Cuidadín con los sacamuelas, que hablar es fácil: «Platillos volantes»

cinetecaDirector: Óscar Aibar. El asunto de la ufología es lo que tiene: a la que te descuidas, zas, te meten gato por liebre. Gato marciano, si es posible, y si no hay felinos más cerca, se coge un gato de Júpiter. Claro que debe de ser complicado que vivan gatos en Júpiter. Lo que pasa es que al paisanaje no le muestran bien las cosas.
Si no, cómo se explica que haya tanta gente que caiga víctima de los engaños de la pseudociencia y tal. En esta película Óscar Aibar se mete en el terreno ese de contar la historia reciente de España, esto es los últimos años del franquismo en la vida cotidiana, tal como ya hizo con la biografía del dibujante Vázquez. El señor Aibar tiene un instinto bueno para eso de ahondar en el lado cutre del devenir diario en los tiempos finales de la dictadura. platillos-volantesEn ese mundo un poco gris y aburrido, dos chalados aficionados a buscar la inteligencia y la felicidad más allá de las nubes (o sea, en cualquier parte menos en esta tierra que nos han asignado en pasmoso reparto divino) unen sus fuerzas para crear una sinergia de chaladura, obnubilación y trastrueque mental. Son dos obreros de una fábrica, pero les gustaría ser otra cosa. Les agrada pensar que el hombre está llamado a algo en este universo. Son de esa clase de personas que hay por ahí que creen que el hombre es algo especial en el cosmos, que hay un propósito para nosotros, y en vez de buscar a esa conciencia en el más allá, en los dioses o en el dios en el que muchos han dejado de creer, estos dos infelices se las ingenian para convencerse el uno al otro de que hay en el cosmos unas inteligencias superiores a las nuestras que cuidan de nosotros, y no solo que nos cuidan sino que además puede que hayan tenido un papel fundamental en el descubrimiento de la cultura y la tecnología en la familia humana. En fin: el filme está trabajado con pulcritud, la trama avanza con firmeza y sin que le tiemble la mano al bueno de Aibar, y la peripecia que aquí se muestra podría servir para que algunos reflexionaran acerca de su propia ignorancia. La ignorancia ─aliada con el desencanto de vidas vacías─ puede obrar los correspondientes milagros, entre otros el de hacer ver seres vivos e inteligentes que se comunican con nosotros allí donde, realmente, no hay nada más que un montón de palabrería huera.

Cineteca
Emilio Morote Esquivel

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