De cómo siendo hijos naturales se tornaron religiosos y poetas en tierras del Nuevo Mundo: Bernardo Balbuena

Manuel Cabezas Velasco.- Tiempos pretéritos nos llevan en el día de hoy a cuando el Nuevo Mundo no sólo era conquistado, esquilmado e incluso evangelizado por las potencias europeas de entonces, España y Portugal preferentemente.

Cuando se bucea en la vida y obra de ciertos personajes, suelen aparecer contradicciones en los datos que llevan a conjeturar algunos aspectos de su biografía. En el caso que nos ocupa, religioso nacido en una localidad de nuestra provincia que él mismo la menciona en algunos de sus versos [1], así ocurre ya desde su misma fecha de nacimiento, en la que según unas u otras fuentes existe una diferencia de hasta seis años. Nos apoyaremos en una de ellas para seguir el discurso, aunque indicaremos igualmente la otra existente.

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M.C.V.: Como es usanza en estas entrevistas, invito a mi contertulio a realizar las oportunas presentaciones. ¿Tendría la bondad de hacerlo usted mismo?

B.B.: Me llamo Bernardo Balbuena. Como ha reflejado usted al iniciar este diálogo, nací en Valdepeñas un 20 de noviembre de 1562 (aunque otros citen el año 1568), siendo hijo natural de doña Luisa Sánchez de Velasco y de don Bernardo de Balbuena, secretario de la Real Audiencia de la Nueva Galicia. [2]

M.C.V.: Por su condición de hijo natural, ¿qué me puede decir de su familia y su relación con sus progenitores?

B.B.:Según llegó a mi conocimiento cuando tuve uso razón, mi padre se había marchado a las tierras de México cuando aún era muy niño. Mis abuelos paternos eran importantes terratenientes de Viso del Marqués e incluso se encontraban estrechamente relacionados con los Bazán, los marqueses de Santa Cruz. De mi madre, preferiría no desvelar más que su condición ilustre pues ya mi nacimiento fuera del matrimonio fue demasiado impacto social para ella.

También tuve un hermano: Francisco de Balbuena Estrada.

M.C.V.: No me voy a detener en los problemas que, según tengo entendido, tuvo su padre en México, pero ¿qué le motivó a usted a encaminarse hacia allá? Hábleme de los comienzos en su estancia mexicana.

B.B.:Era el año de 1584 cuando pedí autorización para iniciar viaje a México. Hasta entonces mi residencia la había establecido en España, en compañía de mi madre. Padre y hermano habían iniciado su marcha hacia tierras de Nueva Galicia, hasta la citada fecha. [3]

Sin duda alguna, la motivación principal de mi viaje era la de reunirme con mi padre. Allí era secretario y contador y poseía tierras en San Pedro Lagunillas. Ello me garantizó una posición que me facilitaría la posibilidad de ingresar en la Universidad de México, cursando artes y teología, aunque ya había comenzado mi formación en tierras más cercanas a mi lugar de origen, iniciando mis estudios en Granada.

En aquel tiempo también ejercitaría mi faceta poética, llegando a salir victorioso en tres certámenes (1585 y 1590). Después del primero de ellos me ordenaría sacerdote, instalándome en la ciudad de Guadalajara. En ella sería nombrado en 1592 Capellán de la Real Audiencia de Nueva Galicia. Para ello abandonaría mi hogar familiar de San Pedro Lagunillas, ejerciendo como cura en las minas del Espíritu Santo. A pesar de mi carrera eclesiástica, seguiría madurando literariamente con mis proyectos poéticos por entonces.

M.C.V.: Veo que sus vocaciones las pudo ejercer, a pesar de las circunstancias y de que su carrera eclesiástica no había nada más que empezar. ¿Qué me puede decir de ella?

B.B.:Tras ser capellán de la Audiencia de Nueva Galicia hasta 1592, sería cura y beneficiado en las minas del Espíritu Santo y partido de San Pedro de Lagunillas de los indios. En aquella tierra, su padre tenía posesiones, por lo que era un distrito que conocía bien y gracias a ello mi labor me granjeó gran aceptación.

