Flatus vocis

Hay quien piensa que la pandemia de coronavirus está originando su propio lenguaje global.

Como hemos podido comprobar días pasados, con el monopolio informativo absoluto y total.

Todos los medios de comunicación, concertados para relatarnos estadísticas hospitalarias, censos funerarios, kilómetros de aislamiento, empleados cogidos por el ERTE, compras en China de equipos malvendidos y filas de consumidores en orden de compra.

Todos los medios de comunicación, concertados y repetidos en la salmodia.

Que en ausencia de la sacrosanta información deportiva y sin novedades del mundo del espectáculo, insistían en el acuerdo temático.

Hay quien piensa, por ello,que la pandemia de coronavirus está originando su propia habla característica.

Y, a veces, la ejercita, aunque sea de forma personal.

Y no me refiero sólo al lenguaje corporal del padecimiento, que ha tatuado una segunda piel y un segundo rostro.

Ni tampoco al lenguaje de las pérdidas y fallecimientos.

Ha habido un acceso a terminologías propias del mundo sanitario y del universomortuorio, que hemos aprendido estos meses de confinamiento y de desescalada.

Ahí tienen dos ejemplares:Desescalada y confinamiento.

Neumonía bilateralo retrovirus, son dos ejemplos más.

Que dan cuenta de la implantación del lenguaje médico en la calle.

También el lenguaje de los registros sanitarios y estadísticos.

Mortalidad, letalidad, curva de Gauss o contagio de rebaño.

Hemos aprendido los tipos de mascarillas y de barbijos disponibles. Higiénicas, quirúrgicas, FFP1 y FFP2.

Luego hemos descubierto, no tanto, nuevas voces, cuanto voces retóricas.

Voces que se acomodan más y mejor a esa descripción del Flatus vocis.

Que ya se sabe que es el discurso usual de muchos líderes políticos y sociales.

La locuciónlatina significa algo así como “soplo de voz”, pero su sentido apunta más bien a la idea de palabra vacía y al verbo huero.

Por ello, la pretensión mayor y principal de hablar mucho sin decir gran cosa.

Como hacen los viejos decidores y recitadores, que pregonan de todo con cuerpo de charlista y alma de huracán.

De ello escribimos en estas páginas, hace cuatro años, con un suelto llamado justamente Charlistas y parlistas.

Donde fijaba que “Hay un tipo de hablantes de esa insustancialidad y de esa nadería, a los que se llama pomposamente ‘Charlistas‘, ‘Rezadores‘, ‘Portavoces‘, ‘Voceros‘, ‘Repentizadores‘, ‘Predicadores‘, ‘Pregoneros‘, ‘Animadores‘ y ‘Entretenedores‘”.

Alma de huracán y boca floja, como muestra un dibujo de El Roto.

El titular del puesto habla delante del micrófono, insuflado por detrás con un fuelle de chimenea.

Ese es parte del esfuerzo empleado por el presidente de Gobierno en sus múltiples comparecencias de los días de confinamiento.

Hablar mucho diciendo poco.

Hay incluso quien, procediendo de otros campos, trata de descubrir el Mediterráneo lingüístico.

Como hace la escritora Marta Sanz, que idea la palabra-acertijo Equidistonta.

Para justificar la falta de Equidistancia, no sea que te vayan a tomar por tonta, dice ella.

No nos equivoquemos.

Como ese otro ingenio lingüístico que nos propone, igualmente, llamar al programa de TVE Masterchef por un equívoco Marxterchef.

Cuando sabemos, positivamente, que nunca Carlos Marx entró en los fogones hogareños de su casa londinense.

Y es que una cosa es la liberación del proletariado y otra la liberación familiar.

Alguna cirugía lingüística gemela realiza la ministra de Igualdad, Irene Montero, cuando fuerza el empleo de Monomarental por el denostado y devaluadoMonoparental.

Uso que desmonta con sagacidad Alex Grijelmo.

No es ni igual, ni es lo mismo.

De igual forma que Juan Luís Cebrián nos muestra las diferencias entre un Magister y unMinister.

Este último, el Minister, era el más ignorante de los criados.

Por ello, Unamuno hablaba, pese a todo, no de Parlamentarismo, sino de Charlamentarismo.

Que es la diferencia sustancial entre el Habla construida como razonamiento y exposición de las ideas propias, y la Charla insustancial, tediosa, bronquera y repetitiva

Será que todo es cosa de Palabras Liebres, como decía Pepe Bergamín de las Ideas.

Sobre todo, de las Ideas Liebres.

José Rivero
Divagario

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5 COMENTARIOS

    • No sé, no sé. Porque si la parienta es la esposa, el esposo será el pariento. Por estar a la par con la paridad. Y perdón por la parida.

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