De aceitunas, pinceles, versos nos llena este gélido mes de enero

Manuel Cabezas Velasco.- El fresquito mes de enero que inicia este 2017 me retrotrae a aquel tiempo en que las faenas agrícolas no se hacían con medios de transporte como los de ahora, sino más bien con tracción animal como era el caso de los carros que se arrastraban con las mulas. En la parte posterior iba yo desde pequeño con la cuadrilla de aceituneros que formábamos parte de mi familia.

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Cartografía de Calzada de Calatrava

De este mes y de los aceituneros os quiero contar lo sucedido un 4 de enero de 1932 en la localidad de Calzada de Calatrava.

Eran tiempos de la convulsa Segunda República y uno de los acontecimientos ocurridos en dicha localidad versa sobre unos aceituneros que pertenecían a la Casa del Pueblo socialista. Estos no dejaban trabajar a los demás campesinos y la Guardia Civil tuvo que intervenir para contrarrestar la fogosidad de los socialistas y proteger a los campesinos. Como resultado final, acabarían maltrechas dos personas.

En la prensa del día siguiente, estos hechos – precedidos por lo ocurrido en la localidad de Daimiel – aparecían así relatados:

“Hace días que en Daimiel los elementos socialistas vienen impidiendo la salida al campo de los obreros dedicados a la recogida de la aceituna…

En Calzada de Calatrava se planteó el día 2 la huelga de aceituneros, bogando solamente los afiliados a la Casa del Pueblo, que suman escasamente el 30 por ciento de los jornaleros.

La guardia civil venía garantizando la libertad del trabajo, protegiendo a cuantos salían al campo. Esta mañana un grupo de huelguistas salió al campo decidido a imponerse obligando a las cuadrillas a suspender las faenas y a volver al pueblo. Enterada la benemérita salieron varias parejas de caballería para impedir dichas coacciones y como los huelguistas no sólo se resistieron sino que dispararon sobre la fuerza, ésta se vio obligada a hacer uso de las armas, disparando primero al aire y luego sobre el grupo de revoltosos, hiriendo gravemente a los hermanos Santos y Vicente Núñez Carrillo.

Al conocerse el suceso en la población se produjo cierto revuelo y un cojo apodado <Rebote> disparó sobre la guardia civil, sin hacer blanco. Esta repelió la agresión sin causar víctimas y logró despejar las calles del pueblo.

Los heridos antes mencionados han sido trasladados al hospital de esta ciudad. Santos Núñez tiene atravesada la femoral y su estado es desesperado. Su hermano Vicente tiene rotos el omóplato y la clavícula izquierda.

El nuevo gobernador don José Echeverría Novoa ha tomado posesión de su cargo esta tarde. Inmediatamente recibió a los periodistas y quitó importancia a los sucesos de Daimiel y de Calzada de Calatrava.

Manifestó que se propone proceder inexorablemente en el mantenimiento del orden público.- Corresponsal.” [1]

Días después estos hechos continuaban generando líneas en la prensa, tal como sigue:

“CIUDAD REAL, 7. Comunican de Calzada de Calatrava que se continúan practicando diligencias para el esclarecimiento de los lamentables sucesos ocurridos últimamente. Ha sido detenido Ramón González “el Cojo Rebote”, autor de los disparos hechos a la Guardia Civil, y éste ha denunciado como instigadores de los sucesos a los vecinos José Lorito López, Antonio Sánchez Peces, Romualdo Martín García y Manuel Peralta. Interrogados éstos, han negado toda participación, a pesar de lo cual continúan detenidos. (Febus)” [2]

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Antonio López García

Junto a esta efeméride, apuntamos como es común en esta tierra, que nadie parecer ser profeta en la misma. Así, en este mes a modo de homenaje, recordamos a dos personajes que han dado renombre al arte y la literatura de la provincia. Uno, por haber nacido un seis enero. Es el pintor Antonio López García. Otro, por su reciente óbito en el día catorce. Es el poeta Nicolás del Hierro.

