Un libro blanco para la agricultura manchega

Asociación Ojos del Guadiana Vivos

   La aprobación del Plan de Extracciones del acuífero 23 para el año 2005 ha sido ampliamente cuestionada por sindicatos agrarios y partidos políticos. En él se cifraba la cantidad disponible de agua para la agricultura de regadío en 170 Hm3. La movilización social ha llegado a tal punto que el partido socialista se ha unido a ella intermediando para rebajar lo rebajado, de 60 a 15 Hm3, y proponer finalmente una cifra de 215 Hm3.
   Todos sabemos que esta cifra será superada con creces por las explotaciones que aún no han regularizado sus captaciones en la Confederación Hidrográfica del Guadiana, y por todos aquellos que toman su capa por sayo y desbordan las cantidades permitidas aún a sabiendas que a largo plazo también serán perjudicados. Así lo reflejan los datos sobre las campañas de riego anteriores con los que cuentan las administraciones y parecen no atender.

   Los 170 Hm3 eran una cifra mágica. En primer lugar, se establecía una cantidad dedicada a la recarga del acuífero. En segundo lugar, se iniciaba en este año un proceso de adaptación a la Directiva Marco de Aguas. En tercer lugar, se lograba conjugar el objetivo del desarrollo económico con la conservación de los humedales. Así, un montón de satisfacciones más.

   Satisfacciones, sí. Porque se suponía que habíamos alcanzado una madurez territorial que no terminaba de verse clara. Hemos hecho indudables progresos en Castilla-La Mancha, y ahora somos la referencia de muchos que buscan raíces en el Quijote. Pero no, no superamos nuestro problema ambiental y agrario.

   La Mancha, como bien dice mi amigo Mariano, ha superado antes de ahora muchas crisis, pero no termina de resolver ésta. Y creo que ésta será como aquella que le sucedió al poblado de Minas del Horcajo, en el municipio de Almodóvar del Campo, o a aquellas regiones auríferas, que agotado el oro, quedaron hechas un desierto. Aquí no nos iremos, pero terminaremos en el más absurdo de los secarrales: los que puedan bebiendo agua embotellada o filtrada por medios propios, y los que no puedan bebiendo agua importada por una tubería, la del Tajo. En cualquier caso, urbanitas y rurales pagaremos los gastos de la tubería, de traer agua de otra cuenca, y nos lamentaremos por haber agotado nuestra mina.

   Una mina renovable que, de acuerdo con la globalización y los postmodernos, debería estar llena de diversificación agraria, turismo rural, ecología, patrimonio, identidad, saber hacer, investigación y desarrollo, calidad, competitividad, y satisfacción por el trabajo bien hecho. Pero no, preferimos un modelo de excedentes agrarios, de acumulación de derechos sobre los recursos naturales, de concentración urbana, de éxodo, de desprecio por nuestra memoria porque, ¿dónde están nuestros ríos?… ¿dónde está aquella Arcadia de verdes riberas, batanes, molinos de agua, etc.?. Con los 170 Hm3 podríamos mantener la esperanza.

   Y es que los 170 Hm3 suponían una inflexión para el modelo agrario. Según el Censo Agrario de 1999, el 55% de los titulares de explotaciones agrarias de Ciudad Real tenían más de 55 años. En la zona de La Mancha sólo quedan un 8 % de los titulares con menos de 34 años. Más del 50% de las explotaciones podrían no tener sucesión en los próximos diez años. ¿Quién mantendrá estos sistemas de riego, viñedos transformados y tierras de regadío que con tanto empeño queremos defender?. No creen ustedes, lectores, que deberíamos saber para qué queremos utilizar el agua y cómo se defenderá la agricultura de regadío en el futuro.

   A mi me parece, y creo que no es un despropósito, que alguien debería desarrollar un Libro Blanco de la Agricultura en el acuífero 23. Un libro abierto, documentado, participado por todos, para descubrir entre todos qué tenemos en La Mancha y qué podemos hacer. También pediría que si se hace trabajásemos con datos municipales, y esto lo digo para quien sepa de estadística, para no ocultar bajo el paraguas de las grandes cifras los grandes males a los que se enfrenta el territorio, que no son otros que los intereses particulares que alimentan esta tragedia sobre nuestros recursos comunes y vitales que son el agua y los humedales.

   Creo que es el momento de hacerlo. La Confederación, la Comisaría de Aguas, la tubería del Tajo a La Mancha, el Plan Especial del Alto Guadiana, y en especial La Mancha, necesitan el apoyo del gobierno regional, y que éste defienda sus argumentos sobre una base de conocimiento participada y aceptada por todos. La negociación sobre los fondos europeos del 2007 al 2013 no acaba más que empezar. Tendremos que hacer un nuevo Plan de Desarrollo Regional que se adapte con más firmeza a las directivas europeas, en particular la Directiva de Aguas. Muchas líneas de ayuda serán ampliamente criticadas por la Unión Europea, y es posible que perdamos capacidad de negociación presentando este historial y estas capacidades de gobierno territorial. Por favor, defendamos los 170; exijamos una agricultura sostenible; adelantémonos al futuro.

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