La huida de Cervantes a Italia (II)

Ramón Fernández Palmeral

El viaje a Italia

   ¿Salió Cervantes de Barcelona en una galera para Génova? O ¿quizás por tierras de Francia, por Cartagena o por Málaga? Tampoco lo sabemos con certeza, sino por especulaciones, y que intentaré entresacar.

   Por ahora es una incógnita saber exactamente desde dónde y cómo viajó el joven Miguel, que contaba 22 años, en su huida de la justicia real a Italia. No sabemos con certeza con qué medios viajó a Roma, sin duda su padre le debió alentar y le proveyó de dineros y de un caballo para que saliera por piernas, primero de Madrid y luego desde Sevilla a ¿Barcelona? e Italia.

   No sabemos con excatitud cuándo ingresó en el palacio romano de monseñor Julio Acquaviva, consta que estaba el servicio del referido monseñor cuando éste tomó el cápelo de cardenal el 17 de mayo de 1570. Hay constancia documental que el 22 de diciembre de 1569 su padre solicitó limpieza de sangre en Madrid a petición de su hijo para entrar al servicio de monseñor Julio Acquaviva, si pensamos en lentitud del correo, posiblemente entraría a finales de febrero o a primero de marzode 1570.

   Solamente nos queda la especulación a través de los ecos de sus obras como de novelización de su biografía, en los que aparece como Saavedra, pues como aseguran los tres últimos versos en boca de Guzmán personaje de El gallardo español:

cuyo principal intento

ha sido mezclar verdades,

con fabulosos inventos.

   En El Persiles se nos cuenta el viaje por tierra de unos peregrinos (Periandro, Auristela, Constanza, Antonio, Feliz Flora…) a Roma para ganar el jubileo de ese año. Salen posiblemente de Madrid, pasan por La Mancha, toman el camino de Valencia, Barcelona, Perpinñan, Lenguadoc, Provenza, cuatro días en Milán, y Luca pequeña y libre ciudad, entraron en Roma por la puerta del Populo (hoy Piazza de Popolo) «besando primero una y muchas veces los umbrales y márgenes de la entrada de la ciudad santa».

   Se alojan en la posada de Manasés, justo al arco de Portugal. En la salida de Roma camino del de Nápoles, junto a un arroyo, Periandro «puso en silencio la lengua» y oyó los suspiros de dos personas, una era Serafido y el otro Rutilio, el primero padre de Persiles, que nos contará que la bella Segismunda era princesa de la isla de Frislanda (Finlandia), a trescientas leguas de Tile, la última isla en el mundo, «a quien Virgilio llamó Tule en aquellos versos que dicen, en el libro I Georg [Georgias]».

   En el capítulo X del libro tercero del Persiles, nos cuenta la historia de dos mancebos que simulaban haber sido cautivos para ganar algún dinero contando sus falsas historias:

   “…venimos a Orán con ella, y desde allí a Málaga, de donde mi compañero y yo nos pusimos camino de Italia, con intención de seguir a su majestad, que Dios guarde en el ejercicio de la guerra.”

   En El Quijote nos cuenta en la novela de El Cautivo (cap.XXXIX del I. Parte), cuando un padre de las montañas de León reparte su hacienda entre sus tres hijos, y uno de ellos, el que elije las armas, Ruy Pérez de Viedma, salió para Génova por el puerto de Alicante en una galera que cargaba lanas.

   “…uno tomó el viaje de Salamanca, el otro de Sevilla, y yo el de Alicante donde tuve nuevas que había una nave ginovesa que cargaba allí lana para Génova. Éste hará veinte y dos años que salí de casa de mi padre [22 años tenía Cervantes cuando está en Romas]…fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado…

   En el Licenciado Vidriera, nos cuenta un viaje del capitán don Diego de Valdivia y su criado Tomas Rodaja en galera desde Cartagena costeando hasta Italia.

   Allí (Cartagena) se embarcaron en cuatro galeras de Nápoles, y allí notó también Tomás Rodaja la extraña vida de aquellas marítimas casas, adonde lo más del tiempo maltratan las chinches, roban los forzados, enfadan los marineros, destruyen los ratones y fatigan las maretas. Pusiéronle temor las grandes borrascas y tormentas, especialmente en el golfo de León, que tuvieron dos; que la una los echó en Córcega y la otra los volvió a Tolón, en Francia. En fin, trasnochados, mojados y con ojeras, llegaron a la hermosa y bellísima ciudad de Génova; y, desembarcándose en su recogido mandrache, después de haber visitado una iglesia, dio el capitán con todas sus camaradas en una hostería, donde pusieron en olvido todas las borrascas pasadas con el presente gaudeamus.”