Del pintor nacido en Tomelloso (Ciudad Real) el día de Reyes de 1936, qué decir que suene a novedad, nada. Sólo nos decir a modo de reseña biográfica, que Antonio López García nacía en una familia de labradores acomodados del pueblo de Tomelloso. Su orientación a la pintura surgió desde muy pronto, pues a la temprana vocación a dibujar se le unía el modelo e influjo de su tío, el pintor Antonio López Torres.

La vocación parecía quedar prefijada. Pero había que formarse y para ello, a finales de la década de los 40, Antonio López ingresaría en la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), coincidiendo con varios artistas que configurarían la conocida como Escuela madrileña: Lucio Muñoz, Amalia Avia o Enrique Gran. Tras su estancia en la Academia, en 1955 es becado y marcha para Italia, donde encontróse la pintura renacentista italiana, algo que hizo valorar aún más si cabe la ya conocida pintura española clásica fruto de sus habituales visitas al Museo del Prado.

En la segunda mitad de la década de los 50, tendrá sus primeras exposiciones individuales en Madrid (Ateneo de Madrid, 1957 y Galería Biosca, 1961), trabajando al mismo tiempo tanto en ella como en su localidad natal – en la que se había iniciado en el campo expositivo, 1951, Antonio López.

Comenzando la década siguiente, su estado civil cambió contrayendo matrimonio con la también pintora María Moreno. En la año de nacimiento de su segunda hija, 1965, y hasta finalizar la década, ocupará el puesto de Profesor encargado de la Cátedra de Preparatorio de Colorido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Durante este tiempo su realismo pictórico es denominado “surrealizante” – como apuntaba A. Bonet Correa en un Catálogo de una exposición años más tarde -, que viene a caracterizarse porque “recrea, desde los mismos prismas oníricos y mágicos, lo que debió ser el mundo de su juventud y de su infancia: objetos que se recortan sobre un amplio fondo arquitectónico (Bodegón del plato y de la jarra, 1953, Bodegón del balcón, 1954), ensayos expresionistas (Mujeres mirando los aviones, 1953-54, Los novios, 1955) o reinterpretaciones de antiguas y amarillentas fotografías de familia (Sinforoso y Josefa, 1955, Matrimonio de Antonio y Carmen, 1956)” [3]

El influjo surrealista de grupos como Dau al Set quedaría patente en obras posteriores: Bodegón de las rosas (1957), La lámpara (1959) o La madrugadora (1958-59). En ellos, arrancando de lo figurativo, se niega una interpretación fiel del espacio real, mediante la incertidumbre que se da a la figura y al objeto y la mezcla de interiores y exteriores. También con la creación de espacios inquietantes como en las Figuras de una casa (1967). Ya en esta época había dado el salto al otro lado del Atlántico, exponiendo sucesivamente en Nueva York en 1965 y 1968 (Antonio López García. Paintings and Sculptures y Antonio López García, ambas en Staempfli Gallery).

A pesar de que a Antonio López siempre se le tildó de tradicional, él mismo niega tal condición, al reflejar elementos que no existían en otras épocas. Así, en la década de los sesenta, su realismo vendría a rescatar pictóricamente el objeto cotidiano (La nevera, 1967, Conejo desollado, 1972), obras en las que la realidad se mostraría mediante sórdidas visiones teñidas de magia mistificadora.

En los años 70 y 80, Europa también podrá disfrutar de sus exposiciones: en 1972 Turín (Antonio López García, en Galleria Galatea) y París (Antonio López García, en Galerie Claude Bernard) y en 1985 Bruselas (Antonio López, Europalia 85 España, en Músée d’Art Moderne).

Aunque un año crucial para su región de origen, Castilla – La Mancha, será 1985, donde en Albacete se podría contemplar una exposición antológica de su obra, la cual era muy difícil de ver en los museos de la región. Al año siguiente expondría en la Marlborough Gallery de Nueva York.

Será en esta época cuando en sus obras trata de eludir la presencia de la figura humana, mostrando una vacía urbe, aunque ilusionista y detallada. Tiene vida y autosuficiencia propias, como ocurre en la Gran Vía (1974-81), Madrid (1974-82) o Madrid sur (1965-85). Es lo que S. Marchán Fiz denomina el “fenómeno de reencuentro con la metrópoli”.

