{mosgoogle}Que usted pida con una mano bajar permanentemente los impuestos y con la otra aumentar el gasto público o presentar como una burla a los ludópatas un ligero ajuste en el gravamen del impuesto sobre el juego, muy por encima en Castilla-La Mancha de la tasa nacional y de otras muchas comunidades, entre ellas las gobernadas por el PP, es simplemente demagogia.
Que usted nos llame con absoluta irresponsabilidad gobernantes “inmorales sin escrúpulos” es un insulto brutal e inaceptable que rompe la convivencia. Me siento insultado y ofendido, como mis compañeros de grupo y de partido y como los miles de ciudadanos que una y otra vez nos han otorgado la mayoría parlamentaria en Castilla-La Mancha.
Mire usted, sra. Crespo, nunca se debe mentir, tampoco en política, porque al final resplandece la verdad y deja en evidencia al mentiroso, aunque a veces demasiado tarde. La demagogia, en el pecado lleva la penitencia, porque los ciudadanos la rechazan de plano.
Ante el insulto sólo cabe el desprecio, porque responder con la misma moneda sólo sirve para dificultar la necesaria convivencia social. Yo no le voy a calificar moralmente a usted, sra. Crespo, ni le voy a insultar; simplemente le manifestaré el asco y hastío que me produce el tener que responder a semejantes brutalidades en vez de contrastar verdaderos puntos de vista distintos sobre políticas sociales o tributarias, como corresponde a dos grupos políticos diferentes.
En otras ocasiones, señoría, (éste es el tratamiento que utilizamos en las Cortes), al despedirme he quedado a su disposición. En esta ocasión le diré que lo que he quedado ha sido absolutamente decepcionado de la forma visceral en que practica la oposición política, que no se contiene ni siquiera para no insultar u ofender.