Tenemos que escribir de ello, Eduardo

Manuel Valero.– Le decía el otro día a Eduardo Egido, escritor, jubilado y amigo, que quienes tenemos un compromiso con la Literatura y nuestra ciudad natal, él es de Argamasilla de Calatrava de nación pero puertollanero de pasión, tenemos también el encargo de dejar escrito y novelado el tiempo de la niñez y la adolescencia, aunque esa ruta personal de cada uno por la línea del tiempo coincidiera con el mismísimo Generalísimo de todos los Ejércitos.

Se lo dije tras ver la entrevista que le hizo Julián Camacho en el programa Cuéntame en I Más Tv. Eduardo es un pozo sin fondo de la memoria y tenemos la suerte de ser coetáneos. De modo que como sé, porque lo dijo él en la entrevista, que está embarcado en una nueva novela de la cual desconozco la historia, le recordé ese compromiso que nadie nos ha encargado sino nosotros mismos: recrear literariamente el Puertollano que nos tocó vivir y que nos facilita el acceso a las fuentes y a la documentación porque fuimos testigos presenciales y vivenciales de aquellos años.

Eduardo tiene material para ello – a saber con cuántos escritores habrá compartido mantel cuando era técnico de Cultura, algunos compartidos- y aunque uno hace tiempo que inició la tarea de novelar la historia de Puertollano, le lancé el reto. Hace unos días también publicó un delicioso artículo en la página web de la Cope local –La voz de Puertollano– en el que pintó lo que El Poblado significó en la vida social del pueblo por sus características de ser una ciudad dentro de la ciudad para los empleados de fábrica.

Hay mucho material y Eduardo lo sabe, como lo sabe el que suscribe. Desde la niñez en los albores de los 60, por ejemplo, hasta  la primera victoria socialista en 1979 después de la restauración de la democracia se extiende un material de indudable atractivo para retomarlo del trastero del tiempo. La Literatura tiene la generosidad de expender billetes a cualquier parte y año sin las trabas de la física pero con el salvoconducto de la memoria. Hemos tenido la suerte de prorrogarnos mutuamente  algunas de nuestras obras y como lo considero del gremio y la amistad da para eso y mucho más se lo propuse: tenemos que dejar escrito el Puertollano que nos precedió y  comenzamos a vivir cuando fuimos conscientes de nuestro propio discernimiento. Historias tenemos para dar y tomar y sobre todo la capacidad de recordar intacta, todavía. De modo que seguro que nos ponemos a ello.

Los últimos años de la actividad minera, la expansión de la Calvo Sotelo, la rutilancia del Poblado al otro lado de la frontera, el glamour de sus habitantes, las calles de entonces, los ritos sociales de la religión oficial, la patria infantil del entorno familiar, las viejas construcciones de cuyas ruinas fuimos testigos –la Fundi-, la vieja estación frente a la cual su familia regentó un hotel, la llegada de Simago o los autobuses de la SUA con cobrador al fondo, el Instituto Fray Andrés, el viejo y el nuevo,  los guateques en las casas, las pandillas, las primeras tensiones obreras, los viejos establecimientos y pastelerías –La Gabriela– y tabernas y cafeterías –la Pop, el Gran Café del Carapalo del Gran Teatro, Las Cuevas– la primera discoteca y bailes- Positzen que en vasco significa alegría porque la montó Basurto, un jugador del Calvo, el salon Goya, Yopis, la  Anabel,-, los primeros zarpazos del amor, los discos, los paseos al cerro o las tejeras y descubiertos o las pocitas y su pequeño zoo , las tradiciones, la OJE, los personajes y cantantes como Venus, Tomás Flores, Alfonso King, el propio Julián Camacho, los King Boys, los Teatinos, el grupo Polen, la primera formación local de música folk en la que tuve la grata experiencia de participar, el Tota, el Borza, Miracielos, los paisanos gays que soportaban estoicamente o no, su condición bajo la tortura de la incompresión social, como el gran Josito y su verbena, homosexual pero minero de raza, la Yoli,  el Lolo, la  feria, la Caseta de la Empresa, los discos dedicados de la emisora… y sus locutores Ortuño, Santos Alonso, Nati, Loli, Juan Bautista todo bajo la severidad implacable del régimen, el cual, francamente nos importaba un bledo porque nuestra misión era vivir como esponjas nuestro despertar a la adolescencia.

