Lagunas de Ruidera: una historia quijotesca para lograr la sostenibilidad de un espacio natural único

Carlos Sanz.-Marcadas tanto por su fama universal -enclave natural cervantino y escenario de las aventuras de Don Quijote y Sancho– como por haber sufrido durante décadas los estragos de un turismo masivo, las Lagunas de Ruidera continúan inmersas en un proceso de redefinición identitaria cuya finalidad pasa por preservar la sostenibilidad del parque esmeralda.

Barrera tobácea en la laguna Lengua

Atrás quedó el estigma de abusar del complejo lagunar como si aquello fuera una especie de Benidorm manchego. Afortunadamente, en los últimos años se están realizando actuaciones tendentes a revertir agresiones ambientales y consolidar un nuevo perfil de visitante respetuoso de los espacios naturales protegidos. A fin de cuentas, se trata de un Parque Natural y como tal ha de gestionarse. La singularidad en las lagunas de Ruidera son las barreras travertínicas, una especie de represamiento natural que hace posible la configuración del complejo lagunar.

Todo pasa por aplicar un documento marco que viene a ser como las Sagradas Escrituras de cualquier parque natural. Se trata del nuevo Plan Rector de Usos y Gestión (PROUG en adelante) que se espera entre en vigor a principios de 2021. Desde hace años, son varios los colectivos que demandan la revisión y actualización de un PROUG que no responde en su totalidad a las necesidades actuales. Sobre todo, en lo referente al principio de sostenibilidad y conservación. El actual PROUG data de 1995 y no da respuesta a las inquietudes de todos los grupos de interés implicados.

El lagunazo kárstico conocido como la Plaza de Toros

Además, es imprescindible que esté alineado con las normativas europeas en materia de conservación de los espacios naturales protegidos. Lo fundamental es que el nuevo PROUG salvaguarde la puesta en valor del patrimonio natural que le da valor añadido a las lagunas de Ruidera. Según afirmó el propio gobierno regional, contará con un nuevo Centro de Interpretación que estará ubicado en el antiguo albergue juvenil Alonso Quijano, situado en las inmediaciones de la laguna Colgada. Se espera que esté finalizado antes del verano de 2021.

Un poco de historia sobre este magnífico enclave

Las Lagunas de Ruidera fueron declaradas en 1931 como Sitio Natural de Interés Nacional, y en 1979 como Parque Natural, un año después de Tejera Negra, por lo que es el segundo en antigüedad de Castilla-La Mancha. Está formado por un conjunto de 15 lagunas separadas y conectadas entre sí por barreras de formación tobácea que forman cascadas o arroyos que enlazan cada laguna superior con la siguiente inferior; por lo que no son lagunas, en sentido estricto, sino «remansos» fluviales.

Cascada del Hundimiento

Además, está incluido en la Red Natura 2000 declarado como Lugar de Importancia Comunitaria LIC Lagunas de Ruidera, zona núcleo de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda y está incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Ramsar). El complejo lagunar se ubica en un rebosadero natural del acuífero 24. Las aguas de lluvia que caen sobre este acuífero disuelven la roca caliza y estas aguas extraordinariamente cargadas de carbonatos rebosan de este acuífero por distintos manantiales naturales situados en el entorno de las Lagunas de Ruidera. Las barreras tobáceas constituyen sin lugar a dudas el principal valor de este espacio natural, únicamente en Croacia existen formaciones similares siendo la más importante de todas ellas el Parque Nacional de Plitvice (declarado Patrimonio de la Humanidad). Sin embargo, la fuerte antropización del entorno, debido a la presión humana que ha sufrido Ruidera ha propiciado que a día de hoy haya importantes alteraciones paisajísticas e incluso del propio funcionamiento del sistema lagunar.

Pese a estas deficiencias, la singularidad del complejo lagunar radica en la aparición de represas naturales, denominadas barreras tobáceas. La toba es una roca caliza muy porosa que le da nombre y que posibilitan la creación de zonas donde las aguas quedan parcialmente remansadas, formando las lagunas que conocemos. No olvidemos que pese a estar en La Mancha Húmeda, el régimen de precipitaciones es el propio de un clima mediterráneo de interior. Es habitual que las lagunas dejen de estar conectadas unas con otras o que incluso se sequen, sobre todo cuando se dan varios años secos seguidos. La media anual de precipitaciones por la zona son unos 420 litros anuales y la volumetría de la máxima capacidad de todas las lagunas llenas da una cifra de unos 25 hm³, capacidad superior a la de muchos de los embalses medianos de España.

La presión urbanística ha sido notoria en las Lagunas de Ruidera

¿Cuáles son las características de las láminas de agua?

