Estrabismo

José RiveroLa falta de alineación de un ojo respecto a otro, impide la visión bifoveolar y disminuye la percepción de profundidad. Algo de esto ha ocurrido en este digital y en otros medios y redes, y en su consecuente polémica ciudadana, a raíz de la publicación el pasado 30 de agosto en la revista satírica El Jueves, de un alegato –como ya se ha producido en otras ocasiones de otras ciudades y de otras regiones, así Castilla-La Mancha el pasado año, fue pasada por la piedra devastadora de la sátira duro-blanda–.

La centralidad de la fealdad de Ciudad Real, como ciudad construida, reconstruida, destruida, planificada –mal, casi siempre– no admite debate, o deja poco margen para la disidencia. Con independencia de aportaciones civiles o edilicias que han impulsado la ciudad –Alta velocidad y Universidad, casi en exclusiva y poco más–, como por cierto, ha ocurrido en tantos otros sitios mejor conducidos e impulsados.

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La centralidad de la fealdad de Ciudad Real en sus partes y en sus restos históricos supervivientes como pecios raros, no está en discusión en momento alguno; y es tan grave para nativos y residentes,  como resulta ser descendientes de padres alcohólicos  o cleptómanos. Uno no puede negarlo, pero se resiste a aceptarlo.

La centralidad de la fealdad de Ciudad Real es un raro y desesperante lugar común, que ya dura mucho tiempo y que para algunos tiene causas históricas tan sostenidas como una rareza genética impropia; por eso apunté en el año 1995, en la serie ciudadana de Castilla-La Mancha, Los perfiles de un ciudad, en la revista Añil, el texto Rien ne va plus. Como una fatalidad de una partida de póker o de dados. Todo azar y nada voluntad.

Aunque tampoco todo  haya sido así, y haya habido voluntades colaborantes en el desastre, y muy beneficiadas en la debacle y en desmemoria. Y que, todo ello, admite diversas contabilidades temporales para narrar el desastre. Ya aquí en estas páginas yo mismo he verificado en dos seriales –Villa Real: del Topos al logos(2013-2014), y Las piedras de la memoria (2015-2016)– la profundidad del tremedal, la avaricia inmobiliaria  y  la pasividad municipal.

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Que de esto trae causa el panfleto satírico-crítico de El jueves, de cómo los desmadres arrastran fealdades incurables. Y esa lacra del feísmo urbano y otras trapacerías entran en conflicto con el papel beatifico y clientelar de las castas políticas. Y digo bien, de las castas y de los encastes de todos aquellos regidores que han sido y han pasado por el Consistorio en los últimos ochenta años.

Pero este rapapolvo de El jueves no es nuevo ni de ahora, podría haberse producido El lunes. O El domingo de Gloria. Baste retomar el hilo desplegado por Fernando Chueca en 1977, en su trabajo La destrucción del legado urbanístico español. Es decir, cuando Chueca avisaba tempranamente, no se había producido aún la renovación democrática de los Ayuntamientos, se habían celebrado las primeras elecciones Generales, tras el largo paréntesis de la Dictadura y pudo haber terreno de juego.  “Fundada con el nombre de Villa Real por Alfonso X el Sabio en 1255 para servir de centro poderoso que asegurase las comunicaciones entre Toledo y Andalucía, nunca llegó a ser una gran ciudad monumental y en este aspecto otras muchas  de la Mancha le superan. Sin embargo, tenía en su modestia una cierta dignidad como pueblo ancho, llano, de calles rectas y edificios de dos o tres plantas. En Ciudad Real no sólo se ha destruido esto, sino que va camino de destruir el propio trazado medieval, triturado por los cambios de alineación municipales.

peri3Es una de las capitales que más puede entristecer al viandante, todo cruje, todo está fuera de sitio, todo es de pésimo gusto, hasta los quijotes que adornan sus plazas y que parecen muñecos o caricaturas.

En Ciudad Real los edificios públicos, recientemente construidos, constituyen un catálogo de horrores arquitectónicos y por supuesto son de desfasada altura. No sabemos con cual quedarnos: si con la Delegación del Ministerio de Información y Turismo, si con la Organización Sindical, la Escuela de Artes y Oficios o el Gobierno Civil. A esto se añaden los bancos, las Cajas Rurales o de Ronda con edificios de 12 y 13 plantas en plazas angostas como la de Cervantes, monstruos que abruman alguna que otra casa de dos plantas que por milagro aún subsisten y que todavía están pregonando un nivel cultural muy superior al de sus enfáticos vecinos.

El único remanso urbano que quedaba, la plaza del Ayuntamiento, con sus sencillas casas porticadas y su Consistorio neoclásico, se ha destruido también recientemente con una pirueta arquitectónica incomprensible: el nuevo ayuntamiento. Que la posteridad la juzgue. Grado de deterioro urbanístico: Gravísimo. Índice: 10.

