El safari de Galápagos

«Es una cuestión de ignorancia y brutalidad. Una reminiscencia del pasado, cuando lo que hace falta es educación y compasión con los animales»- así lo definen miembros del Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal (PACMA). Y así lo contaba en 2008 Javier Rada para Público: “Muge constantemente, llora este toro aterrado, que se oculta entre la maleza del antiguo cauce de un riachuelo. Centenares de vehículos, algunos luciendo banderas piratas, y hasta franquistas, lo cercan. Apesta a embrague quemado. Y rugen las máquinas del infierno. Minotauro, este es tu fin. Entra en el laberinto mecánico…[…]
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Polvo y persecución. Un exceso de vehículos. Un mundo extraño que recuerda a la ciencia-ficción, cuando lo primitivo y lo tecnológico se funden como en las cacerías apocalípticas de un guión de la saga de Mad Max. Vehículos cuatro por cuatro, motos de cross, quads, cars, tractores, una excavadora tipo bulldozer, coches tuneados como autos locos persiguiendo y acosando al toro. […]Como en una cacería motorizada donde no impera ningún tipo de ley, como un rally hacia la decadencia total, los ejecutores pisan el acelerador detrás del animal […] En cuanto el animal se detiene, todos lo cercan, lo encajonan en el laberinto que se ha formado con los coches. El bicho tiene las astas magulladas de tanto rasgar la chapa. Y la gente se sube a los capós o techos, convertidos el día de la fiesta en extraños burladeros.

Empieza así el vía crucis: los presentes en el campo dan al animal con varas recias hasta que éstas se parten; lo golpean con banderas; lo lapidan con grandes piedras o latas de cerveza. Y de tantos calambres eléctricos, lo atontan.

La pistola de matadero ha hundido su nunca. Los niños dan patadas al cuerpo inerte, como al caudillo que pierde la guerra. Uno de los ganaderos se acerca al cadáver del animal. «¡Mira, estaba ciego, por eso se movía poco!», dice. Quizá fue lo mejor. No ver el laberinto metálico. No ver bestias mecánicas. No ver esta pantomima del fin de la civilización.

Denuncia

Según hizo público a través de una nota de prensa, el pasado día 9 de septiembre, el Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal PACMA, interpuso la correspondiente denuncia contra las irregularidades detectadas en los mencionados encierros, que son desde la no contratación de ambulancias para emergencias, la agresión y acoso al animal por vehículos no autorizados, el sacrificio del animal de un disparo sin la supervisión veterinaria obligatoria, hasta la embriaguez evidente de varios participantes, que montaban en coches probablemente sin licencia y en número superior al de la capacidad permitida.

 Todo ello pese a las dificultades y expulsión violenta del municipio a la que fueron sometidos varios miembros del Partido por pretender únicamente grabar los encierros del municipio de Galápagos.

 Desde el Partido Antitaurino se hace hincapié en que la gravedad de los hechos radica, como se hace constar en la denuncia, en que tanto el Ayuntamiento de Galápagos como de la Subdelegación de Gobierno, así como la Secretaria General del PSOE de Guadalajara, la Presidenta de Diputación y la Consejera de Administraciones Públicas de la Junta de Castilla la Mancha, fueron notificados de las posibles irregularidades que se producen reiteradamente en este tipo de encierros.

“Agilidad” administrativa

Dos meses después de los hechos, según informa el diario Público la delegación provincial de la Consejería de Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha reconoce que se produjeron «varias irregularidades» durante el encierro del 23 de agosto, por lo que ha incoado de oficio un expediente sancionador.

Violencia contra los animales y contra las personas

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Como informaba 20minutos.es, el pasado 31 de agosto, Ha sido increpado, insultado, instado a abandonar su pueblo y amenazado. A Juanjo D. B., vecino de la localidad de Galápagos, le está costando caro el hecho de pensar de forma distinta a sus paisanos. Y es que este agricultor ecológico se ha convertido, muy a su pesar, en protagonista de una de las últimas polémicas entre colectivos antitaurinos y defensores del espectáculo festivo. […]Una cadena de televisión envió a un equipo de cámaras para cubrir los festejos, al igual que el Partido Antitaurino y Contra el Maltrato Animal (Pacma), que con sus grabaciones pretendía denunciar públicamente los hechos.

Pero la presencia de las cámaras no fue bien acogida por los vecinos del pueblo, que llegaron incluso a agredir físicamente a reporteros y antitaurinos. Asimismo, estos sectores responsabilizaron a Juanjo, conocido en la localidad por su ecologismo, de haber contactado con activistas y medios de comunicación para acabar con el espectáculo taurino. Una acusación que, según subraya el afectado, es absolutamente falsa.

