Evocación de las ruinas

El guardian del valle.- Las ruinas tienen un misterioso atractivo, un magnetismo especial que evoca otro tiempo,de esplendor, o de dolor, de cuando alrededor no había ruinas sino un futuro prometedor. Redactores CiudadanosLos futuros prometedores tienen la compensación de un pasado denso cuando dejan de serlo porque se agotaron las promesas de prosperidad de bullicio y de tabernas. En la lectura del paisaje y de los hombres son imprescindibles las ruinas. Las ruinas, algunas ruinas, no hay que tocarlas, tal vez limpiarlas de la vejación escatológica de la grosera humanidad, pero nada más. Un poco adecentadas, las ruinas son mojones en la autopista del tiempo, una marca que prueba documentalmente que alguien estuvo allí. Las ruinas acentúan su carga melancólica cuando son observadas por el espectador que las sobrevive, por quien conoció la ruina en su totalidad arquitectónica y en la lógica de su uso, avivando buenos tiempos y mucho trabajo. Pero hay otras ruinas sin poesía, como la ruina moral del Quijote Arena.

minaman1     Eso es lo primero que llama la atención del valle minero. Esa gigantesca soledad de lo que una vez fue un hormiguero de hombres, bestias y máquinas, un bullicio de laboreo interminable, un chiflar de trenes, un cantar de hombres negros y unos ayes de viudas airadas. Y desconsoladas. En el valle sobreviven los vestigios de lo que un dia fue la Mina La Manchega. Es una mina más de las centenares que cuartearon un valle pletórico que hoy sestea un presente plácido tomado por la voraz naturaleza que este año han traído las lluvias. Hay vestigios de todo aquello, alfombrados de matas y flores, ruinas tomadas por la selva rampante y todo el valle moteado de arroyuelos, charcos y balsas tenebrosas como la que anega La Manchega. Uno de los taludes tiene el aspecto de una costa celta y el agua tanta profundidad como para dar cobijo a una docena de monstruos. Pero nadie ha visto aún, siquiera para un reclamo de turismo friki, ninguna sinuosa serpiente, con plumas o desplumada. Sólo agua profunda, como laguna negra machadiana, como lámina que rasga una misteriosa dama del lago. Es cuestión de imaginación, de perderse por la gran huella del Puertollano de hoy que chapalea en el fango de la crisis tratando de asirse a nuevas energías de modernidad empecinadas en tomarle el relevo al crudo, como éste se lo tomó al carbón, éste a las blondas, y las blondas al olvido y al terror de la peste fantasmal en las esquinas, entre reverencias marianas y perplejidad de muertes y de muertos. Ahí está el valle, al que este guardián se ha abandonado, hoy, asediado por la inútil remembranza del cualquiera tiempo pasado, porque no siempre es verdad que cualquiera tiempo pasado fue mejor. Puede que sí, puede que no como te responde un santiagueño cuando le preguntas si lloverá. Ahí como el náufrago de la canción desesperada, aferrado al plomizo pasado que nos trajo un futuro prometedor, y que hoy vuelve a ser presente con un impulso vital en las entrañas. Porque volviendo al poeta todo pasa y todo queda…minaman6minaman4minaman2minaman3minaman5

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1 COMENTARIO

  1. Realmente es una pena la cantidad de «cadáveres» de adobe en descomposición que existen en nuestro campo. Testigos de un ayer que no ha podido sobrevivir al hoy. Casas medio derruidas, que un día albergaron la vida y las historias, a veces tristes, pero siempre naturales, de nuestros antepasados.

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