Caja de desastre

CCM se ha convertido en el culebrón político del otoño y ha descubierto a nuestros políticos como verdaderos ingenieros del verso acusador. Más que asumir las responsabilidades propias apuntan al otro: el “y tú mas”,  llevado hasta la náusea. Y sin embargo nunca nadie ha estado tan en su sitio como ahora. CCM ha descorrido de repente la cortina y ha sorprendido a cada cual en su vergüenza.
La historia de la intervención es una crónica regional de la infamia. Y ahora se apuntan con el dedo. ¿Quién controlaba a quién? Los socialistas acusan ahora al empresario Ignacio López de Hierro, marido de Dolores de Cospedal  de favorecerse con operaciones de CCM aprovechándose de su calidad de consejero. Es un contraataque a lo aparecido en el diario ABC –siempre la prensa nacional metiendo las narices en asuntos regionales para sofoco de los medios autóctonos-, rotativo que aseguraba que la Junta había dado el visto bueno a operaciones de riesgo, de mucho riesgo, de altísimo riesgo.

La consejera económica y vicepresidenta, María Luisa Araújo lo desmintió. La Junta aprobó operaciones ya acordadas por los órganos de dirección de CCM. La Junta está, dijo, para velar que a los consejeros no se les calienten las manos más de lo debido y utilicen CCM como “SU” caja. Bien. El esposo de la Cospedal  según los socialistas, se compró una buena ristra de acciones (todo lo relacionado con CCM es hiperbólico) de la empresa Bami Newco, cuando llevaba un par de meses de consejero, hecho destacado como muy feo por el articulo 44 de la LOFCA. ¿Y la Junta, pues? ¿No estaba para darle en la mano al consejero descuidero? ¿Lo hizo?

Lo que ha ocurrido es mucho más sencillo y comprensible para Juan Quijano, que es nuestro particular Juan Español en versión autónoma: un poder político aposentado durante décadas sobre un electorado narcotizado, de consuno con el poder económico e inmobiliario de unos cuantos apellidos áulicos a rebufo de un sistema productivo que especulaba con un derecho constitucional (la vivienda), y en un momento económico de dispendio general que relajó la decencia, imantó  complicidades y dio a todos y a cada uno de los actores el arma homicida para que se ensañaran con “SU” Caja, hasta dejarla hecha unos zorros. Luego alardeando de un sistema financiero estupendo, el Gobierno español corrió a taponar el tsunami generado por Lethman Brothers, con árnica pública y a hacer estallar el grano de CCM para aliviar todo el SECTOR.

Y así andamos hasta que se escriba el último capítulo de este culebrón. Como castellano-manchego me gustaría una CCM otra vez nuestra, rescatada, saneada y bien gestionada. El nuevo director general Xavier Alkorta no quiere oír hablar de fusiones y dicen que en el informe del Banco de España no se excluye la posibilidad de que CCM siga siendo eso: CCM. Una nueva CCM que olvide la infidelidad crónica a la que durante años -¿cuántos?-la sometió el mismísimo José Bono que no la consideró como garante de sus dineros, como él mismo declaró sin pudor, completando el bucle manierista del esperpento. 

Pero siempre nos quedará el consuelo de que CCM pueda ser lo que los impositores quieran y no lo que estimen cuatro sobrevenidos, ahora que han sido sorprendidos detrás de la cortina, lo cual no resulta sorprendente del todo, pues las décadas acaban escribiendo lo que los días vienen murmurando.

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