Voz a dos tintas

Victoria Sáenz (Ciudad Real, 1965) empezó a estudiar en la Facultad de Bellas Artes tras su iniciación autodidacta al reconocer desde la infancia la necesidad creativa como un estado natural de ser y estar en el mundo, de comunicarse con él por medio de la expresión artística. La enseñanza principal que extrajo de su formación en artes plásticas fue aprender que la honestidad está en el centro gravitacional de la creación por lo que el academicismo y las técnicas en el arte son medios instrumentales y le sirven de soporte pero no son el parámetro para validar la obra cuando el proceso es honesto. 

La pintura de Victoria Sáenz, intimista y primaria, explora a conciencia las posibilidades más extremas del minimalismo formal; en una evolución visible hacia la austeridad como preocupación estética, ha ido madurando la capacidad de expresarse cada vez con menos recursos: formas sin volumen y un cromatismo reducido a la confrontación visual de dos colores, tintas planas, carbón y grafito, le basta y le sirve “todo lo que manche de negro”.

Cada obra es una imagen, no tiene interés en representar la escena sino una realidad íntima, gestual, sin mecanización, que evoque una expresión completa. Se sitúa en un nivel avanzado de abstracción al que sólo puede llegarse desde la observación pausada; y ahí, comienza el viaje de Ulises, la odisea de “ver, eso es lo que es difícil, vemos a veces, raramente”, advertía Picasso a los gavieros en el ensayo “Entretiens, notes et écrits sur la peinture”, de André Verdet.

La mirada contemplativa de la autora se focaliza en la naturaleza, sus constantes cambios, el cielo, la abstracción del fenómeno de la lluvia como módulos de trazos, formas y colores que le siguen proporcionando mucho que contar en la serie La estación de las lluvias, una de sus línea de trabajo que mantiene abierta desde que vivió en Cádiz por la influencia que tuvo en ella la cercanía del mar y del océano. Junto al agua, el concepto de tierra entendido de forma genérica y como origen o raíz el campo manchego por el que camina, reflexiona y ordena los estratos de pensamientos e ideas. Cuando aborda la ejecución de una obra ya está en su cabeza, un trabajo previo y reflexivo que no aguarda a la sorpresa del cuadro.

Su extensa experiencia como docente en artes plásticas con niños y adultos también le ayuda a profundizar en la observación, atendiendo cómo  se desenvuelven en el proceso creativo, la abstracción y la experimentación emocional, prima siempre la libertad sobre las cuestiones técnicas y los resultados, “las torpezas son pura expresión” y lo que podría ser visto como un “fallo” durante el trabajo creativo le ha servido para bocetar algunas de sus propias obras.  Frank Auerbach, de la Escuela de Londres, sea quizá el precursor más mediático que defiende esa estética de la tolerancia con el error, que deja ver la mano del pintor, revelando que hay cierta torpeza que resulta idónea y errores intachables sin los cuales nunca se habría llegado a la obra definitiva tras un proceso en el que, literalmente, “no hay paracaídas ni correcciones”.

En las obras grandes, Victoria Sáenz busca el equilibrio visual y la confrontación de color, incorpora textos y escritura, utilizando el grafismo o trazado de la letra como un dibujo en sí mismo.  Es un lenguaje de opuestos complementarios, textura cromática de luz y sombra, positivo y negativo, el dúo formal que compone la unidad de los contrarios en el que cada uno contiene el origen y el final del otro, imágenes únicas con doble sentido: Puertasque se pueden abrir o cerrar, quizá porque en la comunicación también existe esa ambivalencia; Nudos que unen pero también representan las ataduras, un problema enredado, en cuyo caso, enseña el mito «nihil interest quomodo solvantur» («poco importa el modo de desatarlo»).

En los collage cambia la atención por el equilibrio a los acentos. Las composiciones de piezas de papel creadas ex profeso, trazos y trozos de periódico, añadidos como un color más, se sitúan en las proximidades de la arquitectura para ocupar, construir y desocupar espacios, premisa que le interesa e indaga en la serie Juguetes.

