Ventajas e inconvenientes del hombre casi eterno

Fermín Gassol Peco.- Hace un tiempo leía una noticia que comentaba el descubrimiento científico por el que modificando el comportamiento de dos o tres genes, la vida de los hombres podría prolongarse hasta los trescientos años. Impresionante en principio a la vez que sugestiva la noticia. No porque tengamos que prepararnos para tan larga estancia; nosotros no vamos a tener tiempo para saber si esta hipótesis de trabajo va a lograr convertirse en realidad.
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Hemos llegado tarde una vez más al pasado y demasiado pronto al futuro. Supongo, ignorante que este logro de la modificación genética sería posible en los primeros momentos de la fecundación pues no parece que de mayores queden más soluciones a nuestro paulatino ocaso que la cretina “crema antiedad”, maquillaje de una realidad que empieza a molestarnos, que bueno está.

Pero después de recibir con optimismo altruista la noticia de poder tener una vida temporal más larga, viene la duda gratuita, ¿En qué estado llegarían los vetustos seres a esas edades tan altas y venerables? Vivos desde luego, que es lo importante, porque para morirse hace falta sólo un momento. Coleando ya no creo. Vivir tres siglos al ritmo que va esto, debe ser algo grandioso. Y costoso “de narices” para el ministerio del ramo. Aunque por otro lado tampoco sería mayor problema porque habría muchos más cotizantes. Eso sí, una de las modificaciones más urgentes y necesarias tendría que ser posponer la edad de jubilación a los doscientos cincuenta años por lo menos, con la condición de haber estado dado de alta en torno a unos ciento ochenta.

Lo que sí parece atractivo de este hecho es el tiempo que tendríamos para ser jóvenes. Eso de estar “chupando de los padres” hasta los sesenta años, es un invento que lo firmaría cualquiera.

Otra ventaja de vivir tanto tiempo es que aprenderíamos muchas más cosas o pasaríamos muchos más años delante del ordenador o invento posterior, chateando con los amigos que estén viviendo en otros planetas. Es lo bueno de vivir tanto tiempo, supongo, que dispones de muchas más ocasiones para perderlo. Pero lo más bonito de esta hipótesis es que coexistiríamos tranquilamente ocho o nueve generaciones lo que daría a las celebraciones familiares caracteres de grandes eventos de continuas y simpáticas reuniones.

Lo que no me gusta nada de vivir tanto tiempo es la cantidad de años que habría que estar trabajando; más de siglo y medio para al final, morir también. Nuestro siquismo no se encuentra preparado para tanta dilación. Las cosas hay que hacerlas a su tiempo. Hasta la muerte tiene que ser a su debido tiempo. De momento estamos vivos, no sé cómo, pero vivos, eso al menos es lo que nos dicen. Yo me toco muy a menudo por si acaso. Y además, con lo que está cayendo en el planeta todos los días, ¿Quien aguantaría aquí doscientos y pico años más? Yo no creo. Aunque bueno, nunca se sabe…la verdad…no estoy seguro.

 

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