Quevedo y las vacas nacionalistas

Ángel RomeraDicen que dijo Antonio Cánovas del Castillo «es español el que no puede ser otra cosa», hastiado de discutir definiciones de lo nacional con los regionalistas en un congreso constituyente; así lo anotó Galdós, pero hace tiempo descubrí que la verdad pura y simple es que Cánovas citaba a Quevedo; y lo conocía muy bien por la edición que hizo de él y le regaló su amigo Aureliano Fernández Guerra:

«Harto de ser español
desde el día en que nací,
quisiera ser otra cosa
por remudar de país»

(Romance LXXI, «Cansado estoy de la Corte…», en F. de Quevedo, Parnaso español… Madrid: Ibarra, 1772, IV.º, musa Thalía, p. 488)

En este romance Quevedo va despreciando diversas naciones de Europa y decide irse a Galicia, porque sus mozas son… ejem. A mí, la verdad, me satisface la definición. Es español el apátrida, anarquista, quejica y descontentadizo que busca siempre sin encontrar acomodo. Algo así como un nacionalista catalán, ansioso de ser uno, grande y libre. Es catalán el que no puede ser otra cosa. Qué ombligo más magnífico, el de un catalanista; no se parece a ningún otro ombligo del mundo, ni siquiera al de Adán, que no fue un hijo de su madre. Otros lo llaman paranoia; dejémoslo en vulgarísimo y decimonónico nacionanismo. Hoy que incluso el reaccionario Pedro Sánchez intenta reformar la Constitución para salvar del definitivo descrédito a los nacionalistas, conviene recordarlo.

vacaEstas estupideces raciales que intentan sublimar al hijo meñique o pulgarcito ensalzando la figura del varonil padre o la materna y lechera diosa madre, algo estudiado por Poliakov (y Juaristi en su El bosque originario), son tan (etimológicamente) idiotas como peligrosas. En el fondo se trata de simple racismo o su vertiente light, el clasismo: eso y no otra cosa es lo que son los nacionalismos aunque lo disimulen. No en vano una vez Enzensberger le preguntó a Arzallus qué era un vasco y se quedó mudo. Habría tenido que definirse ataporcino.

Al respecto creo conveniente informar al patio de que una mutación en Bélgica fomentada por la selección artificial provocó el nacimiento de vacas gigantes como las de la foto, de dos metros de altura, tan grandes que son como toros alimentados con esteroides o políticos con sospechoso forraje de 7% nacionalista contaminado con el virus loco de Creutzfeld-Jacobs. Sin embargo, estas vacas gigantes son originarias por un lado de Bélgica y por otro de Inglaterra; el cruce de ambos ganados ha producido hace poco estos monumentales animales, que crían hasta tres veces más carne que el vacuno normal, aunque son susceptibles de sufrir fracturas en las patas y otras enfermedades por su gran tamaño; por contra, la tautogenética endogamia nacionalista provoca enanismo físico y mental, degeneración económica y corrupción; tomen nota los aldeanos autonomiqueros: véase, por ejemplo, Jordi Pujol, que no termina de arrancar del suelo, a pesar de sus profundas raíces autóctonas, o el tonto del pueblo Artur Mas, al que ya no quedan ni toros ni caballeros con espada Excalibur para sus plazas redondas: le producen españoiditis. Pero hace poco lo han publicado los periódicos: los mestizajes humanos producen gente más sana y más inteligente, y mucho más cuanto más distantes sean los linajes.

Sería un buen modo de revitalizar la fiesta nacional usar toros de esta ganadería: la auténtica pesadilla de Joselito, uno de los «cuatro puntales de la catedral del toreo», que cantaba Johnny Valleybough, aunque Belmonte los torearía con mucho gusto y mucho LSD; tendrían que usar bazooka y no espada; los banderilleros irían sobre zancos y los picadores montados en elefantes; y menudos serían los encierros de San Fermín: habría que reservárselos solo a los etarras, ellos que son tan machos y partidarios de reforzar la genética onanonadora de la chulería bilbaína… La verdad es que las aplicaciones de la ciencia genética son maravillosas ¿imagináis un Gasol de tres metros y cuatro brazos, con genes de vaca culturista?

