Cristianismo de boquilla: hacia un consenso sobre el calendario escolar

Con los problemas que tienen las familias en los tiempos que corren, parece mentira que un asunto tan irrelevante como el nombre de unas vacaciones escolares éste provocando tantas salidas del tono, mostrando lo peor de quienes han intervenido (“Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella»).

Me voy a permitir la vanidad de aportar la humilde opinión de uno del montón, de uno que pertenece a la gran mayoría de este país conformada por los siguientes descriptores: cristiano, de izquierdas, trabajador y padre, por orden cronológico vital y que, por cierto, ocupan prácticamente todo mi tiempo.

Como cristiano me avergüenza que responsables institucionales, en el seno de un estado aconfesional, devenguen apologetas de conveniencia de un cristianismo que están utilizando con fines electoralistas por encima de otros, de forma frívola, superficial y farisaica, como evidencian luego sus actitudes cotidianas en su gobierno respectivo, cuando favorecen a sus poderosos amigos con el patrimonio común y no a los empobrecidos, cuando no reconocen sus errores sino que se ensoberbecen ante las correcciones fraternas de sus conciudadanos, cuando no dan la oportunidad de participar corresponsablemente en los asuntos de la comunidad hasta al último vecino,… y no me ensaño más.

Y, sobre todo, me duele que la jerarquía eclesial guarde silencio, con lo que le gusta hablar en nombre de la Iglesia sin contar con el sentir de los cristianos de base. Y no solo eso, sino que permite que se erijan en su portavoz las hermandades de Semana Santa, a las que de vez en cuando el Obispado ha tenido que llamar al orden (y no me refiero a la inmisericorde expulsión de una directiva mujer cuando contrajo matrimonio con otra, que aún me duele). Y claro, como las hermandades se dedican únicamente a preparar la Semana Santa, no van a criticar las actitudes de los responsables políticos que he expuesto más arriba, sino a quienes defienden con argumentos pedagógicos que el descanso entre el segundo y el tercer trimestre tenga fecha fija y, por tanto no se llame de Semana Santa porque no tendría por qué coincidir con este largo puente festivo. Además, ejercen la que doy en llamar, desde que comencé a sufrirla en otros ámbitos, la “violencia de número”, la del número de cofrades en este caso, en lugar de fijarse en la calidad del compromiso social durante todo el año y en todos los ámbitos de la vida. Los números pueden volverse en contra de quien los utiliza porque no me quemaría si afirmara que también en el seno de las hermandades, y a tenor de los sentimientos que les mueven, tienen que ser mayoría las personas cristianas, de izquierdas, trabajadoras y madres o padres.

Creo que la mayoría del pueblo es de izquierdas, aunque muchas personas no lo sepan o no lo quieran reconocer, porque a la mayoría le deben indignar las injusticias en el reparto de la riqueza, tanto entre quienes convivimos en este momento de la Historia como para con las generaciones futuras, que serán sangre de nuestra sangre (roja, por cierto). “Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.” No hay mucho más que decir.

Como trabajador y padre, lo que realmente necesitamos las personas de mi condición (también las mujeres) es poder conciliar los descansos pedagógicos de nuestros hijos como alumnos con los nuestros como trabajadores. Y nos da igual cómo se llamen esos descansos, mientras sean adecuados a nuestros hijos y a sus profesores, trabajadores como los demás.

Y según criterios pedagógicos, el descanso entre el segundo y el tercer trimestre tendría que ser de una semana o diez días a caballo entre marzo y abril, y no quedar al azar de los astros como si del horóscopo se tratara. Y, por tanto, no podría llamarse descanso de Semana Santa porque no lo sería (la Navidad cae en fechas fijas y no presenta problemas). Si sindicatos y administración educativa le dieron ese nombre sería para reivindicarlo en sus fechas convenientes, reivindicación que no se consigue seguramente por la inercia del empresariado a dar permiso a sus trabajadores para atender a sus hijos durante ese descanso, en lo que podría constituirse en la quinta semana de vacaciones laborales, reivindicada desde hace décadas por Izquierda Unida y otros movimientos políticos y sociales.

Sin embargo, viene todo un Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y, en un alarde de prepotencia y con una reprobable falta de respeto hacia lo pactado por los representantes de los docentes y su propia administración educativa, va y cede en recuperar una denominación inadecuada para un descanso entre el segundo y el tercer trimestre del curso, todo por no perder unas elecciones autonómicas aunque haga falta para ello renunciar a sus convicciones.

Decía un profesor mío de religión en el antiguo B. U. P., sacerdote él (por cierto, casi había lista de reserva para recibir sus clases) que la Iglesia a lo largo de la Historia ha sido en buena parte reevangelizada por las interpelaciones ateas que la han hecho volver al mensaje de Jesucristo y a su persona. De ahí fueron surgiendo, por ejemplo, la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y sus conclusiones,… Pero en la jerarquía actual, con algunas excepciones, prima el dogmatismo en lo accesorio, mientras no le duelen prendas de organizar una macrojornada mundial de la juventud con el Papa para este verano en España con el patrocinio de una macroempresa especializada en reprimir incluso violentamente las reivindicaciones justas de sus trabajadores.

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