   Otra opción pude ser la de que saliera embarcado desde Málaga que es lo más probable, por estar más cerca de Sevilla. Como asegura Manuel Fernández Álvarez en pág.76 de su ya anotado libro: « los puertos de Málaga y Cartagena eran los puntos de destino habituales de las nuevas levas de soldados destino a Italia». Tan sólo debía esperar la oportunidad favorable de de que sus familiares andaluces arreglara el embarque sin salvoconducto o lo que se llama hoy en día lista de embarque. La justicia le pisaba los talones porque pues ya se sabía «que estaba en la ciudad de Sevilla».

   Creo que es en el personaje de Tomás Rodaja con quien más se identifica su autor, Cervantes tiene sesenta y seis años en 1613 cuando salió publicado el Licenciado Vidriera en el bloque de sus Novelas Ejemplares, y ya no tiene perezas por dar luz a la sombra de su pasado. Lo lógico era salir de Sevilla hacia el puerto de Málaga, quizás menos controlado que el de híspalas, por el camino del interior: Osuna, Estepa y Antequera. En el Licenciado…, Tomás acompaña a sus amos desde Salamanca a Málaga, «que esta es la patria de sus señores», y cuando pide licencia para volver a Salamanca y se la conceden, y al bajar camino de Antequera por la cuesta de la Zambra (Boca del Asno, cerca del Torcal), encuentra al capitán Diego de Valdivia que le propone vaya con él a Italia «si quería, por curiosidad verla».

   Cervantes, ya en su vejez, recuerda a Antequera, y a Málaga y su provincia, y la nombra siempre que puede. En el (I. cap.5) de El Quijote escribe «se acordó del moro Abindarráez, cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo a su alcaidía…». Que se inspira en la novela morisca Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa (1565). Nombrará los Percheles de Málaga, Vélez-Málaga tanto en El Quijote como en el Persiles.

   Si tomáramos en consideración que Tomás Rodaja es el retrato vivo del propio joven Miguel, en el texto del Licencia Vidriera, cabe otra posibilidad, la de que embarcara en Cartagena, pasando desapercibido, oculto de la Justicia al no ponerse «en lista de soldado», leamos el siguiente párrafo que nos da una presunción.

   …como si todo hubiera de suceder a la medida de su gusto, dijo al capitán que era contento de irse con él a Italia; pero había de ser condición que no se había de sentar debajo de bandera, ni ponerse en lista de soldado, por no obligarse a seguir su bandera.

   Tomás no quiere ser soldado, porque escribe «–Esto sería ir contra mi conciencia y contra la del señor capitán; y así, más quiero ir suelto [libre] que obligado».

   Es el Licenciado Vidriera nos describe Italia con gran precisión sin olvidarse de los vinos de Treviano del Nontesfrascón, el Asperino, Cinco Viñas, Guarnacha y el Chéntola, como queriendo haciendo una cata enológica con los vino españoles, como los de Ciudad Real (Real ciudad), Esquivias, Alanis, Cazalla… Es en esta novela ejemplar donde más detalles nos narra de Italia, de Cartagena a Génova por Córcega:

   Pusiéronle temor las grandes borrascas y tormentas, especialmente en el golfo de León, que tuvieron dos, que la una los echó en Córcega, y la otra los volvió a Tolón, en Francia. En fin, trasnochados, mojados y con ojeras, llegaron a la hermosa y bellísima ciudad de Génova.

   Tomás deja al capitán en Génova y marcha a Florencia en cuyo trayecto emplea cinco días:
Despidióse Tomás del capitán de allí a dos días, y en cinco llegó a Florencia, habiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien hecha, y en la que, mejor que en otras partes de Italia, son bien vistos y agasajados los españoles. Contentóle Florencia en extremo, así por su agradable asiento como por su limpieza, suntuosos edificios, fresco río y apacibles calles.

   Las opiniones de que acompañaba al séquito del joven monseñor Julio Acquaviva, de acuerdo a la novela urdida por Martín Fernández de Navarrete, según opinión de Juan Antonio Cabezas, no son de notoria certidumbre, quedaron rebatidas por Juan Antonio Cabezas, quien opina que en Roma le pidieron la limpieza de sangre para entrar como camarero al servicio del palacio de monseñor Acquaviva, que no fue cardenal hasta el 17 de mayo de 1570, nombrado por Pío V, es decir, que si hubiera entrado al servicio del monseñor en Madrid, hubiera sido en Madrid donde le hubiera pedido la limpieza de sangre y no en Roma. Limpieza de sangre que Cervantes llamará en el Coloquio de los perros «expurgar el linaje».

