La PAC debe apostar por un modelo social de agricultura

Desde 1986 en que  nos incorporamos al entonces Mercado Común, las reformas han sido una constante. La primera que vivimos fue 1988 y, desde entonces hasta ahora, han habido ocho grandes revisiones de la PAC, más  las reformas de OCM`s de bastantes sectores. La rapidez con que se han sucedido estas reformas ha puesto a prueba la capacidad de adaptación del sector agrario y de los agricultores.
Sobre cada una de esas reformas se ha dicho antes de acometerla que era ineludible y luego, después de aprobarla, que había sido un éxito. Y la pregunta que cabe hacerse es: si tan buenas han sido, ¿qué necesidad hay de hacer otras sin ni siquiera dar tiempo a ver los resultados de la anterior?.

Se puede contestar que los tiempos cambian y que había que adaptar la PAC a la nueva situación, pero lo cierto es que desde 1988 en que se acometió la primera reforma  para dar respuesta a los compromisos aceptados por Europa en la Ronda Uruguay del GATT, todas las modificaciones se han  orientado hacia los mismos objetivos: reducir los apoyos internos a la agricultura, reducir la protección en las fronteras, suprimir las ayudas a la exportación y debilitar los mecanismos de regulación del mercado.

La PAC de hoy es radicalmente distinta de la que conocimos cuando nos incorporamos a Europa y, fruto de esos cambios, algunos de sus principios como la preferencia comunitaria la estabilización de los mercados y la garantía alimentaria, han desaparecido o se ha diluido extraordinariamente.

¿Qué hemos logrado desmantelando cada vez más nuestra Política Agrícola Común?. El desmantelamiento con el que se nos pedía paciencia y se nos tranquilizaba, iba a ser bueno para los agricultores, iba a beneficiar a los consumidores y a repercutir positivamente sobre todos los ciudadanos en general. Sin embargo, eso no se parece demasiado al escenario actual.

Por lo tanto, ahora que se empieza a hablar ya de cuál será la PAC del 2014 creemos que antes de que se alcance un punto crítico que rompa definitivamente la estructura del modelo agrícola europeo, es necesario  reconocer los errores que se han cometido y cambiar el rumbo de la futura PAC, no sólo en beneficio de los agricultores y ganaderos, sino del conjunto de los ciudadanos.

Necesitamos una nueva PAC que apueste por el modelo social de agricultura, por una menor dependencia alimentaria del exterior, por recuperar el protagonismo de valor estratégico alimentario de nuestra agricultura y por ofrecer a los ciudadanos alimentos de garantía a unos precios rentables en el campo y asumibles por los consumidores. Para eso hace falta que las ayudas agrarias vayan ligadas al mantenimiento de la actividad productiva y que se recuperen, con las mejoras que sean necesarias, los mecanismos que permitan mantener el equilibrio y la estabilidad de los mercados internos.

Se tienen que poner en marcha medidas que protejan la seguridad de los consumidores europeos y la competitividad de nuestro sector, intensificando el control sobre los productos importados para exigirles los mismos parámetros de calidad ambiental, sanitaria y social que se nos reclaman a los agricultores y ganaderos europeos.

Es necesario que, desde las autoridades nacionales, pero también desde las comunitarias, se persigan las situaciones de abuso que sufrimos los productores y los consumidores por parte de los eslabones más fuertes de la cadena de alimentación, estableciendo un marco legal de comercialización agroalimentaria que contribuya a normalizar las relaciones comerciales de tal forma que se sean equitativas, transparentes y justas para todos los agentes.

Hay que mejorar la información al consumidor porque  tiene derecho a conocer, mediante un sistema de etiquetado transparente de origen y de doble precio, de dónde procede lo que se lleva a la boca, si respeta la normativa aplicable en la Unión Europea y cuánto vale en realidad lo que está comprando.

Y fundamentalmente, no podemos seguir cambiándolo todo para seguir  igual. No se puede seguir haciendo reforma tras reforma para que, al final, siga habiendo un pequeño número de beneficiarios que se lleven la mayor parte de las ayudas.

En Castilla-La Mancha hay alrededor de 115.000 perceptores de ayudas directas (con el pago al mosto han subido a casi 150.000 en el 2009). El total de ayudas directas concedidas en nuestra región en 2008 fue de 928 millones de euros, pues ha habido 12 beneficiarios ( 12 de más de 100.000) que se llevaron más de 115 millones de euros. Da  la casualidad, además, que los 12 beneficiarios que más ayudas directas se han llevado en Castilla-La Mancha son todos alcoholeras. Con ese dato es normal lo que está ocurriendo en el sector  del vino, ya que el año pasado a las alcoholeras las subvencionaba la Unión Europea y este año las estamos subvencionando los agricultores y las cooperativas.

Hay en nuestra región 100 beneficiarios que perciben por encima de los 200.000 euros de ayudas directas, 100 entre más de 100.000  que se llevan más de 187 millones de euros. ¿Después de tantas reformas no ha habido forma de cambiar eso?.

COAG-IR cree la PAC del futuro debe ser otra y que hay que poner en su centro de gravedad a los profesionales, porque somos en quienes se puede confiar para sacar adelante este sector puesto que nuestro futuro personal está comprometido con él y porque, contrariamente a los especuladores y cazaprimas, tenemos la voluntad y la vocación de mantenernos en él… si nos dejan, claro.

                                                                                            

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