En los años noventa, el gran público le conocerá por la película de Victor Erice El sol del membrillo, en el que muestra el proceso creativo pintando un membrillero en el patio de su casa.

Otras exposiciones a partir de entonces serán en 1993 (Antonio López. Pintura, Escultura, Dibujo, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), 1994 (Antonio López, Proceso de un trabajo, en Fundación FOCUS, Sevilla) 2001 (Antonio López. “Hombre y mujer”, en el Reina Sofía de nuevo), 2008 (Antonio López García, Museo de Bellas Artes de Boston) y 2011 (Antonio López, en Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, y Museo de Bellas Artes de Bilbao).

En sus últimas casi tres décadas, su producción muestra obras como Arbol de membrillo (1990), El Campo del Moro (1990-1994), Nevera nueva (1991-1994), Membrillos y calabazas (1994), Calabazas (1994-1995), Hombre (2003), Afueras de Madrid desde el cerro Almodóvar (1990-2004), Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas (1997-2006), La mujer de Coslada (2010) o La familia de Juan Carlos I (1994-2015.)

Su relevancia, a la vez que los premios que atesora, fue aún mayor, cuando en una subasta de Christie’s en Londres con su obra Madrid visto desde Torres Blancas alcanzaría la suma de casi dos millones de euros, cifra que hasta entonces era la más alta que un artista español vivo había conseguido.

A ella se sumaría su magisterio, como en cursos relativos a Velázquez que se imparten desde el Museo del Prado.

Fruto de esta dilatada carrera, donde el dibujo, el grabado, la pintura y la escultura, han sido mostradas de forma intemporal y técnicamente muy virtuosas, su repertorio iconográfico surgido de la realidad y yendo hacia espacios tanto íntimos como exteriores, se ha plasmado mediante retratos, grandes panoramas, naturalezas muertas, interiores y objetos domésticos.

Consecuencia de todo ello es la diversidad de premios y distinciones adquiridos, que cronológicamente, pasamos a citar:

  • Premio Nacional de Arquitectura de España, ex aequo con Heliodoro Dols (1965).
  • Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1985).
  • Miembro de Número de la Real Academia de San Fernando (1993).
  • Medalla de Oro de la ciudad de Tomelloso (1996).
  • Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras (2004).
  • Premio Velázquez de Artes Plásticas (2006).
  • Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid (2010).
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra (2011).
  • Medalla Internacional de las Artes y Premio Raimundo de Fitero de la Asociación de Municipios del Campo de Calatrava (2012).
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia (2014).
  • Premio Raíces de Europa de la Asociación Cultural Raíces de Europa (2015).

Para conocer lo que representa Antonio López recurrimos a las reflexiones de otro pintor de su propia tierra: Fermín García Sevilla.

Fermín García lo considera el “mejor”, pues “Antonio López García, es, sin duda para mí uno de los referentes más importantes a nivel profesional… un modelo en el que mirarse cualquier artista”. Además, prosigue destacando su importancia puesto que Antonio López es “el Velázquez del siglo XX”, “el genio pictórico más grande del último siglo, que, junto con su tío Antonio López Torres han sembrado la semilla del Arte en toda una generación de pintores que hemos decidido dedicarnos por entero a este bello mundo”. A nivel personal nos recalca García Sevilla que “López García no es sólo un gran pintor… es una persona envidiable, humilde y sensible, que ha hecho de su oficio un ejercicio intelectual diario, otorgando a su obra todo un despliegue de efectos lumínicos, sabiduría en la composición y el más exquisito dibujo”. Y de estas anotaciones técnicas precisa que “Antonio es el realismo en estado puro… la envoltura… la atmósfera, y… como muchas veces me decía su tío… “la temperatura”… cada cuadro la tierra… cada obra se explica por sí sola, con un lenguaje nítido, comprensible, a veces melancólico… a veces añorado, pero siempre con un discurso veraz… honesto… maestro de maestros, se le ha llegado a comparar con todos los grandes”. [4]

Junto al reconocimiento de un artista como Fermín García Sevilla, habría que indicar, finalmente, que su pueblo, Tomelloso, ha reconocido su arte y valía universales, otorgándole en 1996 la Medalla de Oro de la ciudad.

