La rampante comunicación digital

Manuel Valero.- En “Un hombre del barrio”, mi próximo libro que presentaré el próximo viernes, día 30 en el Museo García Rodero – sí, estoy haciendo publicidad- el personaje principal que es nonagenario y por lo tanto ha tenido pie y medio en el mundo analógico y la otra mitad restante en el digital, y a vivido la postguerra, el franquismo, ya cincuentón la edad prodigiosa de los 80, los cambios de gobierno y hoy asiste a la liquidez de los tiempos, se queja con cierta nostalgia de la rapidez de las cosas, en concreto, las cartas.

Viene a decir que el ritual de una carta llevaba sus estaciones como el vicrucis: escribirla a mano, chupar el boli para pensar, releerla, darla por buena, ir al estanco, comprar un sobre y un sello, acercarse a un buzón de correos, enviarla… y aguardar la respuesta que se solía demorar semanas, incluso meses. En cambio, se quejaba, hoy se escribe un mensaje e incluso una carta, se le da a un botón y en segundos el receptor la tenía ante sus ojos en la pantalla del ordenador, así viviera en un islote del Cabo de Hornos. Obviamente, sus contertulios no hacían más que aplaudir esa velocidad de vértigo que dan las Tic,s. Pero él, inamovible, como de vuelta de casi todo, seguía en sus trece y reflexionaba sobre la desaparición de la ausencia, de la ausencia con fecha de caducidad, claro. Una carta esperada necesitaba de un sentimiento profundo de ausencia que se volatilizaba con la aparición del cartero en la puerta con la respuesta en la mano. Hoy, una madre puede hablar con su hijo viéndolo en una pantalla y abroncarlo por lo sucia que lleva la camiseta. No hay ausencia que llena de gozo la presencia del ausente que regresa. O no tanto. 

Pues bien, he leído que José Mota ha declarado algo parecido. Ha dicho que ve parejas, amigos, en los restaurantes que están más pendientes del móvil que de la presencia del otro. No lo ha dicho con humor, lo ha dicho muy en serio. “Vivimos en una sociedad en parte enferma inmersos en nuestra burbuja propia y eso me da mucho miedo… Las redes sociales tienen muchos puntos positivos, que me gustan, y algunos que no me gustan».

Ah, las redes sociales de las que se queja también don Bernabé.  Me conforta que un tipo como Mota, de mi generación, coincida con mi opinión al respecto. No solo conmigo, seguro que con muchos de ustedes. Las redes sociales y la digitalización instantánea de la comunicación tiene ventajas muy prácticas, pero también produce monstruos: los adictos al selfi hasta el punto de perder la vida y los comentarios a las noticias de los periódicos amparados en el anonimato. Debo precisar que no en todos, pues se requiere identificación previa para su publicación. Esto me trae de nuevo un recuerdo: en Lanza, recibíamos cartas al director con la fotocopia del DNI aunque fuera firmada con seudónimo. También había cartas anónimas dirigidas a un redactor concreto que iban directamente a la papelera. Eran muy, muy pocas.  Un servidor recibió unas cuantas.

Ahora, tras el cambio histórico de color político en nuestro consistorio, los comentarios sin nombre se han dado la vuelta: el anterior alcalde recibía estopa hasta en el paladar y sigue recibiéndolas, como ahora es el actual el destinario de las mismas. Siempre he defendido que este diario debería  saber quién ejerce su libertad de expresión como es debido para que el aludido y los lectores sepan de quien se trata. Sobre todo para acabar con esa desventaja de tahúr tramposo que acarrea no jugar con las mismas reglas. Un alcalde es visible y debe hacer valer su visibilidad por ser quien es, y un periodista firma con su nombre y apellidos una información o un artículo. Los vociferantes que son como las viejas desdentadas que tricotaban al paso de los carros cargados de aristócratas camino de la guillotina durante la Revolución Francesa, lo hacen ocultos contra un objetivo bien identificado. Y no, no es justo. Seguramente si hubiera un control, muy pocos serían los que se atrevieran a escribir porque ese filtro los obligaría a criticar con fundamento y respeto.

