Árboles singulares de Ciudad Real (XXV): Aylanthus altissima del colegio Santo Tomás de Villanueva

Esta sección sobre árboles singulares de Ciudad Real, ofrecida en colaboración con la Concejalía de Medio Ambiente con la pretensión de dar a conocer parte del patrimonio natural de la capital, recopila el catálogo elaborado por José Arrieta, jefe de sección de Parques y Jardines.

Motivo de la singularidad.- Es una frondosa de gran desarrollo y con una formación excelente para la especie. De acuerdo a la antigüedad del edificio, exterior de dicho edifico donde se encuentra plantado (antiguo hospicio), este árbol podría tener unos 65 años.

Porte y descripción del árbol.- Su porte es en forma de copa y su desarrollo es regular y homogéneo en todas las direcciones.El árbol se encuentra ramificado desde unos 3 metros de altura, su tronco es grueso, cilíndrico, macizo, liso con ligeras protuberancias y fisurado. El tronco se divide en dos ramas principales o cimales, los cuales se encuentran bien anclados, bien formados y dirigidos y las ramas secundarias y terciarias se encuentran distribuidas homogéneamente a lo largo de las ramas principales y en todas las direcciones.

Estado de conservación general.- El árbol se encuentra en un estado aceptable de conservación y no se le aprecian plagas ni enfermedades. El árbol fue fuertemente podado en su juventud, se aprecia en la salida excesivamente recta de los cimales principales (indica que fueron seleccionados) y es podado anualmente, con podas de limpieza y saneamiento, a fin de dejarle su forma natural. No se aprecian raíces espiraladas ni estáticas. Su floración y fructificación es normal y su desarrollo y tasa de crecimiento es adecuado para su edad y la zona climática donde se encuentra.

Descripción del entorno.- Se encuentra dentro del Colegio Santo Tomás de Villanueva en la C/ Granada, en el inicio del patio de recreo, frente a la puerta de salida del colegio al mismo. Tiene alcorque de 1’50 x 1’50 metros, formado por adoquín de hormigón sobre cama de arena y juntas gruesas, el resto del tratamiento superficial, es de aglomerado asfáltico. Cuenta con un banco de hormigón pegado a él.

El Aylanthus Altissima del colegio Hogar Virgen del Prado

Es difícil que conozcas este árbol si no eres mujer de más de…40 años, porque este “árbol del cielo”, como se le conoce comúnmente, está situado en lo que fue el patio del recreo del colegio Hogar Provincial Virgen del Prado, el que hoy se llama Santo Tomás de Villanueva, es mixto (niños y niñas estudian juntos) y comparte espacio con el edificio del Instituto Santa María de Alarcos, construido también en lo que fue patio del antiguo colegio…

Este árbol debe superar ya los 70 años, una proeza pues en su historial dice que la especie no suele vivir más allá de los 50. Elegido por su belleza para decorar parques y jardines, aquí estuvo acompañado durante muchos años por una fuente de 6 chorros y una zona infantil de columpios, tobogán y paralelas. Yo lo recuerdo perfectamente porque estudié en este colegio como externa, junto con otras cientos de compañeras, algunas de ellas internas y otras mediopensionistas. ¡Qué años aquellos! Las Hijas de la Caridad se encargaban de la formación moral, religiosa y cultural de las niñas y, en el edificio de al lado eran los Salesianos los que ejercían las mismas labores con los niños externos, internos y mediopensionistas, hasta que en 1990 desaparece el internado, la separación por sexos y el colegio de las chicas pasa a ser el nuevo Santo Tomás de Villanueva y el de los chicos la residencia universitaria.

De los años de colegio hay miles de recuerdos y anécdotas. Las monjas tenían mucho carácter y en su celo por la decencia y la apariencia hacían cosas a veces un poco…locas. Mi amiga Esther me cuenta que la sorprendieron con un esmalte de uñas y como castigo lo arrojaron por la ventana, chocando con la fuente junto al árbol, y desde entonces se quedó teñida de rojo, como si tuviera una herida sangrante, permanente.

Ese árbol sigue siendo protagonista del patio del recreo, ahora tan pequeño que casi no tienen espacio ni para jugar al escondite. Su copa ha perdido frondosidad, su porte elegancia pero sigue en pie, recordando aún a las niñas con uniforme que se sentaban bajo él a contarse sus secretos.

I.L.G

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