Desgraciadamente, a pesar de mi doctorado en Teología en 1607, mi pasado supuso un auténtico lastre para que mi carrera eclesiástica avanzase con la rapidez deseada. El cargo de abad lo alcanzaría en 1608 siendo mi destino Jamaica, aunque no pude trasladarme hasta finales de 1610. Sin embargo mis aspiraciones iban más allá: ser obispo, algo que sucedería hasta casi una década después, en 1619, cuando me convertí en el primer obispo de Puerto Rico. Allí llegaría en 1623 y mi salud y mi edad ya no eran las mejores para afrontar unas malas condiciones de vida en las aguas del Caribe.

M.C.V.: Como ya ha ido apuntando usted, la vida de sacerdocio no fue la única faceta de su vida. La literatura también le llevó gran parte de su tiempo. ¿Qué me puede decir de la misma?

B.B.: Sin duda alguna, la poesía para mí fue la forma de expresar todo aquello que veía. El Nuevo Mundo sería uno de mis contenidos más habituales, haciendo gala de un americanismo que sólo sería digno de elogio por muchos de mis contemporáneos. En cuanto a mi obra en sí, le hablaré de algunas de ellas.

Por comenzar por una, el poema épico titulado El Bernardo o Victoria de Roncesvalles ya lo iba gestando en los tiempos en que me encontraba en Guadalajara, madurando un proyecto poético de 40.000 versos en octavas reales agrupados en 24 libros y donde narraba la historia del tradicional héroe castellano Bernardo del Carpio, mencionando en ellos a magos, hagas, criaturas míticas, viajes por el aire, apariciones o visiones. Unos diez años estuve con ello y en 1624 sería publicado en Madrid.

De La Grandeza Mexicana, dediqué mis impresiones primitivas (de 1604) al Arzobispo de México don Fray García de Mendoza y Zúniga, y posteriormente al Conde de Lemos, presidente del Consejo de Indias. Este poema lo escribí en tercetos encadenadosdescribiendo a lo largo de nueve capítulos desde el próximo asiento y sus rasgos físicos y urbanos, los edificios que allí se asentarían, los caballos y los jinetes, los oficios que se ejercieron en aquella ciudad,, las modas y costumbres que allí se daban, las maravillas del valle de Anáhuac, el gobierno de autoridades seglares y eclesiásticas allí ejercido, las órdenes religiosas y su labor asistencial, y cómo la cristianización y la colonización novohispanas han incrementado la grandeza mexicana hasta equipararla a la de España.[4]

M.C.V.: Sin duda alguna, aunque se marchó muy joven a México y los territorios del Nuevo Mundo, usted volvió a España en alguna ocasión. ¿Qué me puede contar de ello? ¿Cómo fueron las circunstancias de su regreso?

B.B.: Cierto es que había partido en busca de mi padre cuando me marché a aquellas tierras, sin embargo ese pasado de hijo natural siempre me persiguió y la posibilidad de ascender socialmente o incluso en mi carrera eclesiástica hacía necesario no perder el contacto con mi amada España. No sólo preparé mi regreso, pues las decepciones y retrasos me obligaron a ello.Desde México a comienzos del 1600, inicié mi viaje en 1606, acompañado de mi criado mulato Cristóbal, a pesar de los recursos que procedían de las propiedades familiares, y al año siguiente me doctoraría en la Universidad de Sigüenza en Teología.

De vuelta al Nuevo Mundo me encaminé con mi criado en 1610, para lo que requerí de la licencia pertinente y de las declaraciones necesarias de la Hacienda y de la Inquisición.

Todo no fue como esperaba, aunque mi regreso a México era el deseado. Sin embargo, el destino había puesto fin a mi carrera en Nueva España y tras el doctorado de Sigüenza y la publicación del Siglo de Oro y del Bernardo, mis fuerzas empezaron a flaquear ante los vaivenes que la fortuna trajo consigo: a la abadía de Jamaica sucederían diversos viajes, las paradas en Santo Domingo, entre otros avatares.

M.C.V.: Retornando a suestilo poético, a pesar de los poemas descritos, se tornó hacia el mundo pastoril, recibiendo incluso elogios no sólo de Lope de Vega. ¿Qué me puede decir al respecto?

