Cita de alcaldes en Puertollano

Manuel Valero.– Si la historia de una ciudad es de alguna manera la de aquellos que la rigieron, en la toma de posesión de la alcaldesa, Isabel Rodríguez, y la formación de la nueva Corporación de Puertollano, hubo cita de alcaldes.

No estuvieron todos pero casi. Una de la imágenes para la historia fue ver a Casimiro Sánchez Calderón presidir la mesa de edad con su aspecto de senador tranquilo –Santos, dixit y digo yo– y su voz preclara de los sabios viejos. Incluso aplaudió en su arrebatada soledad ibérica algunos párrafos de la nueva regidora desde su apostura romana y sabiéndose que él, a sus años, y su historia, y su aventura electoral de soñador travieso está donde le da la gana estar. El que un día gobernó la ciudad y fue uno de los suyos –uno de los socialistas- regresaba solo de los tiempos venideros como canta el cubano para trabajar de nuevo con un único escaño para mejorar la ciudad como un primer pasito para la arcadia de una Iberia unida. Era un poco raro verlo, pero entrañable, piensen lo que piensen lo que un día fueron los suyos. Haber sido alcalde de Puertollano imprime carácter.

El otro alcalde estaba presente de alma aunque no de cuerpo. Isabel Rodríguez lo citó aprovechando la circunstancia de los 40 años democráticos e incluso tomó una frase del discurso que Ramón Fernández Espinosa leyó cuando se convirtió en el primer alcalde de Puertollano de la democracia en 1979: buscar la igualdad a través de la solidaridad. “Me siento plenamente identificada con sus palabras”, dijo.  Un detalle para un regidor que ha transitado por el olvido durante demasiados años.

Ramón Fernández Espinosa y Casimiro Sánchez Calderón fueron como el Rómulo y Remo de los socialistas alcaldables pero la relación entre ellos no fue tan cruenta. La historia local les tenía reservado el mismo destino político. Y los dos estuvieron en el Auditorio: uno de cuerpo ausente, otro de cuerpo presente. Supongo que la familia de Fernández Espinosa, incluido Emiliano García Page agradecerían el detalle de la alcaldesa.

Fue Santiago Moreno, presente también en el Auditorio plenario quien sucedió a Espinosa. La coincidencia de la fecha –un 15 de junio- fue una oportunidad de oro para que tuviera su hueco en las palabras de Isabel Rodríguez.  Incluso elevó el tono de la afectividad al catalogarlo como uno de los alcaldes más queridos de la ciudad, tanto, que no ocultó la regidora haberlo tenido como referente. Pero se fue a los dos años a la Junta, un hecho que el que suscribe se lo tiene medio perdonado: si las armas las carga el diablo, la rebotica de la política la cargan los hombres que es peor.

Hoy, Santiago Moreno es un socialista de a pie que tuvo el detalle de cerrar la candidatura de Isabel Rodríguez. Así que en esto se pareció a Casimiro Sánchez: los dos imprimían su nombre en sus candidaturas, Moreno en el 21 y Calderón en el 1. Cosas de exalcaldes aunque hoy, el viejo profesor local ocupe escaño y el sucesor natural de Espinosa se dedique a la acuarela con resultados más que notables.

Y Mayte Fernández. La primera mujer con el bastón de mando que lo entregó a otra mujer. La primera mujer que  navegó por tiempos horribilis y que gastó todas sus energías, o casi, en evitar el colapso definitivo en todos los órdenes del Ayuntamiento y la ciudad. Mientras sus primeros antecesores gobernaron con otro guion histórico, en otras circunstancias, con más dineros y el viento de cola, Mayte Fernández tuvo que sortear unos años de desafecto popular, de soledad emocional y de la incomprensión a veces grosera con que se despachan las redes pues hay quien no entiende que la crítica aunque sea dura es una cosa y la vejación y la trituración moral es otra y que  la critica la hace la razón y la inteligencia y la humillación y el insulto lo inspiran las pasiones más subterráneas del ser humano. 

Y tuvo también  que administrar el veneno y el antídoto de dejar paso a otra candidata. No podía faltar de las palabras de su sucesora que le reconoció en esas circunstancias “su dedicación y esfuerzo por hacer de Puertollano una ciudad mejor”.

Y el colofón para la alcaldesa actual, Isabel Rodríguez. Con ella, fueron cinco los alcaldes -uno in memoriam- que se citaron en el Auditorio. Y a sabiendas de que el camino está lleno de broza la actual regidora dio varias puntadas en su discurso que destacó entre la declaración de intenciones para una buena gobernanza: el interés general, la honestidad y la transparencia, la apertura a la oposición para los grandes asuntos que beneficien a la ciudad, y el reto más difícil, por encima de propuestas concretas:  ejercer el rol político de modo que  no se empobrezca la democracia. Y sobre todo, un llamamiento a la cooperación  ciudadana, una gran alianza: “Querer y cuidar Puertollano es la única opción para conseguir una ciudad amable y con futuro”.  Sobre todo porque la ciudad no es la alcaldesa ni la Corporación sino todos y cada uno de los puertollaneros hoy y ahora.

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6 COMENTARIOS

  1. Ni una mención a don Joaquín Carlos Hermoso Murillo. Vaya, vaya… el mal ni se nombra, coherente el autor con su trayectoria de silenciar los desafueros en Puertollano. En mi pueblo, no. A la izquierda se la machaca fuera de nuestra jurisdicción. Al poder, cuando es cercano, ni se le molesta.
    Lo entiendo, Valero, la cercanía con los paisanos es muy jodida para ir de valientes.

  2. Y es que los alcaldes y concejales más que políticos son los servidores municipales más directos de los vecinos y es fundamental que se ponga en valor la labor que realizan. Son el alma de la democracia…..

  3. No sé pero el articulo habla de los alcaldes que estaban en el auditorio como una curiosidad. Y ni Hermoso ni Juliá estaban. Son ganas de ganeta.

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