“Un entorno que limita el movimiento de los niños difícilmente será facilitador de un desarrollo integral”

El salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real acogió en la tarde de ayer la charla ‘Educación activa: por un cambio de mirada hacia la infancia’, organizada por la Asociación Caracolín. Las bases teóricas de la educación activa centraron los primeros minutos de la ponencia, dejando paso después a la exposición de propuestas metodológicas para niños de hasta 7 u 8 años. Además, se recurrió a la experiencia en Caracolín para mostrar el día a día en un espacio respetuoso con la infancia.

La psicóloga Isabel Martínez Alarcón realizó un recorrido por las propuestas de los autores que, a lo largo de diferentes momentos históricos, han abordado “la mirada de confianza a la infancia”. Rebeca Wild, María Montessori, entre otros, las aportaciones de la Institución Libre de Enseñanza, y también propuestas actuales del ámbito de la neuroeducación “que han venido a constatar, a través de técnicas de estudio cerebral, que lo que dijeron los pedagogos del siglo XX funciona”.

Durante el acto, se ofrecieron recomendaciones de organización de espacios, no solo para maestros o pedagogos, sino también para padres.

Entre las características de la educación activa, Martínez Alarcón destacó el respeto a las necesidades e intereses de los niños “como eje de la dinámica de aprendizaje” y su curiosidad innata. Los niños, decía, “por impulso vital, tienen una fuerza creadora que, si se riega y se planta en tierra fértil, va a florecer sin presiones”. Este impulso vital, apuntaba, se ve de forma clara en el juego. Pero no todo juego, matizaba, debe tratarse de una actividad “espontánea, abierta, creadora, sin dirección ni coacciones por parte del entorno o de un adulto”.

Todo esto pasa, añadía, por tener confianza en la infancia, en el sentido de “acoger y respetar la expresión y elección de los niños, su diferencia, como algo consustancial a la naturaleza humana”. Por ello, abogaba por el trabajo en grupos heterogéneos, por ejemplo en rangos de edad. De 0 a 3 o de 4 a 6 años, explicaba, son los más habituales. Esto, señalaba, permite que los niños se relacionen entre sí “por sus intereses, aficiones, por su estado de ánimo, por sus ritmos, y facilita que encuentren su hogar”.

Otro elemento fundamental para la educación activa es la libertad de movimiento. Un entorno que limita el movimiento, “que obliga a los niños a estar mucho tiempo sentados, difícilmente podrá ser facilitador de un desarrollo integral”. Porque el niño, remarcaba, es “acción y movimiento”. De 0 a 8  años, comentaba, “todo el pensamiento del niño pasa a través de la acción; piensan haciendo”.

La actividad se desarrollara en un entorno seguro en el que, puntualizaba existen límites, que deben ser claros y habitualmente se resumen en tres: “respeto hacia el propio cuerpo del niño, respeto hacia los otros niños y respeto hacia el ambiento o los objetos”.

El papel de los adultos en educación activa es de acompañantes, de facilitadores y observadores. Comunicación afectuosa, actitud de escucha y profunda contención emocional, son otras características que deben respetar. Por último, un pilar esencial es la coparticipación de las familias.

Por otra parte, Alba Fernández Robredo y Chelo Fernández de la O, expusieron la parte más práctica de la charla. Explicaron cómo llevar a cabo un proyecto de juego creativo por instalaciones y las propuestas de los talleres de mesa de luz y de pintura que desarrollan en Caracolín, para mostrar el abordaje del arte y la expresión artística en la educación activa, así como las características más relevantes de esta asociación y los proyectos que desarrolla.

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