Las redes son como la vida misma, pero han aportado a la gente la posibilidad de tener sus minutos de gloria como dejó claro Andy Warhol, han creado una nueva sociología y un nuevo grupo profesional que se llaman influenciadores. Los llamo así porque las mismas redes han consolidado una uniformidad global en el idioma. Por supuesto el inglés. Con lo hermoso que es el castellano.

Las Universidades tienen sus departamentos de investigación sobre el particular para conocer la proporción de mena y gana de las redes que nos maniatan. Como indica el sentido común depende de su uso, pero ya hay avisos importantes de la adición al móvil como si de una droga se tratara sobre todo en los más jóvenes.

Lo bueno y lo malo. Antes, para escribir sobre un asunto histórico tenias que mover el culo y visitar la biblioteca de tu ciudad, la hemeroteca si la hubiera, fotocopiar, archivar, etc. Hoy con un simple clic tenemos documentación a toneladas en artículos o videos sobre cualquier materia: las leyes de la evolución de Charles Darwin, los trabajos sobre la energía de Einstein, la biografía de Bram Stoker autor de Drácula o las especies que anidan y procrean en las Tablas de Daimiel. Muy rápido todo. No sabremos los cambios que operarán las redes en nuestros descendientes cuando ya la Inteligencia Artificial está asomando el güito por las esquina y viene a sumarse al vértigo de los tiempos.

De todo esto va un poco “Un hombre de barrio”, el contraste de un hombre casi descatalogado por el paisaje urbano que contempla en su vejez y su recelo los hitos de esa nueva sociología, y por la edad se permite el lujo de ser incorrecto:

-No se sulfure, don Bernabé …

-Y los tatuajes. ¡No se les ve la piel! Cuando se mueran hasta los gusanos van a escupir de tanto veneno.

-Se incineran…

-¡Cómo va a arder una piel empapada de tinta, Benito!   

Buen sábado 

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11 COMENTARIOS

  1. No somos nada, ni siquiera alguien, nacemos y vivimos para la guardería, escuela, trabajo, familia, puedes vivir mejor o peor, creerte el más listo, pero vives más o menos dominado por todos los que se quieren aprovechar de tí, sobre todo la politica y la religion y para ello utilizan el boca a boca, la tv , internet y ahora la IA, pero con todo un dia te das cuenta y con suerte, porque hay quien no llega, de que te haces viejo e intentas hacerte ilusiones de que vendrá, porque así te lo ha vendido la religión , una vida mejor y das gracias a ese dios que te han impuesto (y no a hecho falta internet) que no te ha mandado un cancer o alzheimer y aún no te duele nada, pero al final mueres y FIN.

  2. He de reconocer que a mi no me importaría que cualquier persona , periodista o no, escribiera bajo seudónimo en esta provincia o comunidad. Prefiero un artículo que sin necesidad de caer en el insulto o grosería, sin afrentar ni vejar, sea sin embargo capaz de describir sin tapujos la realidad social y política de Puertollano, Ciudad Real o Tomelloso , por poner algún ejemplo . Y por supuesto la de España .Aunque para ello tenga que ocultarse bajo un alias. Muy bien, Valero, usted como tantos otros en esta provincia, publica a cara descubierta. Pero nunca , o casi nunca , dicen nada comprometedor contra los que gobiernan o tienen más probabilidades de hacerlo. Nunca nada valiente. No sé si por la servidumbre que implica vivir en pequeñas ciudades , por temor ancestral al poder o por ambas cosas. Pero la realidad es esa.

    Ya me lo estoy imaginando respondiéndome con la bandera de la libertad y blablablá. Ay la costumbre de la autocensura.

  3. No me negará (por su forma de escribir me parece una persona formada) que el anonimato lo utilizan sobre todo quienes sueltan lastre no precisamente sano por las razones que sean. No le pediría que hurgue en los miles de artículos escritos por mi, se llevaría una sorpresa. Y por supuesto, la bandera de la libertad, siempre. ¿C0noce usted una mejor?

    • Porque he leído muchos de sus artículos, con mayor o menor entusiasmo, es por lo que he dicho lo escrito más arriba. Yo también me sobrevaloro a veces. Creo que es un sesgo que en psicología tiene una denominación: disonancia cognitiva.
      Buen día.

    • Siempre que la bandera de España, como afortunadamente es hoy, simbolice libertad. Si no fuera asi, te la regalo para que te envuelvas en ella, caramelito

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