Guerra de imágenes

Se quejaba días pasados, Manuel Valero en su texto Las estatuas, del disparate iconoclasta que nos recorre desde el trueno, inicial y negro, del asesinato de George Floyd en Minneapolis por parte de la policía local, a la regencia postergada del movimiento Black LivesMatter.

Y se quejaba por la disparidad de objetivos equivocados que el movimiento había desplegado en esta Nueva Caza de Brujas o en esta Nueva Guerra Santa, contra las imágenes improcedentes y susceptibles de ser destruidas o alteradas.  Y el Black LivesMatter, considera improcedentes las imágenes de responsables –a su juicio ligero e infundado–, de formas pasadas de esclavismo y de esclavitud. Y aquí cabían todos, como en un enorme y simplificador bric-á-brac. Donde se alojaba a Colón, a Cervantes, a fray Junípero Serra o a Andrew Jackson.

Este nuevo fundamentalismo de las imágenes vetadas y sobre las imágenes censuradas, no deja de iluminar el fundamento nuclear de cualquier iconoclastia contemporánea, que se debate entre cierto puritanismo visual y cierto inconformismo mal expresado. Y hay un lugar común entre las nuevas formas de actuación política y el furor iconoclasta contemporáneo. Basta contemplar los ejemplos legados por la Revolución Cultural maoísta–que aún late en sus significados y en su memorable y contradictorio Culto a la Personalidad–, como cuenta Eric Kauffmann en su sorprendente trabajo sobre estos acontecimientos recientes en Estados Unidos, dirigidos porBlack LivesMatter, que llamaSegunda revolución americana: “Aligual que los jóvenes Guardias Rojos intentaron impresionar a Mao y a sus comisarios con su celo cruzado al destruir la tumba de Confucio o pegar carteles denunciando a los funcionarios. En la China de la década de 1960, estos fanáticos intentaron superarse atacando a los cuatro ‘viejos’: cultura antigua, costumbres antiguas, hábitos antiguos e ideas antiguas. Monumentos históricos y manuscritos invalorables fueron destruidos en una orgía de vandalismo diseñada para limpiar la mente colectiva”.

Junto a la deriva iconoclasta del maoísmo político de largo influjo en occidente, no podemos olvidar la vertiente fundamentalista y anicónica del Islam, cuando en 2001 los talibanes afganos destruyeron alos Budas de Bamiyán, por considerarlos ajenos a su universo cultural y excluyente; como ha ocurrido en Siria durante la Guerra del Estado Islámico.Y es que la iconoclastia es un componente frecuente de los principales cambios políticos o religiosos que ocurren en el interior de las sociedades en proceso de transformación.Los dos estallidos más serios de iconoclastia que se produjeron en el Imperio Bizantino durante los siglos VIII y IX, fueron inusuales en el sentido de que la disputa religiosa se centraba en el uso de las imágenes, más que en ser un producto secundario de preocupaciones más profundas. Siglos después el protestantismo destruyó en Alemania, en Los Países Bajos y en Suiza numerosas manifestaciones de arte sacro católico durante la Reforma Protestante. Un ejemplo de ello fue la llamada Beeldenstorm –Tormenta de las imágenes o Asalto a las imágenes–, llevada a cabo en los PaísesBajos,en 1566,durante la cual, los protestantes calvinistas provocaron una iconoclastia militante, y opuestos en todo a las imágenes católicas, destruyeron cientos de estatuas de iglesias y monasterios.De la misma forma que los procesos revolucionarios más próximos –como la Revolución rusa y los comienzos de la Guerra Civil española–, se saldaron con episodios destructivos de imágenes simbólicas que, a juicio de los destructores, tenían un carácter purificador y germinal. Y es que, como cita Kauffmann, “Esta mentalidad de ‘año cero’ es común entre los movimientos utópicos del cielo en la Tierra, y corresponde a una visión de que las personas son pizarras que pueden limpiarse y restaurarse a su condición virgen y en blanco: sus almas deben ser purificadas”. Sin olvidar los debates derivados en la España de estos años con las derivadas consecuentes de la Ley de Memoria Histórica, cuyo contenido iconoclasta es evidente, por más justificación política que pueda soportar el articulado legal.

Lo que llama la atención de la nueva iconoclastia contemporánea es su coexistencia con el universo más global de imágenes que nunca ha existido en la historia. Y digo iconoclastia contemporánea, pensando en el trabajo de Joan Fontcuberta de 2016, La furia de las imágenes, que nos expone como un dato menor que en ese año –hoy sería más aún– las imágenes circulantes en Facebook,en un solo día son de 10 millones y por ello habla de Iconosfera, como un universo virtual e ilimitado de imágenes que terminaran alojadas en el más universal y virtual Big Data. Y sorprende por ello, que los nuevos iconoclastas sean hijos empobrecidos del diluvio icónico, y pretendan pasar de la abundancia a la escasez en un sólo movimiento, pretendidamente liberador y reparador. Como si esa furia desplegada por las imágenes contra nosotros –de fuera hacia adentro– necesitara el movimiento inverso de nosotros contra las imágenes y contra las estatuas. Y es que, como prosigue Kauffmann. “Las estatuas que durante mucho tiempo fueron ignoradas se vuelven ofensivas. Figuras históricas complejas como Jefferson o Churchill, que encarnaban los prejuicios de su tiempo, o élites como Colón o Ulysses Grant, cuyos logros tuvieron efectos tanto positivos como negativos, se ven a través de una lente maoísta totalizadora que colapsa los tonos de gris en blanco y negro”