Uno de sus collages sería la portada del álbum “A-curú-curú-curú-ca”, disco grabado en 1989 con su primera formación de jazz “Blue Notes”, un collage de azules geometrías y leves disonancias cálidas para evocar los suaves ritmos mediterráneos de la banda más influyente del jazz local en Ciudad Real desde sus inicios, a finales de los años 80, y durante la década de los 90, en la que Victoria fue su vocalista junto a músicos tan relevantes como Javier Bercebal, Antonio García Calero, Rafa Sanz y Carlos Ruiz Blanco.

Actualmente, el jazz local es un tejido vivo de formaciones abiertas tanto en la fusión de estilos como en la convergencia de colaboraciones entre músicos locales en el que Victoria Sáenz se declara una aficionada que tiene el privilegio de participar de la profesionalidad de unos músicos de los que destaca su gran calidad y dedicación. Junto a Raúl  Molera (guitarra), Joaquín González(batería)y AntonioGarcía Calero (bajo) -con éste último ya compartió escenarios en “Blue Notes”- forman el nuevo proyecto de jazz-bossa Victoria Sáenz Quartet, además de otras colaboraciones, en el que interpretan standards tanto de música brasileña como del jazz más cálido e intimista en un repertorio que incluye a Celso Fonseca, Tom Jobims, Vinicius de Moraes, Serrat, John Coltrane, Horace Silver y George Shearing, entre otros.

Como vocalista de jazz, su interpretación tiene el mismo carácter intimista que en la pintura y estar frente al público es una terapia de adrenalina. Su última actuación ha sido en la Sinagoga de Samuel ha-Leví o Sinagoga del Tránsito, en la antigua judería de Toledo. La música continúa de fondo cuando deja el escenario, es la única excepción a su disciplina de “cero distracciones” durante el tiempo de creación en el que la serenidad es imprescindible para trascender lo que habita en el interior, imperturbable a lo anecdótico igual que el fondo del mar ante un rayo de sol o de tormenta, “en esos periodos de interioridad nada impacta”.

En ese punto de conexión, el proceso creativo se vuelve estado de felicidad  seancuales seanlas circunstancias del entorno y las dificultades externas. “La vida no da la opción de validar las decisiones, vivir es ir escribiendo la vida y puedes ir incorporando a la creación todas esas experiencias”. A partir de aquí, de hoy, todo está por escribir; intuitivamente, será desde la misma honestidad que ha hecho su baluarte y a dos colores.

 Natacha Espinosa

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Boceto biográfico

Victoria Sáenz (Ciudad Real 1965), es artista plástica, diseñadora, docente, vocalista de jazz y bossa. Estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid.Desarrolla su trabajo en artes plásticas entre Ciudad Real y Cádiz, provincias en las que participa  habitualmente en exposiciones colectivas e individuales. En el ámbito del diseño ha realizado campañas publicitarias y carteles, entre otros: diseño del logotipo de la Oficina de Turismo de Tarifa (Cádiz), Jugarama (2003 y 2005), exposiciones colectivas del cartel anunciador del XX y XXI Festival Corto CR (2018 y 2019).

Como profesora de artes plásticas ha impartido cursos y talleres en la Escuela Municipal de Pintura y Artes Plásticas y en proyectos del Instituto Municipal de Educación de Ciudad Real.

Su inicio en la música como vocalista de jazz está vinculado a su etapa universitaria. A finales de los 80 participa en la creación del grupo “Blue Notes” que grabaron el álbum “A-curú-curú-curú-ca” (1989). Actualmente, es vocalista de la formación de jazz-bossa “Victoria Sáenz Quartet”.

Entre sus artistas de referencia nombra sin dudar a Antonio Saura y, por tanto, a Goya, además de Antoni Tapiés, Chillida, Barceló, Genovés, Cy Twonbly; y, en música, a Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Dee Dee Bridgewater, Maria Rita, Stacey Kent, Carole King y James Taylor.

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