Lo ocurrido desde 1979, fecha de la constitución de los Ayuntamientos democráticos y fecha de la publicación de otro panfleto satírico, como fuera Ciudad Real mi amor, de Nino Velasco, está al alcance y a la vista de todos los ciudadanos que se debate y se interrogan por esta fealdad sobrevenida. Han pasado por el gobierno municipal partidos como UCD, Independientes, Partido Popular y Partido Socialista, y el nivel de deterioro urbano es similar al detectado por Chueca hace ya 41 años. Y que ya nos advertía don Fernando Chueca que: “Las mayores catástrofes urbanísticas suceden en aquellas capitales donde falta una minoría ilustrada y donde las autoridades carecen de un aceptable  nivel de cultura. Es donde aparecen los mayores excesos y donde el urbanismo y la arquitectura presentan los índices de calidad más bajos”.
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Más allá de las proclamas propagandísticas –de promoción comercial o de venta electoral– y de los Momentos dulces –vinculados a operaciones especulativas, que van desde el Aeropuerto al Reino de don Quijote– todo sigue estando igualmente emborronado y tieso. Por más que hayamos escuchado canciones y planes para después de una guerra y para colmatar un archivo. Canciones como “Ciudad Real te enamora”, “Para vivir aquí” o “Ven y lo cuentas”. Y planes como el Plan Modernizador 2025 o como tantas estrategias de 2005 y de 2002, como el plan EDUSI. Tantos planes y programas comerciales como puede producir la prosa administrativa. Incluso la inteligencia municipal. Como ocurriera en 1998, con la loca pretensión sustentada por el Consistorio de Gil Ortega de reconstruir las 7 puertas históricas de la ciudad. Como un Juego de tronos más. Como una reconstrucción virtual. Nada más.

Periferia sentimental
José Rivero

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12 COMENTARIOS

  1. La reconstrucción de las puertas no me parece un proyecto tan descabellado. Todo es en el mundo actual reconstrucción y restauración. Desde Inurria a Viollet Le Duc.
    Se recuperaría la memoria de una ciudad amurallada en unas rotondas que no aportan nada.
    La Puerta de Santa María actual pasa como veraz para muchos turistas y viajeros. Similar técnica, idénticos o mejores resultados.

  2. Lo cierto es que Ciudad Real es tan bonita o tan fea como cualquier otra ciudad. Lo importante es que sin tener un gran patrimonio es amable para vivir.
    Ya sabemos que el humor es una lógica sutil……

    • Por mas que te empeñes «Charles» es un excelente artículo. Además del estrabismo le añadiría la miopía de los politicos municipales (profesionales ) que sólo piensan en el corto plazo electoral para mantenerse.
      Lo importante ha pasado a ser que el partido les ponga en la lista electoral siguiente y no el trabajar y pensar en la ciudad a quien representan.

      Charles esta muy bien ser un «Troll» tipo fan y admirador perdido del equipo de gobierno pero no se puede responder y defenderlo todo sin criterio. NI que cobrases por el numero de comentarios que haces independientemente de su contenido..

      • Yo no he hecho ningún tipo de crítica del artículo.
        En cuanto a lo de ‘troll’, creo que usted está bastante equivocado conmigo porque mis comentarios no son obscenos ni groseros.
        Por cierto, advierto que mi piel posee la capacidad de reflectar balas cuando me dispara alguien excesivamente tonto, estúpido o lelo. Analícelo despacito……

        • Como es costumbre en ti, hablas mucho y no sabes ni de la mitad de lo que dices:Un troll no se caracteriza necesariamente por hacer comentarios groseros, si no que pueden ser también irrelevantes o falsos.
          Si, lo siento que te enteres así, pero eres un troll, cumples todos los requisitos.

        • No soy un ‘troll’.
          Maneja usted una definición bastante reducida y errónea.
          Solo soy una persona que dice cosas que no casan con tus ideas…….

  3. Y retiramos bancos, barriles y demas. Gente ciudad real no es fea, intentáis hacerla y lo estáis consiguiendo. No por la ciudad si no por la mala baba de los culipardos. Felicidades y ánimo a todos.

  4. Hubo un tiempo, Pepe, que Le decíais la capitaleja, como una Vetusta entre lo antiguo con su patrimonio y lo morderno con sus colonias chaletianas y la llegada de las grandes superficies, además, claro del Ave y la Universidad. Pero detrás de todo estaba el club Bilderberg propio y provinciano con una simbiosis entre el poder y «ciudadanos ilustres» que todos los periodistas mentabamos en sordina. De capitales a a gran capital en el marco autonómico. Aún así, capitaleja o capital a secas la quiero. Ella me dio de comer, bueno, mi trabajo pero asistí a esa transformación. Ser testigo de las cosas, muchas inconfesables, son un botín valiosisino para un escritor. El artículo… Bueno, a tu nivel.

    • ¡Ay el club Bilderberg y los saraos de trastienda y ropebotica ¡ ¡Como cambiaban de mano los naipes tan viejos como marcados¡ Pero hubo otros cenaculos donde se planificaban líderes y poderes, herencias y testamentos, planes y concejalías . Todo estaba allí, como un raro Aleph que era el centro del universo.

  5. Yo llegué a esta ciudad en 1993. Ya entonces, la gente que la conocía me advirtió que era “muy fea”. Han pasado 25 años. Comparar la metamorfosis que en este tiempo han tenido por toda España otras poblaciones, similares a la nuestra, con Ciudad Real, no nos deja en buen lugar, precisamente.

    Evidentemente, hay responsabilidades políticas, pero ojo… ¡también ciudadanas! Y demasiada auto complacencia, que frena acometer una transformación necesaria, que no puede confundirse con el asfaltado de las calles, la reposición de aceras, la construcción de la segunda ronda… que también.

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