B.B.: Cierto es que después de haberme doctorado en Teología al año siguiente publiqué mi novela pastoril Siglo de Oro en las Selvas de Erífile, elogiando a la ciudad de México e incluyendo en el mismo ciertas composiciones laudatorias de poetas como Lopeo Quevedo[5], y siendo prologado por el dramaturgo Antonio Mira de Amescua, que aprovechará la oportunidad para analizar profundamente dicho género.

Sin embargo esta obra no se corresponde a mi creación postrera sino más bien a mi época de juventud, aunque las circunstancias me condujeron a publicarla con posterioridad.

Así quedo referida la aclarada duda:

“Estos acontecimientos de mi pluma, ensayos del furor poético, que en verano de mi niñez, a vuelta de su Nuevo Mundo fueron naciendo, no sé si diga que me pesó hallarlos ahora en España, cuando yo del todo los tenía por perdidos […] llevando quizá de la fuerza hasta estas primicias de ellas quiso dar a su verdadero dueño” [6]

M.C.V.: Difíciles circunstancias las que le tocó afrontar con una edad avanzada cuando había conseguido el obispado de Puerto Rico. Sin embargo, eso mismo no le frenó para llevar a cabo una biblioteca que incluso algunos literatos de la época elogiaron. ¿Qué me puede decir de ella?

B.B.: Cierto es que mi avanzada edad no me restó en afrontar ese proyecto al que incorporé mis propias obras. A quien usted alude, sin duda, es al “Fénix de los ingenios”, don Félix Lope de Vega, quien tuvo el gusto de citarme de esta guisa:

Y siempre dulce tu memoria,

generoso prelado,

doctísimo Bernardo de Balbuena.

Tenías tú el cayado

de Puerto Rico, cuando el fiero Enrique,

holandés rebelado,

robó tu librería,

pero tu ingenio no, que no podía,

aunque las fuerzas del olvido aplique.[7]

Pero,en aquella época de saqueos en los que ingleses u holandeses buscaban como presa fácil cualquiera de los botines que surcasen las aguas del mar Caribe, fui una víctima más.

Así fue como en un asedio de piratas holandeses mi casa sería destruida y mi biblioteca incendiada. Era el año 1625 cuando ocurrió la fatal desgracia.

M.C.V.: Siento oír de su boca esa triste pérdida, y agradezco el tiempo que me ha brindado.

B.B.: Dé recuerdos a aquellos que en las lejanas tierras que visité tuve la fortuna de sobrevivir y espero que aquel mundo que contemplé con mis ilusionados ojos aún merezca la pena ser visitado.

Así queda dicho para todos aquellos que se encuentran en otras tierras, como una forma de tender puentes no sólo geográfica sino temporalmente.

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Un 11 de octubre de 1627, cuando aún no había alcanzado los 65 años de edad, el eclesiástico y poeta español Bernardo de Balbuena fallecía en San Juan Bautista, Puerto Rico, lugar donde había alcanzado la dignidad de Obispo.

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[1]Palabras del mismo Balbuena parecen corroborar estos versos de sus elogiadores. En medio del grandioso panorama de España, libro XVI del Bernardo, después de algunos renglones sobre el río Jabalón que corre muy cerca de Valdepeñas, el poeta se refiere a sí mismo en la estrofa siguiente: “De aquel valle amenísimo de peñas, / ahora humildes chozas de pastores, / que el claro Jabalón las verdes greñas / de rosas viste y de pintadas flores, / un cisne nacerá de alas pequeñas, / que, si el tiempo las llega a ser mayores, / la fama hará dellas, por memoria / del valor vuestro, una inmortal historia”.

[2] Nos inclinamos por 1562 por la constancia de la documentación siguiente: en John van Horne: Bernardo de Balbuena. Estudio biográfico y crítico, en https://arquidiocesisgdl.org/boletin/2016-3-6.php , se mencionan dos documentos que constatan dicha fecha de nacimiento: una probanza hecha de oficio por la Real Audiencia de la Nueva Galicia del 8 de noviembre de 1595 donde se menciona que Balbuena tiene unos treinta y tres años, y un memorial preparado por Balbuena en Jamaica donde se reúnen informes en la ciudad de Santo Domingo el 2 de noviembre de 1611, haciéndose referencia a que Balbuena tendría una edad próxima a los cincuenta años, lo que llevaría a creer que su nacimiento sería en torno a 1562.