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efemerides 3
Nicolás del Hierro

De aquel vate paisano que desmenuzaba con sus versos la tierra que le vio nacer, qué decir si mejor lo dicen sus versos:

SONETO VESPERTINO EN LA YEDRA

Refleja el sol su luz desde la altura

y es más de plata el río, más brillante.

Se hace La Yedra aquí y en este instante

un fanal de armoniosa singladura.

Tremola, reverbera en su hermosura

de linfática piel la impresionante

mole de la montaña que, arrogante,

se baña en el cristal de su tersura.

Viaja la tarde a lomos del bisonte

que culmina la Sierra de la Umbría.

Se recorta en su marco el horizonte.

Horaciana y bucólica armonía

para un concierto de agua que en el monte

La Tabla estrena en el perfil del día” [5]

Recientemente fallecido (14 enero de 2017), pues su larga enfermedad en unos meses le arrancó su último hálito de vida. Vida que renace tras su muerte pues en este año que comienza su legado no desaparecerá: se conmemora el vigésimo aniversario del Premio anual de Poesía que con su nombre creó el Ayuntamiento de su pueblo. El 17 de abril es la cita.

A modo de bosquejo biográfico, Nicolás del Hierro Palomo nacía un 1934, y como muchos que no son profetas en su tierra, hubo de partir a otras latitudes.

Desde los veinte años ya residía en la capital de Reino, Madrid. Su dilatada carrera como poeta, escritor, conferenciante y crítico literario – en El Valor de la Palabra -, le ha llevado a impartir numerosas conferencias, participar en diversas mesas redondas y lecturas de poemas, colaborando en revistas, periódicos o como prologuista. Y su vida literaria dio como fruto una docena de libros de versos publicados y sus tres antologías de los mismos, más dos plaquetas/homenaje como obra poética que había comenzado en 1956. Pero además, en prosa ha dado a luz novelas y libros de cuentos, y, en colaboración – con Juan Jiménez Ballesta – un volumen sobre su pueblo: “Historia de Piedrabuena. Condicionamientos geográficos, población y misceláneas” (1998).

Ya apuntaba Raúl Carbonell que Nicolás del Hierro era un “hombre luchador, con la palabra dispuesta y un sentimentalismo desbordante. Romántico a veces, furioso otras, nos ofrece una obra variada, a la que no se le ha dado la prioridad que merece” [6] cuando aún bebía de las fuentes del poeta Juan Alcaide, siendo a partir de entonces cuando abandonase esta senda a partir de “Cuando pesan las nubes”.

Su relevancia se manifiesta en colaboración diversa que sostenía en prensa (La Hora de Castilla – La Mancha, Luces y Sombras, diario Lanza de Ciudad Real y El Día de Toledo) y revistas de España, Europa y América, siendo fundador de los pliegos poéticos “TOLVA” y cofundador de los de “AL VENT”.

Por sus poemarios llegan los premios. Así, tras “Profecías de la guerra” (1962), “Al borde casi (1963-1964)” (1965), “Cuando pesan las nubes” (1971), “Este caer de rotos pájaros” (1979), “Lejana presencia” (1984), llega el Premio Puerta de Bisagra en Toledo con “Muchacha del sur” (1987). Tras “Toda la soledad es tuya. 1962-1987” (1989), “Cobijo de la memoria” (1995), “Ojos como la noche” (1997), llega el accésit del Premio Alfonso VIII de Cuenca (1999) con “Lectura de la niebla”. El accésit del Premio Rafael Morales de Talavera de la Reina (1999) con “Mariposas de asfalto”. Otros poemarios son “El latir del Tiempo” (2004), “Dolor de ausencia” (2005), “Los rojos ríos de tus noches” (2005), “El color de la tinta. Poesía 1962-2010” (2012), “Esta luz que me habita” y “Nota quisiera ser de cuanto sueño” (2016).