Desde entonces este vecino y su familia se encuentran acosados por aquéllos que dicen defender la fiesta nacional y que los increpan al grito de “antitaurinos, fuera de este pueblo”. No contentos con ello, han decidido dar un paso más y tras las fiestas, y en su ausencia, le han quemado un vehículo propiedad de su familia, que después han hecho desaparecer.

“Se puede estar a favor o en contra de los encierros, pero atentar contra un vecino sólo por su ideología, eso es intolerable”, afirma Juanjo, que ya ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil, de la que tampoco ha obtenido apoyo. “El grupo de violentos son perfectamente conocidos en la localidad, pero actúan impunemente amparados en la pasividad de la mayoría que nada hace por evitar que se agreda a un vecino por su forma de pensar”, concluye la víctima del acoso.

¿Qué dice el Reglamento de los Espectáculos Taurinos Populares que se Celebran en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha?

El artículo 3 de dicho reglamento, aprobado en 1998, prohíbe, en todo caso, aquellos espectáculos taurinos que impliquen maltrato a las reses y, especialmente, los siguientes:

– Los espectáculos consistentes en embolar a las reses, prendiendo fuego al material o sustancia con que se ha realizado el embolado, o en sujetar antorchas o elementos similares a sus cuernos.

– Los espectáculos consistentes en atar a las reses, a un punto fijo, con maromas, sogas, o de cualquier otra forma.

El curioso artículo 4 reza: Prohibición del Maltrato.  Queda prohibido en todos los espectáculos taurinos populares herir, pinchar, golpear o tratar cruelmente a las reses.
No obstante lo dispuesto en el número precedente, en las sueltas de reses se permitirá la colocación de banderillas en reses machos de manera tradicional. (¿Qué entiende la administración por herir, pinchar y tratar cruelmente a las reses?)

El artículo 29 habla en concreto de los encierros tradicionales de reses bravas por el campo: Se entenderá por encierro tradicional de reses bravas por el campo el espectáculo consistente, en todo o en parte, en el traslado del ganado desde la zona de corrales a otro lugar previamente determinado, en el campo, para su posterior encierro en un lugar apropiado.

El artículo 30, modificado en 2006, dice que la duración del encierro tradicional de reses bravas por el campo será de dos horas.

El artículo 34 define la zona de suelta, es aquella donde se sueltan las reses desde la zona descrita en el artículo anterior (que habla de la zona de corrales), constituyendo un espacio estrictamente reservado a los participantes, sean éstos caballistas, corredores o miembros de la organización del encierro. Esta zona deberá señalizarse o acotarse mediante procedimientos considerados eficaces y suficientes para lograr un doble objetivo: advertir a los no participantes de que deben abstenerse de penetrar en ella, y evitar razonablemente el riesgo de que las reses la abandonen.

El artículo siguiente está dedicado a la zona de espectadores: la forman el lugar o lugares, donde habrán de ubicarse las personas que acudan a la celebración del espectáculo y que no tengan la condición de participantes. Esta zona estará situada fuera de la señalada como de suelta y deberá estar debidamente vallada, salvo que, por la naturaleza accidentada del terreno, se encuentre situada en un punto de imposible acceso para las reses.

Artículo 37.Desarrollo de los encierros por el campo

1º.- Las reses bravas permanecerán siempre acompañadas de los cabestros, que serán al menos tres en cada encierro.

2º.- Para el control de las reses, tanto en sus desplazamientos de una a otra de las zonas del encierro, como durante su permanencia en la zona de suelta, se contará con un mínimo de seis caballistas, que seguirán las instrucciones del Director de Lidia y habrán de ser designados por el Presidente del festejo.

3º.- Durante el traslado de las reses de una a otra de las zonas descritas, los caballistas y los vehículos designados al efecto se encargarán de mantener entre la manada y el resto de participantes una distancia de seguridad estimada como mínimo en 200 metros.

4º.- Durante el encierro, podrán hallarse en las zonas del mismo vehículos previamente inscritos en el Ayuntamiento que sirvan de refugio a los participantes y colaboren en el buen desarrollo del espectáculo. La mayor parte de las plazas disponibles en tales vehículos habrán de estar vacías. A este apartado, se añade una modificación realizada en 2006: En ningún caso se permitirá la presencia de vehículos distintos a los autorizados por el ayuntamiento, excepción hecha de las ambulancias y, en su caso, de los vehículos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de los servicios de protección civil.

5º.- El encierro finalizará con el traslado de las reses desde la zona de suelta hasta la zona de finalización en la forma prevista en el número tres de este artículo.

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