Este furor iconoclasta, tuvo una soberbia visión en la película de Theo Angelopoulos, La mirada de Ulises (1995), donde se nos muestra, en un plano sostenido, el traslado de una enorme estatua de Lenin transportada en un gabarra río abajo y con destino desconocido. Angelopoulos filma ya en la Mitropa del deshielo comunista, producido tras el hundimiento del Muro de Berlín en 1989 y tras la desmembración del Imperio Soviético. Imperio que tuvo un gran impulso en la datación monumental y estatuaria de sus dirigentes, todo ello derivado del ya citado Culto a la personalidad del líder carismático. Como es visible esa tendencia faraónica en la muy popular República Democrática de Corea del Norte, donde las representaciones de Kim- Il-Sung, de Kim-Jon-Il o de Kim-Jon-Un, como presidentes eternos no dejan lugar a duda de la carne del bronce que los modela. Por ello la solución húngara del Memento Park, abierto en Budapest en 1993 y conocido como el Parque de las Estatuas Comunistas, es una peculiar forma de solución. Una vez desaparecido el gobierno del Partido Único, sólo cabían dos alternativas: la del Memento Park con sus 43 estatuas de viejos líderes del pasado, o la del viaje de la estatua desmontada, río abajo hacia el reino del olvido.

Periferia sentimental
José Rivero

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12 COMENTARIOS

  1. Bueno, todo el mundo sabe quién es Belén Esteban pero en breve, nadie sabrá que este país sufrió una Guerra Civil en la que se jugó su ser…..

  2. Pues eso, Pepe. Yo prefiero la opción A del Memento Park. Si borramos todas las huellas olvidaremos de dónde venimos. Gracias por la lección apresurada de Historia. Salud

  3. «Iconoclastia» no es un helenismo incorrecto, porque se forma desde «iconoclasta», pero es etimológicamente mejor «iconoclasia» o incluso «iconoclasmo». Lo contrario es la «iconodulía». Pues eso.

    • Bien cierto es la prevalencia de iconoclasia. Pero fuimos educados en la contraposición de iconoclastia vs iconodulia. Defectos formativos.

  4. Como bien han dicho más arriba, el problema fundamental no son las estatuas, sino la falta de información sobre ellas para saber por qué están ahí, en algunos casos de manera ofensiva por desconocimiento del pueblo.

    Volvemos a algo fundamental: La Educación.

    El problema de EEUU no son las cuatro estautas que han tirado, sino que es un país que sigue manteniendo unas dosis de racismo tremendas. Además, como ya se ha dicho, los peores en esto del racismo no fueron los españoles, sino los ingleses.

    Y esto no es un problema de EEUU, es un problema global. Aquí en España nuestros negros son los marroquíes en concreto, los africanos en general, los gitanos.

    En España nos han educado con unos libros, un cine, un teatro, una pintura en la que no se han reflejado correctamente las tres culturas pilares de la historia de España. Eso unido a 50 años de mentiras en torno a la historia anterior de España, dan como resultado que seamos unos fantásticos delanteros centro dándoles patadas al art 14 de la Constitución que suelo sacar a relucir 20 veces a la semana.

    Y esto de las estatuas de EEUU también nos pone frente a los nombres de calles en España por la Ley de Memoria Histórica. Estamos a favor de quitar los nombres y estatuas franquistas en España y nos duele lo de las estatuas de EEUU?

    Y vuelta al principio: Educación correcta en historia, en valores…y esas placas y esas estatuas se caerán solas. Las que se tengan que caer, porque la de Cervantes ha sido atacada de manera injusta. De hecho, Cervantes estuvo preso en Argel.

    Sin embargo, y estando en contra de cualquier tipo de violencia y destrozo incontrolado, el señor Junípero estaba allí para inculcar de manera forzosa una religión que no era la de los nativos. Repito, estoy en contra de destrozar cosas, pero no de revisar la historia de manera justa y con datos.

    • Si, y luego votaron a Trump…supongo que para volver al punto de arranque.

      En España a Nadia Calviño la vuelven a Europeizar para que no le haga sombra a Sánchez.

      Pero mujeres válidas hay unas cuantas, hasta en el PP, que dejan a la altura del betún a la hiena esa soberbia que tienen de portacoz.

      • La pastilla contra la rabia bobo. Estamos en una Democracia y la oposición debe ejercer su función de control en las Cortes, como los jueces y los medios de comunicación. Menudos fascistas.

        • Este es el que piensa que EL COVID supone un alivio para nuestros mayores:

          «O sea, y mi comentario solo puede ser entendido por quien no tenga las orejeras rancias: desde el punto de vista de las pérdidas humanas (que a cada familia nos ha tocado lo nuestro), HA SIDO TAN MALO EL VIRUS?? O ha sido un ALIVIO de situaciones realmentr dramáticas que nos llevan a pensar si merece la pena vivir encamado en un sitio donde te visitan una vez a la semana, y lo normal es que ni siquiera sepas quiénes la persona que te visita.

          Piensen antes de escribir el insulto. Piensen.

          Y mucha salud para todos, porque cuando se pierde y tienes que depender de los demás…estás jodido. Y yo por ahí no quiero pasar…»

          https://www.miciudadreal.es/2020/05/02/cuaderno-de-pandemia-20/#comment-3260659

          Y así se explica la masacre en nuestros mayores. Los ancianos son con diferencia la parte de la sociedad peor tratada. Mentes como la de este psicópata muestran el GERONTICIDIO y la depravación moral de parte de la sociedad.

        • Y que tengamos que recibir lecciones morales de gentuza así es vomitivo. Es como recibirlas de Hitler o Stalin.

          La Nueva Normalidad también es esto y da mucho asco.

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