De su narrativa, sus novelas “El Temporal” obtiene el accésit del Premio de Novela de Ciudad Real (1984), “Nada, éste es el mundo” el Premio Carta Puebla de Narraciones (1986) y el Premio de la Crítica de Castilla – La Mancha (2004) con “El oscuro mundo de una nuez”. Otra obra, inédita, es “Fantasmas de un mundo de cerrado”.

Entre sus antologías están “Toda la soledad es tuya” y, con cuarenta poemas cada uno, “Antología de la Poesía Cósmica de José Hierro y Nicolás del Hierro”, por Fredo Arias de la Canal (2004)

Cofundador de la Asociación de Escritores de Castilla – La Mancha – siendo su vicepresidente -, cargo que también ocupó en la Asociación Castellano – Manchega de Escritores de Turismo y de la Casa de Castilla – La Mancha en Madrid.

Y para esbozar la relevancia de este paisano en su pueblo de origen y en el mundo de la poesía, qué mejor que recurrir a otro vate y paisano, gran amigo suyo: Francisco Caro, el cual ante la pregunta qué representa Nicolás del Hierro para él, para su pueblo y para el mundo de la poesía, nos precisa lo siguiente:

“Nicolás del Hierro (1934 – 2017) me abrió con su persona y su obra las puertas de la poesía. Un inmenso tesoro. Fue un hombre que vivió haciendo de la amistad una aventura diaria. Fue un poeta comprometido con la palabra. Y un poeta del hombre para el hombre. Una voz levantada para anotar el enigma de la existencia, para indagar en el hueco donde se alojan las emociones. Escribió 18 libros de poesía preguntando y preguntándose. Fue poeta de sonoras claridades, al tiempo que de inasible tristeza. Hombre solo, solía decir de sí. Manchego de raíz y altura nos ha dejado una obra alta y amplia. Desde Profecías de la guerra (1962) hasta Nota quisiera ser de cuanto sueño (2016) nunca dejó de crear, de decir…

Su obra se encuentra bien recogida en El color de la tinta (2012). Fue mi amigo.

Piedrabuena, nuestro pueblo natal, se honra de haber tenido un hijo tan preclaro, tan limpio de miras. Qué ventura para un pueblo tener un poeta que lo cante. Y qué fortuna para un poeta tener un pueblo, un manantial de gentes y memorias, sobre el que levantar su voz. Voz que tuvo, como las delicadas aguas del Bullaque, sencillez y ternura” [7]

Finalmente, sólo me queda dar las gracias por la colaboración prestada por Fermín García Sevilla y Francisco Caro para rendir homenaje a los protagonistas de esta sección.

MANUEL CABEZAS VELASCO

EFEMÉRIDES CIUDAD REAL

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[1] Corresponsal: “La recogida de la aceituna: Agitación en Daimiel y en Calzada de Calatrava. Agresión a la Guardia Civil”, en La Vanguardia, 5 de enero de 1932, pág. 27.

[2] Febus: “Los sucesos de Calzada de Calatrava”, en El Sol, 8 de enero de 1932, pág. 3.

[3] DÍAZ SANCHEZ, J. y SAINZ MAGAÑA, E.: “5. LAS ARTES PLÁSTICAS EN LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS. LOS MUSEOS”, en LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL –III. ARTE Y CULTURA. BAM. Albacete, 1992. Pág. 277

[4] Fermín García Sevilla, paisano de Antonio López, nos muestra la maestría y repercusión del artista de Tomelloso.

[5] “SONETO VESPERTINO EN LA YEDRA”, uno de los poemas de Nicolás del Hierro publicados en una plaqueta el día del Homenaje que le rindió la Asociación de Escritores de Castilla – La Mancha, Piedrabuena, 18- 5- 2000 en http://sociedadedospoetasamigos.blogspot.com.es/2010/06/nicolas-del-hierro-poeta-espanhol.html

[6] CARBONELL, R.. “7. LA POESÍA Y EL TEATRO DE LOS SIGLOS XIX Y XX”, en LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL –III. ARTE Y CULTURA. BAM. Albacete, 1992.

[7] El poeta, amigo y paisano de Nicolás del Hierro, Francisco Caro, ha expresado con estas palabras quien era el tristemente fallecido y dar a conocer su relevancia.

 

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