El Museo Municipal de Puertollano reúne una excepcional muestra con 300 piezas de relojería antigua

Trescientas piezas únicas de relojería se muestran hasta el sábado en una exposición en la planta baja del Museo Cristina García Rodero de Puertollano. La muestra, promovida por la Asociación de Relojería Mecánica de Puertollano con el veterano relojero Santos Aparicio al frente, reúne bellas y curiosas maquinarias fabricadas entre principios del siglo XIX y la década de los 50 del siglo pasado, aunque también se puede ver uno de 1640.

Además, se encuentra una reproducción del reloj de sol de la fachada de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, el antiguo reloj del hotel Castilla y la mesa de un taller de relojero con todos los utensilios.

Adentrarse en el museo es caminar por un oficio artesano de relojero, que ha desaparecido en Puertollano y que se intenta recuperar a través del trabajo y paciencia de los nueve componentes de la asociación de relojería mecánica de Puertollano. Entre las curiosidades que se pueden descubrir se encuentra un reloj con una caja fabricada en Puertollano con la maquinaria original de 1870, o el singular, pesado y abultado reloj que utilizaban los serenos en sus tareas de salvaguarda del vecindario.

La exposición reúne múltiples variedades, desde los antiguos a los más modernos, gracias a las piezas aportadas por Santos Aparicio y por la familia de Ángel García Cáceres, a quien se dedica la muestra junto a Ángel Sobrino. Ambos, ya fallecidos, trabajaron intensamente para la consecución de este colectivo y de las piezas que ahora se pueden ver.

Recuperar un oficio

Esta exposición pretende servir de reclamo para que la gente joven conozca este oficio, una actividad económica en Puertollano en vías de extinción, como ha reconocido la concejala de Bienestar Social y Mayores, Sagrario Almodóvar, durante la apertura de la muestra que ha recorrido junto al alcalde, Miguel Ángel Ruiz, y las concejalas María Castellanos e Inmaculada Amaro.

Muchos de los relojes que se pueden ver proceden de la relojería familiar de Santos Aparicio, abierta por su padre Andrés en los bajos del desaparecido Gran Teatro. Pero también muchos se han comprado en otros países, como India o Alemania, y se han recuperado para defender la importancia y el valor del reloj mecánico. “Intentamos reparar todo lo que se puede y de lo que no encontramos piezas no se hace”, apuntó Aparicio.

Reloj de iglesia

Los componentes de este colectivo ahora están involucrados en la puesta en marcha de un antiguo reloj de iglesia de Torralba de Calatrava, similar al que se recuperó de la iglesia de Santa Bárbara. Para ello se han fabricado las piezas rotas y “vendrá lo más difícil de ajustarlo y que funcione”, gracias la implicación de Ramón García, trabajador de Fertiberia de Huelva, Teodulio Ampuero de Salesianos de Atocha y de Miguel Ángel Alarcón del CIFP Virgen de Gracia.

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