Los folios manuscritos del “asesino de la baraja”

Manuel Valero.- No. No es el título de un relato de ficción. Tuve en mi poder unos folios manuscritos, preámbulo de un proyecto de novela, cuyo autor era Alfredo Galán, el asesino de la baraja para la crónica negra de este país. Y me los dio personalmente. Les cuento la historia.

Hace años recibí de la dirección de la cárcel de Herrera de la Mancha la invitación para dar una charla literaria a los presos. Hacía poco que había publicado Ultramar una de mis novelas de la tetralogía de Pueblo, historia novelada de Puertollano. Acepté. La experiencia me parecía impagable. Así que convinimos el día y la hora y a media mañana me presenté en el centro. La charla no iba de dar una clase magistral de Literatura, los movimientos, los autores, las páginas más gloriosas que se han escrito, sino del método de escribir y el estilo desde un punto de vista personal. No fue difícil preparar la charla, unos cuantos ejemplos y alguna que otra cita. Lo demás era relatarles como afrontaba uno el folio en blanco, y el modo en que iba creando personajes e imbricándolos en la historia central o en las historias colaterales. Una vez en el centro penitenciario  me acompañaron hasta la sala de lectura. Yo ya estaba al tanto del público entre los que se encontraban algunos de los reclusos más mediáticos por los atroces delitos cometidos. Debo decir que la charla se desarrolló con absoluta normalidad y nunca tuve la sensación de dirigirme a un público especial. ¿Quién era yo para juzgar a quienes ya habían sido juzgados?

Al acabar se me acercó uno de ellos y me entregó cuatro folios escritos a mano con la intención de que los leyera y le diera mi opinión. Así que convinimos que me los llevaría a casa y se los devolvería por correo con mi opinión adjunta. Al marcharse, uno de los funcionarios me preguntó si lo había reconocido. Al mostrarle mi ignorancia me lo rebeló de un solo tajo: es Alfredo Galán, el asesino de la baraja. Al parecer había iniciado lo que pretendía ser un relato o una novela, no recuerdo bien, pero en mi breve encuentro me demostró cierto entusiasmo por la escritura. Luego de despedirme de los funcionarios y la dirección del centro regresé a casa. Confieso que por el camino solo deseaba sacar los folios del sobre  y leerlos. Me parecía increíble que en el asiento vacío del copiloto reposara un sobre con los folios manuscritos del paisano más tristemente popular y mediático.

Os confieso algo que jamás he dicho salvo a mis íntimos: ¿Os imagináis que me hubiera puesto en contacto con alguno de los programas de televisión, de esos que son más sensacionalistas que serios y que hoy abundan como una plaga, previo precio tasado? Por supuesto que jamás se me pasó por la cabeza tan abominable acción. Me limité a lo prometido. Leí los folios un par de veces, como digo eran apenas cuatro, escribí mi opinión, y envié a la prisión el material en sobre certificado. Fin de la historia. Hasta hoy en que he leído lo de la serie de TVE que publica esta mi casa y me ha refrescado la experiencia de la charla y la anécdota de los folios de Galán. Me sabía en poder de un material valiosísimo y era el único periodista-escritor que lo tenía. Esa satisfacción íntima era suficiente. Jugar en el mercado de la sensación y la basura televisiva me pareció sucio. Y me parece.

¿Y qué decían esos folios? Nada. Quiero decir nada relevante. Era el relato de la normalidad. Un personaje que se levanta por la mañana, se asea y se afeita. Creo recordar -tampoco fotocopié los folios ya que me parecía una traición- que también hablaba de lo que iba a cocinar ese día y hacía alusión a un pájaro. El contenido era la sucesión escrita de los actos rutinarios que se desvanecen a las pocas horas en la realidad fungible de lo doméstico. Pero no estaban mal escritos como a priori me temía en un prejuicio sin fundamento. No eran esos folios una concatenación de ripios en prosa, más bien una redacción correcta.

Hoy al cabo de los años desconozco si el autor siguió con el proyecto, si fue un apretón literario al saber que alguien iba a  ir a la cárcel a hablarles de Literatura o una vía de escape para su atormentado espíritu por lo que había hecho. Pero respiro feliz por no haber utilizado malamente un material que se me confió.

Permitidme que hoy comparta esta anécdota con los lectores de MICR, ahora que TVE emite una documental sobre el personaje, sin otra intención que de hacerlos sabedores.

Que 2023 os sea propicio.

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5 COMENTARIOS

  1. Que gentuza estáis hechos, ahora vais a hacer famoso a ese asesino y escoria de la sociedad? No me extraña, viendo como poneis en la calle a violadores, maltratadores, separatistas, etarras y demás calaña amiga del psoe, me puedo esperar ya cualquier cosa.

  2. Otro oportunista, al final parece que está de moda hablar de asesinos y como estamos en Navidad, pues nos subimos al borriquillo.
    Es que en el pueblo a habido y hay de todo, y como no tenemos otra cosa que hacer, removemos la mierda.

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