   En el informe de petición de limpieza de sangre el 22 de diciembre de 1569 de don Rodrigo de Cervantes en favor de su hijo Miguel al teniente corregidor de la villa de Madrid:

   …digo que Miguel de Çerbantes, mi hijo e de doña Leonor de Cortinas, mi legítima muger, estante en corte Romana, le conviene probar e averiguar como es hijo legítimo mío e de la dicha mi muger, ni mis padres un agüelos no los de la dicha mujer, hayan sido ni semos moros, judíos, conversos ni reconciliados por el Santo Oficio de la Inquisición…

   Si el informe de la limpieza de sangre no llega a Roma, como he expeculado, hasta febrero o marzo de 1570, que es a partir de aquí cuando Julio Acquaviva le toma a su servicio como camarero. Con cierto romanticismo y especulación cervantófila, cree Pellicer que el joven monseñor, teniendo noticias del ingenio de Cervantes, «y agradándole quiso ser espontáneamente su protector», pero no puede ser cierto ya que Miguel no era ni poeta conocido ni escritor promesa, ya que su primera colaboración impresa sale publicada en el libro del clérigo López de Hoyos Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicísimo tránsito y suntuosas exequias de la Serenísima Reina de España Doña Isabel de Valois, nuestra señora… en septiembre de 1569, edición de Pierre Cosin, fecha en la que Miguel se supone que viajaba hacia Italia. Otros autores suponen que Filena, hoy perdida, es una obra de Cervantes, que no tuvo éxito en Sevilla, y que ante esta pesadumbre marchó a Italia. Martín Riquer opina que cuando llegó a Roma estuvo bajo la protección de su pariente monseñor Gaspar de Cervantes y Gaete, sin duda lo presentó a Julio Acquaviva, del que fue camarero como asegura Cervantes en la dedicatoria de La Galatea (Alcalá de Henares, 1585) dedica al Señor Ascanio Colonna, Abad de Santa Sofía, hijo de Marco Antonio, Soldado en Lepanto, nos dice que fue camarero de Acquaviva:

   «…oí muchas veces decir de V.S. Ilustrísima al cardenal de Acquaviva, siendo yo camarero en Roma.»

   (En 1536 el Emperador Carlos V se hospedó en Marinee, en casa de un tal Ascano Colonna. No sé si se trata de la misma persona).

   No me queda muy claro por qué motivos Cervantes dedica su primer libro La Galatea, al Abad de Santa Sofía, el señor Ascano Colona había visitado España: «para ilustrar las mejores Universidades Della, sino también para ser norte…, especialmente los que en la poesía se ejercitan…».

   Leonor de Cortina reunió los 280 escudos entregados y 220 conseguidos de las ayudas, ¿acaso Ascano tuvo algo que ver en la ayuda de estos 220 escudos, y se lo quiso agradecer así? Entregadas a la expedición Trinitarios fray Juan Gil y fray Antón de la Bella.

   Liberación de Argel favorecida porque a finales de 1580, coincidió con el momento culminante de la negociación de las treguas por Margliani en Estambul y el cese en el gobierno de Argel del desmesurado Hasán Veneciano, y necesita dinero urgentemente.

   El valenciano don Gregorio Mayans y Siscar, nos argumenta:

   “10. De España pasó a Italia, o bien para servir en Roma al cardenal Acquaviva, de quien fue camarero, o bien para militar, como militó algunos años siguiendo las vencedoras banderas de aquel sol de la milicia Marco Antonio Colona”.

   Queda descartado que Cervantes salió con el sequito de mosneñor Julio Acquaviva desde Barcelona, patricio, hijo del duque de Atri, que había venido a España, comisionado por el pontífice Pío V, para dar el pésame a Felipe II por la misteriosa muerte del príncipe don Carlos, ocurrida hacia finales de 1568, y aprovecharía para darle también el pésame por al muerte de la reina Isabel al dar a luz.

   Por las lagunas existentes en el viaje de Cervantes a Italia, lo más lógico y razonable es pensar que lo hiciera por tierra a través de Francia camuflado entre los peregrinos a Roma y Vaticano como se cuente en el Persiles, y no por mar: Málaga, Cartagena o Barcelona, puesto que al embarcar en una galera o galeota o galeaza le hubieran exigido un salvoconducto y figuraría su nombre en las lista de pasajeros, además de un peligro de ser descubierto por la justicia real de los puertos.

   Consigue referencias facilitadas por su padre que cuenta con el aval de Alonso Getino de Guzmán, por aquel entonces alguacil de Madrid, y de Pirro Bocchi y Francesco Mussachi, que eran los banqueros italianos que mantenían relaciones con la familia Cervantes.

   Tal y como escribe Andrés Trapiello «Nos consta que tuvo trato con comerciantes iatalianos. De todos ello hay elocuentes testimonios en docuementos mercantiles y compromisoso de dote…» Sin duda la fortuna familiar de Cervantes cambio a partir de 1566 cuando Leonor de Cortines, la madre de Cervantes, recibió una herencia a la muerte de su madre, poseía bienes en Arganda, los ascendentes maternos eran castellanos.

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