Existe un libro de cabecera para empaparse de todos los valores naturales que atesoran las lagunas. Se trata de “Los espacios naturales protegidos en la provincia de Ciudad Real” publicado por la Biblioteca de Autores Manchegos en 2017. En el mismo se detalla que el complejo lagunar está integrado por un rosario de 15 lagunas que se extiende a lo largo de 25 kilómetros de extensión por la cuenca del Alto Guadiana, salvando un desnivel de aproximadamente 120 metros entre la laguna más alta (Blanca a 880 metros) y la de menos altitud (Cenagosa a 760 metros).

En lo que respecta a la morfología, existe un neto contraste entre las lagunas “altas”, “medias” y “bajas”. Las lagunas “altas» se caracterizan por tener masas de agua con lechos muy encarrizados que generan auténticos laberintos fluviales, hábitats ideales para aves acuáticas, anfibios e incluso mamíferos. Las lagunas “medias” presentan masas de agua con láminas muy abiertas a la vegetación y lo que las hace más llamativas, la presencia de barreras travertínicas con cascadas y rápidos más o menos funcionales. También, se da la existencia de taludes y acantilados tobáceos en los bordes (la laguna Lengua es un buen ejemplo) y la mayor profundidad de los lechos favorece las tonalidades esmeraldas y aguas cristalinas. Finalmente, las lagunas “bajas” ofrecen un aspecto muy distinto: ausencia de cascadas o rápidos, inexistencia de acantilados en los bordes y lechos de escasa profundidad dando la sensación de que parecen más tablas que lagunas.

Fachada del castillo de Peñarroya

Fauna y flora del parque

Sobre todo, hay que destacar la presencia de aves acuáticas como el ánade real, cercetas, focha común, porrón moñudo, etc. Luego se encuentran otras especies como la abubilla, el gavilán, aguilucho, lechuza, martín pescador, perdiz, tórtola, etc. Los mamíferos los encabezan los conejos y las liebres, acompañados en menor magnitud por jabalíes y zorros, sin olvidarnos de los murciélagos en las cuevas y las nutrias en las lagunas. En las lagunas también encontramos 19 especies diferentes de peces, de las cuales 8 son endémicas. Se constata la existencia de 8 especies diferentes de anfibios (tritones y sapos son los más abundantes) y 12 de reptiles, entre los que destacan el lagarto ocelado y la culebra bastarda. En cuanto a la flora del parque, entre las más de ochocientas especies de plantas, árboles y arbustos que podemos encontrar, las más significativas son las encinas, sabinas, olmos, enebros y álamos blancos.

Impacto de la actividad humana

En las últimas décadas, las Lagunas de Ruidera se vieron sometidas a agresiones que pusieron en riesgo su conservación como espacio natural protegido. Un conjunto de acontecimientos, como fueron la construcción de una red de fábricas de luz, el fomento de la especulación urbanística y una importante presión turística, provocaron una intensa transformación de los caracteres naturales. Se llegaron a construir unas 6 centrales hidroeléctricas en las cercanías de las lagunas, que supusieron la ruptura de barreras tobáceas para asegurar la producción energética en épocas adversas de menores precipitaciones.

La senda del margen izquierdo discurre por las lagunas bajas como la del Rey

Además, a mediados del siglo XX se inició un proceso de edificación descontrolada en inmediaciones de las lagunas. El proceso de urbanización se intensificó en los años 60 del siglo XX y se extendió hasta mediados de los 80 período en el que las administraciones públicas intentaron actuar, una vez que ya se había alterado considerablemente la zona. Durante esta época se edificaron construcciones de recreo en las cercanías de las lagunas, que a veces llegaban a situarse hasta el mismo borde del agua o encima de las barreras tobáceas. Esto conllevó a la proliferación de visitas que pronto se convirtieron en multitudinarias.

Este parque natural se ha convertido en uno de los espacios naturales más visitados de la región, con cifras cercanas al medio millón de visitas anuales, que tienden a concentrarse en la época estival y especialmente los fines de semana. Tanto el impacto paisajístico y la alteración llevada a cabo por la construcción de centrales hidroeléctricas, urbanizaciones, áreas recreativas así como la intensa afluencia turística, ha generado notables transformaciones en este medio natural y ha terminado por consolidar problemas tan graves como el deterioro de las barreras y terrazas tobáceas, la contaminación por vertidos en las aguas de las lagunas, la reducción de los márgenes lagunares o la deforestación y el excesivo uso de agua para fines particulares y de riego. Así lo detallan en su análisis los geógrafos de la UCLM Oscar Jerez, José Luis García rayego y Manuel Antonio Serrano.