[3] BARRAGÁN FERNÁNDEZ, Bruno: Bernardo Balbuena, en 50 PERSONAJES DE CIUDAD REAL PARA LA HISTORIA. De Hernán Pérez del Pulgar a Pedro Almodóvar: un paseo por las vidas de ciudarrealeños que ya forman parte de la Historia. BIBLIOTECA DE AUTORES MANCHEGOS. Diputación de Ciudad Real. Ciudad Real, 2016, pp. 32-33.BARBARA FUCHS Y YOLANDA MARTÍNEZ-SAN MIGUEL: “LA GRANDEZA MEXICANA DE BALBUENA Y EL IMAGINARIO DE UNA “METRÓPOLIS COLONIAL””, p. 676, en Revista Iberoamericana, Vol. LXXV, Núm. 228, Julio-Septiembre 2009, 675-695. Gracias a la biografía de Rojas Garcidueñas Bernardo de Balbuena: la vida y la obra (1958) se sabe que alrededor de los años 80 del siglo XVI, contando el joven poeta con apenas 20 años, pide licencia para viajar al Nuevo Mundo y encontrarse con su padre que había regresado apenas dos años después de nacer él

[4]Balbuena, Bernando: La Grandeza Mexicana, publicada porMelchiorOcharte y Diego López Dávalos, dos ediciones de 1604. Reimpresa en 1821 por la Real Academia, y otras posteriores. En 1881 Eusebio Vasco la reimprime en La Voz de Valdepeñas. Reproducida en facsímil por la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos la edición de Ocharte, en 1927. Varias más en 1930, 1941, 1954, y ya en el 2011 saldría una edición crítica preparada por AsimaSaad Maura, en la editorial Cátedra.

[5]Soneto. Pp. 7 y ss., en BALBUENA, Bernardo: Siglo de Oro en las Selvas de Erífile. Alonso Martín. Madrid, 1607.

[6]CUELLO PRIVITERA, Tatiana Belén: “Sobre el Siglo de Oro en las Selvas de Erífile de Bernardo de Balbuena”. CONICET. Universidad Nacional de Cuyo. P. 82.

[7]Lope de Vega y Carpio, Félix, “Laurel de Apolo”, Silva II, vv. 111-119, 1630.

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4 COMENTARIOS

    • Gracias Charles por tu seguimiento y tus loas.
      Espero seguir haciendo méritos para ello.
      Hasta la próxima.
      Buenas noches

  1. No veo mención a mi libro titulado BERNARDO DE BAALBUENA ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO, EL VISO Y VALDEPEÑAS (José Muñoz del Campo/Eutimio Morales López). Edita: Asociación de Mayores D. Adelaido Almodóvar de Viso del Marqués.- ISBN 978-84-617-4953–9.- Depósito Legal CR-915-2016.- Impreso CimaPress MADRID.
    Es el libro más documentado, meticuloso y exahustivo publicado sobre la vida del personaje. Bajo la dirección del Dr. Thomás Hillerkuss, de la UA de Zacatecas, la UAG, Estado de Jalisco, está preparando una edición académica, con visto bueno (infomes favorables) del Rector Dr. Aristarco Regalado, el Dr. Eduardo Camacho, más otros dos doctores de distintas universidades mexicanas, creo que uno será el mismo Dr. Hillerkuss, ignorando el nombre del cuarto, así cómo a la universidad que pertenece. He recibido petición de envío de ejemplares de la Universidad Nacional Autónoma de México.
    En España lo ofrecí al Ayuntamiento de Valdepeñas, al Ayuntamiento del Viso, a la Diputación de Ciudad Real y a la JCCLM. Nadie me prestó apoyo. La única universidad en España que se ha interesado por el libro, ha sido la Librería Universistaria de Pamplona
    PD. Pueden dar mi dirección de correo electrónico. Es de pena que en España no se conozca mi libro.- José Muñoz

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