Aquel Puertollano oficial bajo el que murmuraba un Puertollano clandestino de calles plagadas de pasquines que alguien tiraba al amparo de la niebla, una niebla que era marca de la casa porque se juntaban dos, la natural y la de la Calvo Sotelo, el Puertollano no sólo del tenis  que Eduardo practicó en su mocedad sino el del fútbol que la empresa pagaba como adormidera, el Puertollano de los primeros amigos, los cines por la tarde, las tradiciones, el chorizo, el hornazo, el día de San Cristóbal con su procesión de camiones con la caja atestada de chiquillos, las mulillas alrededor de la Virgen de Gracia,  aquel Puertollano en el que poco a poco a medida que los años adolescentes pedían paso a la madurez vivimos con emotiva devoción… y tantas cosas que dan para llenar folios. Tuvimos la suerte de vivir parte de la antiguo y la primera modernidad al amparo de la apertura del régimen, reconocido por la ONU y las compuertas del turismo y la primera movida sesentona: Brincos, Bravos, Raphael, Massiel, Nuestro Pequeño Mundo Mocedades, Serrat…

Sí, insisto, vivía Franco, pero más de uno y más de dos, entre ellos Eduardo, seguro, y el que suscribe, fuimos más felices que unas castañuelas porque ese señor que mandaba tanto estaba en Madrid, bastante lejos de la chica de nuestros sueños, la quedada pandillera, el billar de las tardes con la máquina de discos dándole a los Rolling en el Coimbra, los escaparates de delicatesen de Minguito, la casona de Peñarroya camino del instituto, el estudio fotográfico y  decimonónico del Risitas, la plantilla de profesores que nos formaron tanto en los ale (Salesianos) como en el Fray, los apedreos, los desáfios (con acento en la a) en las eras, los topaos, cimiliperra cantaba la perra, el mocho, los fósforos… Hasta que inexorablemente la niebla política abrió cuando comenzamos a hacernos preguntas en Madrid y nos descubrió un tiempo nuevo.

¿Recuerdas cuando ibas con tu vespa y tu poblada barba por las calles de Puertollano como un modernista de los 60? Aquellos años  hay que escribirlos, Edaurdo, y lo haremos. Estoy seguro de ello, como habrá que escribir la prodigiosa eclosión de los 80. Pero esto es otra historia.

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10 COMENTARIOS

  1. De los «cantantes» mencionados , hay uno que debería ser omitido de la lista, por higiene mental, porque pueda despertar de sus delirios de cantante. Julian Camacho, por Dios, ¿no se escucha, no se da cuenta de lo mal que canta, de la voz tan raquítica que tiene? Si es que no canta, perpetra canciones. Entiendo que le guste cantar,a mi también, pero me limito a dejar mis trinos entre las cuatro paredes de mi casa. Por respeto a los demás y a mí mismo.

    • Se ha pasado usted mucho, la educación aunque se carezca de ella hay que demostrarla por respeto a usted mismo y por supuesto a los demás.

  2. El esbozo sobre Pllano. que ha hecho Manuel V. es genial. Yo les animo a que redacten una novela con esa base, esos personajes, esas vivencias.

  3. Don Manuel, hacer memoria en Puertollano en las actuales circunstancias sólo conduce a la melancolía. Recuerdos que hieren como puñales. El corazón lleno de cicatrices por los ausentes. La pena por un tiempo lleno de proyectos y esperanzas. Ayer había futuro, hoy sólo queda pasado. Escombros de una gloria anterior. El olor agrio en Santos Pérez…

    Como cantaba Bowie: «This is not America…».

    • No se trata de eso, Censor, sino de una evocación literaria de aquellos tiempos desde el punto de vista de la niñez y la adolescencia. La Literatura lo hace factible sin más objetivo que la simple lectura. Evidentemente, aunque no es cierto siempre que cualquiera tiempo pasado fue mejor, la toma por la memoria de ese pedazo de tiempo aboca, inevitablemente, a la añoranza, no tanto de esos años, sino de la niñez y la adolescencia. Simplemente. Gracias.

  4. Creo que no debemos olvidarnos del grupo de pop/rock. de aquella época, Los Naipes, que por merecimientos debe figurar en la historia del Puertollano de aquellos años.

  5. Acabo de terminar de leer la historia contemporánea de Puertollano.

    Sería un complemento idóneo para todos los que por entonces vivimos la historia de nuestro pueblo.

    Ánimo Manuel y ánimo Eduardo.!!

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