Lo fundamental es cambiar el chip, aplicar a rajatabla un Plan Rector de Usos y Gestión donde se prioricen comportamientos acordes a lo que cabe esperar en un parque natural del siglo XXI. Erradicar malas praxis debe ser una responsabilidad compartida tanto de la administración competente del parque como de todo aquél que visita este espacio natural.

Una propuesta para visitar el complejo lagunar

Un plan muy recomendable para tener una visión de conjunto sería el siguiente: comenzar la visita en el embalse y castillo de Peñarroya. Situado dentro de los límites del parque natural, es una parada obligatoria. El embalse tiene un uso hidroeléctrico y de abastecimiento para las poblaciones de Tomelloso y Argamasilla de Alba. Anexo al mismo se encuentra el castillo de Peñarroya que tradicionalmente se ha considerado de origen musulmán, aunque funcionó como fortaleza cristiana construida en el siglo XIII por la Orden de San Juan. Su principal función fue militar y a partir del XIV su función pasó a ser eminentemente económica, siendo una de las principales fuentes de ingreso de la orden.

La visita a este recurso es libre y gratuita y podemos contemplar: el foso, la antemuralla, la torre del homenaje que es de tipología rectangular y constituye el punto neurálgico de todo el dispositivo defensivo del castillo, la antemuralla o camino medieval de acceso tradicionalmente conocido como la “M”, al ser de trazado zigzagueante pues salvaba el desnivel existente entre el fondo del valle y el emplazamiento del castillo.

Retablo barroco y cúpula venerada en el santuario de Nuestra Señora de Peñarroya

Otros elementos de interés que encontramos son el patio de armas, el espacio central del castillo, del que apenas se conservan restos ya que su superficie se encuentra fuertemente alterada por las obras de construcción de la presa del embalse. También, podemos visitar la ermita del despeñadero y el Santuario de Nuestra Señora de la Encarnación de Peñarroya, insertado en el castillo; se trata de una construcción del XVII, presenta planta rectangular y la cabecera está cubiera con una bóveda avenerada (en forma de concha), mientras que la nave lo está con una bóveda de cañón sobre lunetos. El conjunto está presidido por un retablo del Barroco tardío, las paredes laterales de la cabecera y primer tramo de la nave presentan pinturas murales. Las que se conservan presentas escenas iconográficas del Evangelio.

Ya en el complejo lagunar, tenemos la opción de hacer un recorrido a pie o en bicicleta por la senda del margen izquierdo y que recorre varias lagunas medias (Rey, Colgada, Batana y Santos Morcillo). Es una ruta lineal y antes de iniciarla, podemos desviarnos desde el cementerio de Ruidera para visitar el mirador de la cascada del Hundimiento. Se originó en 1545, cuando unas crecidas extraordinarias del río rompieron la barrera travertínica de la Laguna del Rey.

Regresamos al cementerio y cruzamos la carretera para tomar la senda del margen izquierdo, que recorre las lagunas del Rey y Colgada, hasta que llega a la puerta del refugio de fauna, lugar donde termina el sendero. Aunque se puede continuar por el carril que bordea las lagunas, atravesando la cañada de las Hazadillas y pasando junto a la casa homónima hasta llegar a la laguna Batana, donde una senda con tres puentes nos lleva a la vieja Central Hidroeléctrica de Santa Elena y a la carretera que recorre las lagunas. Pero antes de cambiar de margen, podemos continuar un poco más por el carril para visitar el mirador de la laguna Batana y asomarnos a la laguna de Santos Morcillo. La vuelta podemos realizarla por el mismo sendero o bien por la senda anexa al tramo de carretera. Aunque en la actualidad, se están acometiendo actuaciones en dicho margen para habilitar un camino más transitable.

En cualquier caso, tenemos múltiples opciones para hacer rutas en bici o en vehículo por toda la carretera que atraviesa las lagunas hasta llegar al sendero que conduce a la laguna Blanca. Y durante ese recorrido, es imprescindible visitar la “Plaza de toros”, una formación kárstica en forma de lagunazo localizado en un canal de la rampa tobácea que separa las lagunas Tomilla y Tinaja. Posee forma casi circular, con un diámetro de 37 metros y en épocas de lluvia supone un auténtico espectáculo visual. 


Carlos Sanz.– Durante más de 12 años me he dedicado al oficio de contar las cosas. En la universidad me convertí en historiador del arte, me metí en el proceloso mundo del turismo formándome como informador turístico y trabajando como técnico. De todo ese batiburrillo sale una devoción, la de comunicar, una pasión por el patrimonio, lo cultural y el arte. De eso va esto.

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