Villa Real: Del Topos al Logos (XVII)

José RiveroEn mayo de 1923 se acordó el nombramiento de José Arias Rodríguez Barba como nuevo arquitecto municipal, bajo cuya actuación se produjeron diferentes transformaciones singulares. En 1925 se realiza, por otra parte, el Plano Censo de Martín Sofí; que es más un inventario de actividades económicas que un documento de trabajo de futuro. La información elaborada refleja la intensidad de la pervivencia rural aún: Huertos, molinos[1], solares, graneros y eras se solapan, sin solución de continuidad con las piezas edificadas. Incluso las actividades dan cuenta de ese entramado de fábricas de luz o de gas; de bodegas y  de fábricas de alcohol, con enormes porciones de suelo libre, que se rotula como solar o como alfalfa. Sólo se vislumbran como espacios libres urbanizados la Plaza de la Constitución, el Paseo del Prado y la Plaza de Cervantes. Los demás espacios sobrantes del conglomerado urbano se denominan como Plazuelas y sólo explicitan el encuentro de grupos de calles para formar esas plataformas terrizas de San Antón, de las Franciscas, del Ángel o del Cuartel.

r_planoLa Plaza presenta, por ello, ese carácter mestizo de densidad comercial en sus bajos colmatados, atisbos urbanizadores  -en prolongación de la escalinata un salón que se sitúa de forma abstraída y aún empedrado, o el urinario de su trasera-; y esos fragmentos de ager residual, o del campo instalado entre las manzanas edificadas.  Visible esta dualidad, también, en el grabado de Ciudad Real que aparece en la Enciclopedia Espasa-Calpe[2] que ofrece el estado de ciudad a principios de los años 20, donde las tintas -carmín para las edificaciones y verde para los cultivos- apenas dejan visualizar con propiedad el recinto amurallado; quebrado ya en el flanco oriental y rematado por una denominada Carretera de Circunvalación, que se desplaza desde las canteras de yeso, próximas a la Puerta de Toledo y desemboca ya frente al Molino de Viento de la Granja Agrícola, junto a la Puerta de la Mata.

El flanco de poniente queda, a su vez, recorrido  por la traza de la línea del ferrocarril de Madrid a Badajoz y sólo se rotula como muralla el trasdós de las Charcas de Hielo, del sur de la ciudad. Explicitando esas contigüidades del movimiento una metáfora de la naciente velocidad y movilidad, que imprimen a la ciudad las redes y trazados de las nuevas vías de comunicación y un epítome de las nuevas fronteras reales y visuales. El tratamiento del arbolado, en la corona sur, desde los restos de las Puertas de Alarcos a la de La Mata, compone el Paseo de las Afueras, que invierte, como en un espejo, otro paseo al norte del aglomerado construido. Y que se resuelve, en la mancha de cipreses y en el eco de la marcha fúnebre del Camposanto, y en el conocido como Paseo de las Moreras. Todo ello, como un curioso jeroglífico de Muerte, Vida, Movimiento y Permanencia. r_1920-plaza

De 1927 es un texto de Muñoz Jurado ‘Visto y soñado’[3], que anticipa algunos debates que saldrán a la luz con otra intensidad cuarenta y cinco años más tarde con motivo de la demolición del Consistorio variano. Dicho texto breve, se enmarca en un canto elogioso sobre la calle General Aguilera, nombre que había adquirido la calle de Los Arcos, y que ahora se veía como arteria de primer orden, aunque de trazado irregular”. En una perpetuación ‘ad infinitum’ de la oposición sostenida del Logos y el Topos. En el trabajo además, se adelantan algunas intuiciones singulares y se proponen diversas actuaciones de remodelación. “Hay, sin embargo una cosa que, a mi juicio, fue un error de emplazamiento y constituye un gran estorbo para la circulación. Esa cosa es el edificio del Ayuntamiento que, incrustado como un tapón, quita visualidad a la alegre perspectiva que ofrecería la calle General Aguilera si tuviera por fondo la Plaza de la Constitución, y no la trasera de una construcción que parece postiza y como de teatro. Yo sueño con un derribo que, quitando de enmedio ese estorbo o tapón, uniera la Plaza y la calle del General Aguilera, en forma de amplia avenida. Ya con la piqueta en la mano, echaríamos abajo el feo mercado y trazaríamos una hermosa calle, digna perpendicular (o ligeramente oblicua) con respecto a la de Carlos Vázquez”. La pretensión de Muñoz Jurado, era pues la de volver al pasado previo; a aquel momento del XIX, en que el Gobernador había alabado la decisión de practicar ‘el cierre de la cudrilonga’.

r_1927_plaza-mayorDe 1927, igualmente, es la propuesta de Arias de sustitución del reloj de la torre, en un esfuerzo por evidenciar la presencia implacable del tiempo y la necesidad de su computo. “Es de necesidad imperiosa la instalación de un nuevo reloj en la torre de la Cada Consistorial, a causa de estar el existente en la actualidad en malas condiciones, por los muchos años que tiene de funcionamiento, y no cubrir las exigencias de la población que por su mucha extensión, no es lo suficientemente sonora su campana, razón por la cual no se perciben los sonidos en gran parte de aquella. Por lo expuesto, propongo se adquiera un nuevo reloj para la torre de la Casa Consistorial, con dos esferas luminosas y a condición de que sea un sistema que dé los cuartos, las medias y las horas, haciendo más fácil el conocimiento del horario oficial en nuestra población”.

Dos años más tarde, se procede a realizar la propuesta del cambio del chapitel variano para erigir una nueva torre con reloj. “A este fin, se desmontará el remate actual, colocándose cargaderos de hierro que sirvan de soporte a los muros del remate, los cuales serán de ladrillo, con mortero de cemento. Los muros se guarnecerán y enlucirán de yeso, para pintarlos como el resto de la fachada. La cubierta de la torre será de azotea y en ella se instalará el pararrayos actual. En las ventanas de la torre se instalarán persianas, para evitar que el agua pueda oxidar las campanas”.


[1]Se ampliará la calle del Espino, derribando el molino de la calle Pedrera’. Vida Manchega, nº 3.438, 13 agosto 1931

[2] Ciudad Real. Enciclopedia Universal Ilustrada . Espasa-Calpe, 1912. Vol. 13.

[3] Muñoz Jurado R. Visto y soñado. Ciudad Real Ferias y Fiestas 1927.

 

Periferia sentimental
José Rivero

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