Don Felipe y el espíritu de la concordia

Carmen Quintanilla Barba. Parlamentaria permanente del Consejo de Europa y presidenta nacional de AFAMMER.- Con motivo de los premios de ABC Mariano de Cavia, instaurados por el fundador Torcuato Luca de Tena hace 99 años, dándole el nombre de uno de los periodistas de referencia de nuestra historia, el Rey se refirió al periodismo como garante de la mejor España, la de los valores, el respeto y la concordia, pese la distancia entre las opiniones que puedan surgir entre dos personas o instituciones, primando por encima de ellas la tolerancia.

Hoy asistimos en España a una pérdida  de los valores más básicos, que comienzan en la forma de actuar de nuestro presidente de gobierno en funciones y se traslada a una sociedad que carece de referentes políticos en los que fijarse y que nos hace recordar aquel país del esperpento y desdibuje que tan bien supo retratar Valle Inclán en su “Luces de Bohemia”.

Personalmente apuesto por un país plural, en el que quepan todas las opiniones, en el que haya diversidad cultural y en el que podamos sentirnos orgullosos de sentirnos lo que somos como nación. Siempre he visto mi país como una gran familia en la que por más que existan discrepancias siempre se llega a un acuerdo en el que impera el respeto.

Para que una sociedad funcione se tienen que establecer unas reglas de juego que se deben respetar y que no se pueden ajustar según conveniencia del momento, porque a veces se nos olvida que los políticos están para hacer funcionar un país y no para doblegarlo a sus propios intereses, garantizando que las reglas que son iguales para todos se cumplan para garantizar la armonía y la paz social que nos merecemos como sociedad.

Apelaba Su Majestad el Rey, de forma brillante, a “la España luminosa, la de las mentes abiertas, la tolerancia, la capacidad de tender lazos y la de reconocer las bondades y logros ajenos”, una España que atisbamos como un imposible y que han provocado que haya unas segundas elecciones y de la que todavía no conocemos su futuro más inmediato, mientras observamos con temor lo que pueda suceder.

Siento miedo cuando pienso en un Gobierno pactado con insurrectos, que han atentado contra la unidad de España y cuyo fin principal es deshacer el país de concordia que entre todos hemos construido y que quedó amparado en nuestra Constitución, que muchos obvian, haciendo que hasta miembros del propio partido socialista levanten la voz y lancen avisos a navegantes, recordando el artículo 2 de nuestro texto constitutivo en el que se fija la «indisoluble unidad de España».

Este 6 de diciembre, conmemoramos un año más de nuestra carta magna, que quedó firmada en 1978 y que desde entonces ha servido para escribir las mejores páginas de nuestra historia, con la figura de la monarquía como garante de la estabilidad y la Democracia más avanzada.

Desde estas líneas quiero reivindicar la importancia de nuestra Monarquía y la de nuestro Jefe de Estado, garante de la libertad y la concordia social en España, que se ampara en el Artículo 56 de la Constitución, donde se fija que «el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, … asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes».

Igual que a Unamuno, a mí también me duele España, pero confío en que la grandeza de este país y de gran parte de los españoles, sea suficiente para revocar este momento histórico del que debemos pasar página para seguir escribiendo un brillante próximo capítulo.

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