendo el retrato de nuestros Santos Inocentes. También para ellos debería ser el Dia de Castilla-La Mancha, pero me temo que son reflejos demasiado incómodos de la realidad, sobre todo un día tan señalado como el 31-M, Día de CLM de la Caja Intervenida, la LOTAU reformada, la Ley Electoral a la carta, de la Televisión Pública infame que ningunea a los grupos pequeños (como la Ley Electoral) y de castellanomanchegos en situación de insólita penuria que no apuntan un solo garabato en las agendas de quienes gobiernan. CLM es grande hagámosla mayor. Más democrática, donde Iniesta reciba su reconocimiento justo y los Ferreiro puedan vivir sin temor al vecino terrateniente, donde las Cortes se abran a todas las sensibilidades, donde la Caja reanude sus tareas con control y decencia, donde no se reformen leyes al albur y donde la CMT ofrezca un reflejo real de la región que televisa, donde cada cual ocupe su sitio y cada palo aguante su vela.









