Adiós, Alfredo Landa

José Manuel CampilloSe despide la tarde con una de esas noticias que nublan el día más soleado. El hombre que con más garbo paseaba por las playas españolas, el que encandiló a las suecas sacando pecho como solo lo sabemos hacer los españoles, nos ha dejado. Descanse en paz Alfredo Landa

No siendo un renglón torcido de Dios, nunca lo fue, buscó en los estudios de Derecho un futuro que no eligió. Por suerte, la voz de su conciencia se manifestó con la misma rotundidad con la que el coro le cantaba a Edipo, abandonó. Porque era un fiel reflejo de lo que Píndaro exigía de cada uno de nosotros, esto es: llegar a ser el que somos. Y él lo consiguió. Fue un buen tipo, y un actor.

landa01  Todos en la vida tenemos, al igual que los poetas, un pie forzado desde el que debemos construir nuestra existencia. Ese pie forzado son las circunstancias que nos rodean. Desde ellas edificamos eso que llamamos «proyecto existencial». El pie forzado de Alfredo Landa se llama España. Desde su contexto histórico y cultural fue construyendo su carrera cinematográfica. La historia de España es la particular historia de las películas de Landa. La evolución de uno es la evolución de la otra, hasta el 2007. Ese es el año de la bifurcación. Alfredo ya ha dejado de ser Genaro, o Germán Arteta, y se ha convertido en Don Alfredo. España ha dejado de ser España y se ha convertido en Expaña. La avaricia, el rencor y la idiotez son los espíritus montaraces que se han encargado de aniquilar a tan ilustre patria.

landa02Alfredo, aparte de ser un buen actor, ha sido el mejor psicoanalista que hemos tenido en España. Si Don Segismundo (Freud) levantara la cabeza, no tendría celos de Jung o de Adler, pero sí de Landa. Nadie ha sido tan eficaz erradicando traumas sexuales. Freud consideraba que las histerias provenían de la represión sexual que la sociedad ejercía en nosotros. Y Alfredo, sabedor de todo esto, nos mostró muchas y encantadoras veces lo que la realidad se encargaba de ocultar con desenfrenada obstinación, esto es, las bellas e impúdicas «partes» de las mujeres. ¡Cuántas represiones no curó con sus escenas de destape! Bueno, las suyas no, que él no era muy resultón, pero sus compañeras de reparto sí. Sus películas sirvieron de bálsamo a una sociedad que empezaba a emanciparse en lo moral y en lo social.  Eso que se conoce como «landismo» curó a más enfermos que la penicilina de Fleming. Y es que encarcelar con barrotes de excesivo purismo a la casquivana chica llamada «libido» suele hacer que esta se vuelva aún más libidinosa.

El 2007 fue el año en el que se retiró de las pantallas y en el que recibió el Goya de honor por toda su carrera. También fue en el que rodó Luz de Domingo. El título que mejor refleja lo que fue este actor navarro. Porque fue la luz que con más claridad iluminó unos años tristes y fue el domingo festivo en el que los españoles reían con la ingenuidad con la que ríen los niños pequeños y los pueblos nobles. Ahora ya no reímos igual, ni somos niños ni somos nobles.landa03

Posdata: Mis reverencias para un actor que hizo más de 130 películas, y aún así de lo único que se jactaba era de ser un buen tipo. Y es que Alfredo Landa siempre comprendió lo único que hay que entender: que hay que ser un buen tipo. Lo demás da igual. Adiós, Alfredo, eres un «crack».

José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com

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6 COMENTARIOS

  1. Puede que sean presicindibles muchas de esas 130 películas de Alfredo Landa, ubicables en el ‘landismo’ de vecinos del quinto piso.
    Pero interpretaciones como las de ‘La Vaquilla’, ‘El bosque animado’ y, sobre todo, ‘Los Santos Inocentes’, le sitúan en un lugar de excepción.

  2. Alfredo Landa, parte del «DNI» hispano de los 60/70 por el que éramos conocidos más allá de los Pirineos; el «landismo» o «bikinismo», las «suecas», etc, etc, etc.
    De ahí pasamos a las joyas cinematográficas cuyo nº 1 es – al menos para mí – «Los Santos Inocentes», una critica mordad – con un sntido del humor implícito – hacia la burguesías y caciquismos de esa España «negra» que aún nos persigue e intimida.
    Esto demuestra que en España – como en cualquier parte – hay buenísimos actores y actrices, el problema son los guiones, la censura, etc.
    ¡Alfredo, hasta siempre!

  3. Coincido con Rivero.
    A mi en «los cracks» me cargaba esa seriedad de cartón permanente y sin matices. Por lo demás era también un buen hombre… que no es poco.

  4. Hay en él una evolución como actor casi diacrónica. Se puede apreciar en la siguiente lista (siempre con matices. Entiendo que, quizá, «Los santos inocentes»,sea su cenit):»Manolo la nuit» y «Genaro el de los 14» en 1973. «El crack» en 1981. «Los Santos inocentes» en 1984. «La vaquilla» en 1985. «El bosque animado» en 1987. «Canción de cuna» en 1994. «Historia de un beso» en 2002 y «Luz de Domingo» en 2007.
    Desde luego, es mucho mejor actor en las últimas películas que en las que hizo en las décadas de los 60-70. Pero estas primeras, por lo que significaron, ocupan un lugar destacado en el inconsciente colectivo.
    Un saludo.

  5. No he visto, ni querido ver, al Alfredo Landa estereotípico del landismo; me quedo con sus personajes del «Piojo» en los dos Cracks, y con el que más me hizo reír, sin duda, el de «Las verdes praderas»: hace falta ser todo un actorazo para poder representar sin estridencias a un hombre honesto y normal víctima de las circunstancias cotidianas. Todos sus otros papeles serios son memorables, pero a mí se me quedaron especialmente reflejados estos dos, que son, en cierta manera, antitéticos. Garci lograba sacar lo mejor de él.

    • Ok, Romera. En los Cracks y en los personajes de Garci pertenecientes a la última década, emerge el mejor Landa como paradigma de actor intuitivo por contraposición a los intelectivos, Fernán Gómez a la cabeza de estos últimos, y a imagen de la mejor Victoria Abril antes de convertirse en esa insufrible estrella en el ocaso que es hoy. Lo que más me gustaba de él ,era que, sin sobreactuar y con una economía de gestos envidiables, conseguía ser un actorazo incluso cuando le tocaba ser sujeto pasivo de los diálogos. Conmovía.

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