Las mutaciones humanas naturales consignadas son sin embargo más modestas: un italiano anda por ahí con niveles mortales de colesterol, pero tan campante y pimpante gracias a unos genes que lo protegen y lo transforman en una especie de supermán de la salud; estudiándolo los médicos esperan derrotar para siempre a una de las enfermedades del corazón más insidiosas. Por otra parte, algunas prostitutas de Kenia poseen unos genes que las hacen prácticamente invulnerables a las insidias del sida; un sistema inmunológico irrebatible como el suyo acabaría con las farmacias. Y así. Ojalá hubiera una mutación contra la estupidez.

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Ángel Romera

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8 COMENTARIOS

    • ¡Hombre, Pepe! Pues claro que tienen patria. Son vacas suizas, de toda la vida. Aunque técnicamente sean frisonas, o sea, de Frisia. Aquí los únicos que no tenemos patria ni nación somos los españoles, que no somos españoles sino «estadoespañoles».

      • La nacionalidad de la vaca Sor, es del titular de la recua. Esto es del que explota las posibilidades carnicas, lácteas u otras. Ya sean cabañas frisonas, suizas o avileñas. El certificado veterinario solo habla de sanidad animal y de aptitud para el consumo. Rara vez tendrá escudo, bandera e himno.

  1. Este tema (que no tu artículo. Por Dios!…) es un ABURRIMIENTO. Cuando tienes amigos y familia en Euskadi o Catalunya te das cuenta del montaje falso y de farsantes que son los nacionalismos.

    No solo es que todos evacuamos por el mismo agujero. Es que los propios catalanes y vascos normales y corrientes están hasta los MISMÍSIMOS de este asunto y pasan de querer poner más fronteras entre seres humanos que tenemos los mismos problemas, los mismos objetivos y ciertas peculiaridades y motivos culturales que nos hacen un país tan rico en cultura. Pero, el agujero es el mismo…el mismico…

    Y sí, tanto manipuladores vascos como catalanes lo hacen muy bien en la Diada o en el Aberri Eguna y todos nos acojonamos pensando que España se resquebraja (imagino que pensamos en la España con la que sueña Aznar y que solo existe en ese cerebro de serrín ultra). Pero el día despues, hasta ellos, hasta Mas o Pujol tienen que usar el mismo agujero que nosotros…

    Me ha encantado la frase que has rescatado de Quevedo y la de Cánovas. Yo me identifico con ambas. No me avergüenza ser español, me avergüenzan algunos que tienen un concepto de España grande y libre que se da de leches con la realidad de este país de regiones, de nacionalidades, de culturas, de historias, de tierras que es España y del que hasta los socialistas de Felipe González intentaban no pronunciar el nombre para no parecer «fachas».

    Al final, ha aparecido otro nacionalismo. El nacionalismo de la banderita en el coche, en el reloj, en la calle Alarcos, en la rotonda de Hernán Pérez del Pulgar, el del helicóptero de la rotonda de Fuensanta, el besamanos de curas, el que une Iglesia-Ejército-Educación y se monta el pollo del siglo. Pero si hasta Pedro Sánchez se pone ahora banderas de España en el atril…la hostia!!

    Por eso, me quedo (de nuevo) con Quevedo: “Harto de ser español
    desde el día en que nací». «Jartico»…

    Y que viva la república independiente de mi casa!

  2. Para los nacionalistas las vacas siempre son flacas. Por culpa del faraón abusón y explotador. Algo así como Syriza y Merkel.

    • Y lo jodido es que las vacas flacas de Syriza las explotaron hasta la extenuación los Merkel, Rajoy, Ansar, Pedro Sánchez y Cía.

      Cuando oía en el telediario a Rajoy rajando de Syriza y diciendo que Podemos va a hacer lo mismo con España se me removían las tripas.

      Hay dosis de cinismo que pueden llegar a envenenar. Y de la conferencia del PP, en la que toman como propio el círculo de Podemos, han salido algunas más letales que el propio Ébola.

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