Carta abierta a José María Barreda de la esposa de Luis Navarrete

Cuando el viernes por la noche acosté a mis hijas, la mayor, Alba de 5 años, me preguntó que quién quería hacerle daño a papá, qué si eran los malos. Le dije, en conciencia, la verdad: hay unas personas que, obrando de mala fe, a sabiendas que lo que decían era falso, querían hacernos daño. Le conté, lo que siempre le cuento cuando tienen una pesadilla o se asustan: que su papá es el mejor, el más listo y el más bueno… y que nunca, nunca consentiría que nadie nos hiciera daño.
 
Presidente, como periodista, me gustaría preguntarle qué opina de un estado de derecho en el que nuestros máximos responsables políticos, en lugar de utilizar el cauce legítimo de la justicia, cuando hay alguien que piensa distinto y por eso le molesta, sencillamente le quema en la plaza pública al más puro estilo inquisitorial.

Presidente, como esposa, me gustaría preguntarle cómo puede decir que con usted ganamos todos los castellano-manchegos cuando a uno de ellos, que le debe molestar mucho, es capaz de matarle profesional y socialmente con tal de arrancar un puñado de votos.
 
Presidente, como madre, me gustaría preguntarle sí cuando nos volvamos a encontrar será capaz de mirar a los ojos a mis hijas, a las que conoce personalmente y, por ejemplo, a Alba le curó con mimo una herida cuando se escurrió en las rocas de la playa del Marqués.
 
Señor presidente, ¿les mirará a los ojos y les dirá que es usted la persona que le quería hacer daño a su papá, a sabiendas de que mentía?
 
Sinceramente, como periodista, como esposa, como madre y como ciudadana… usted no merece ser presidente de Castilla-La Mancha.

Esperanza Santos de Gracia, la cada día más orgullosa mujer de un hombre francamente bueno, Luis Navarrete.

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