Borrón y cuenta nueva

ReymondeCiudad Real estrena abril con la creación del Consejo de Cultura. Me satisface mucho, después de que se haya demandado su creación durante tantos años. Al fin y al cabo, es voluntad política del Ayuntamiento crear cauces de participación transparentes y abiertos, del que la cultura estaba huérfano en nuestra ciudad.
Y a pesar de la demora y las dificultades, creo que es de agradecer la disposición del concejal D. José Luis Herrera por aceptar esta necesidad, aceptar la crítica constructiva y enmendar a tiempo las deficiencias organizativas.

Las Jornadas de Participación para el Diseño de la Cultura se antojaban a priori difíciles.No se sabía mucho más que se habían creado cinco mesas sectoriales y un calendario breve e intenso. Pese a la intención del Concejal de que el Consejo se constituyera en estas Jornadas, antes de llegar allí nada sabíamos del procedimiento de elección, ni de sus competencias. Expresadas las dudas en la sesión inaugural, el Concejal propuso que no se demorase la creación de dicha Comisión, pero limitar su primer mandato a seis meses para ponerla en funcionamiento. También me pareció un acierto que se creara una sexta mesa – que atendiera aspectos “transversales” (de política cultural general, no necesariamente sectorial) o no recogidos en las otras mesas – y que la representación no fuese escasa: 6 hombres y 6 mujeres, me gusta.

Personalmente tenía más incertidumbres, sobre el nivel de participación, la particularidad de las demandas, o la instrumentalización: hasta ahora, una convocatoria “política” no atraía a la “gente normal”. La asistencia y la forma de participación de los asistentes han dejado a las claras que estamos en un tiempo nuevo, irreversible, donde “la gente normal” va entendiendo que “la política es demasiado importante como para dejársela a los políticos”. La gente participó: todos hablaron, y aportaron propuestas. Y gente distinta, de distintas mesas, coincidían en muchos casos. Se recogieron todas las propuestas, sin excepción, incluso aquellas que pudieran no coincidir. Es decir, no hubo afán de priorizar, ni votar, sino de incluir.

Lo principal, es que la inmensa mayoría de asistentes no acudió para defender lo propio de forma lícitamente egoísta, sino entendiendo que solo se soluciona en un contexto global. Es de sentido común que los problemas que afectan a uno son los que afectan a la mayoría; por tanto, la solución no está en el despacho, sino en la regulación general. La población de Ciudad Real ronda los 75.000 habitantes, y el modelo actual restringe el alcance de su beneficio.

Toca hacer borrón y cuenta nueva. No lo dicen los políticos, ni los voceros, lo han pedido los ciudadanos.

¿Y ahora qué? No vamos a inventar la pólvora, la política cultural hace mucho que está inventada, en otros sitios hay experiencias buenas y malas que observar, hay personas que investigan en modelos de participación cultural. Se trata de introducir racionalidad en el análisis de la situación, en el incremento del gasto y en los modos de asignación; de crear cauces efectivos y transparentes para la participación de todos (creadores y ciudadanos); de crear garantías de imparcialidad y sostenibilidad en el tiempo; de diferenciar gestión (que corresponde a los funcionarios), de decisión (que corresponde al gobernante), de marco (que corresponde a la representación de los ciudadanos en el Consejo).

Evidentemente hay concepciones muy diversas de lo que es la cultura y para qué sirve. Las industrias culturales, sabedoras de su valor potencial y real, necesitan una infraestructura y un apoyo institucional. Los artistas, necesitan recursos, en unos casos sencillos(espacios para crear y difundir) y en otros casos financieros. Los ciudadanos, conocer qué cosas están sucediendo en la ciudad para acudir. La importancia de este asunto es tal, que no puede gestionarse únicamente con recursos propios: es indispensable la colaboración con otras instituciones e implicar de manera atractiva al sector privado – por vía de la publicidad, el patrocinio o la iniciativa.

Y lo que es más importante, marcar unos objetivos genéricos ambiciosos pero factibles. En mi opinión, debería ser mejorar y extender el acceso a formas de cultura más elevadas, que repercutan en una mejora progresiva de nuestra sociedad y su convivencia.

Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde

Relacionados

5 COMENTARIOS

  1. Cultura guiada, tutelada, subvencionada desde el Poder no es Cultura, es chanchullo, mangancia y, en el peor de los casos, adoctrinamiento. El Poder, si quiere ayudar, ha de limitarse a no molestar.

      • El hombre/mujer es un ser social, tiene la costumbre de asociarse y relacionarse con el prójimo. Si un grupo de personas se une para compartir una afición o una devoción, y ese ánimo es ampliamente secundado, el poder público ha de facilitar esa libre asociación de voluntades. Cosa distinta es promover y tutelar desde el Poder ese asociacionismo. Ahí, por mucho que lo pinten de promoción cultural, al final hay cultura rehén. Dime, Juanmi, entre Ángel Viñas y Pío Moa, ¿a quién invitaría este Consejo Cultural a presentar su último libro?

        • Lo siento, pero no entro en comentarios que prejuician y seleccionan los gustos mayoritarios. Subvenciones, ¿sí, o no?

        • Y yo, que respeto tu criterio y tu decisión, aplico tu pauta, y ruego me permitas elegir a lo que contestar, opinar lo que crea conveniente y preguntar lo que me parezca: libertad, ¿sí o no?

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img